La noche del cumpleaños de
Elijah, Kenny y Anastasia habían anunciado que esperaban otro hijo. Anne estaba
muy feliz con la noticia pero Iván notó que por algún motivo a Peter aquello
parecía preocuparle más que alegrarle. Sin embargo, y siendo como era Iván de
discreto, dejó el asunto hasta allí. Sam también lo había notado y se
preguntaba cuál sería el motivo.
Pero no habían sido ellos
los únicos que lo notasen, porque Diandra también lo había hecho y había notado
mucho más que los otros dos. Kenny siempre había sido su primo preferido, entre
otras cosas porque fue el que la enseñó a maniobrar sobre una Glide y siempre
guardó celosamente todos sus secretos. Lo que preocupaba a Diandra, era que la
noche anterior cuando la esposa de su primo había anunciado su embarazo, Kenny
no lucía especialmente contento, y al igual que Iván y Sam, Di notó también que su tío tenía una
arruga de preocupación en la frente. Pero aunque le habría gustado hablar con
Kenny, esto no había sido posible. Sin embargo, sus pensamientos al respecto
tuvieron que ser hechos a un lado de momento, porque ya habían llegado al
parque donde se verían con los hermanos de Danny y por un momento tuvo el
incontenible deseo de hacerle un conjuro a Dreo y que no despertase en todo el
día, porque antes de salir de casa y mientras Danny y ella se vestían había
escuchado un estruendo y cuando corrieron a la habitación del niño, porque no
podía proceder de otro lugar, encontraron la cuna volcada y al pequeño sujeto a
varios metros de la misma.
Danny lo había levantado
del piso y se lo había entregado a Di mientras él ordenaba el desastre. Ya
ellos habían dejado de preguntarse cómo demonios ocurrían aquellas cosas y solo
se preocupaban de que el chico no estuviese lastimado, aunque nunca lo estaba.
Un grito alborozado la sacó de su abstracción.
-
¡Danny!
Un minuto después, tres
jóvenes corrían hacia ellos pero se detuvieron pocos metros antes de
alcanzarlos y las sonrisas se les congelaron en los labios. Danny sonrió al ver con toda claridad lo que sus
hermanos estaban pensando y preguntándose. Aún no se acostumbraba a aquello,
normalmente en su mundo no podía percibir con esa transparencia los
pensamientos de los demás, pero hizo eso a un lado y avanzó hacia los chicos.
-
¡Hombre! -- dijo acercándose al mayor y abrazándolo --
Parece que no te alegrara verme
-
No… es decir… claro que me alegro Danny
-- dijo Freddy, después de lo
cual procedió a saludar a los otros dos, pero todos miraban con disimulo a
Diandra.
-
Veamos, quiten esas caras -- les dijo tomando a Di por un brazo -- Di,
ellos son Freddy, el mayor de mis hermanos, Steven y David que es el más
pequeño. Chicos, ella es mi esposa Diandra, y este --
dijo quitándole a Dreo de los brazos
-- es nuestro hijo, lo que por
definición los convierte en sus tíos
-- finalizó sonriendo ante la
estupefacción de sus hermanos
-
Pero Danny -- dijo David
-- solo tienes… diecisiete -- y
Danny volvió a reír
-
Lo sé, pero para empezar, en nuestro mundo aunque seguimos siendo algo
jóvenes, a los quince ya somos mayores de edad, así que dejen de mirarnos como
si hubiésemos cometido un crimen
-
Lo siento -- dijo Freddy y avanzó hacia Diandra con la
mano extendida -- es un placer conocerte, cuñada
Después de eso, el ambiente
se suavizó y comenzaron a hacerse las preguntas de rigor. Danny les hizo un
relato bastante resumido de lo acontecido en los últimos tiempos. Los chicos
lamentaron mucho las muertes de Eve y Vlad, especialmente Freddy recordando lo
que Vlad había hecho por él. Se sorprendieron mucho con el asunto de que los
verdaderos padres de Danny estuviesen vivos y se alegraron sinceramente de que
así fuese.
-
¿Y… cómo está mamá? -- preguntó Danny después de un rato
-
Ya sabes -- dijo Steve
-- aun sigue soportando a papá,
pero en líneas generales bien.
-
¿Y tú? -- preguntó Danny mirando a Freddy
-
Bien, trabajo en el día y estudio por las noches. Así que no paso mucho
tiempo en casa
Una vez que lo habían
puesto al tanto de las actividades de cada uno. Los chicos se dedicaron a jugar
con Dreo que para alivio de Diandra se comportó de manera inmejorable y como un
niño normal.
-
Pobre chico -- dijo Freddy
-- teniendo una madre tan hermosa
y tenía que ir no solo a parecerse a este loco, sino que es idéntico hasta el
último detalle -- y mientras ellos reían Di, pensaba que no
sabían ellos hasta qué punto se parecían
Pasaron un día muy
agradable, pero se sintieron tristes al llegar la hora de marcharse.
-
Ahora que las cosas están más tranquilas para nosotros, intentaré verlos
más seguido, pero ya saben que si me necesitan solo tienen que llamarme
¿bueno? -- les dijo Danny y ellos asintieron
-
Nos alegra saber que estás bien y que eres feliz Danny, pero siempre te
echaremos de menos -- le dijo Freddy abrazando a su hermano
-
Y yo espero verte de nuevo antes de que aparezcas con otro sobrino
-- le dijo Steve para gran
consternación de Diandra
-
Bueno al menos tú tienes suerte de que Dreo sea mucho más tranquilo de
lo que nunca fue este infeliz -- le
dijo David a Diandra y la chica abrió mucho los ojos, porque evidentemente
ellos no tenían idea de cómo era de
tranquilo aquel pequeño demonio
Y todo habría estado muy
bien, pero hasta ese momento pareció llegarle la compostura a Dreo que parecía
haber decidido justo en ese momento, demostrar qué tanto se parecía a su
progenitor dándole validez a los pensamientos de su madre. De forma absurda y
que les habría quedado muy difícil de explicar, las frutas y el resto de las
cosas que acababan de recoger y guardar en una cesta, saltaron de esta y
comenzaron a volar alrededor de
ellos. Diandra miró con desesperación a su alrededor porque estaban en un lugar
no solo público sino lleno de
Firbolgs, pero por fortuna Danny era sumamente veloz.
-
¡RHOI’R GORAU I! --
susurró y las cosas dejaron de volar de inmediato cayendo en absoluto
desorden -- ¡DIDOLI
AR ABEC! -- volvió a susurrar Danny
y todo regresó a su lugar en perfecto orden
Todo había sucedido a una
velocidad impresionante, pero fue inevitable que los hermanos de Danny lo
notaran y si alguien más lo hizo, lo más seguro era que hubiese pensado que se
había tratado de una ilusión óptica, pero Diandra tenía verdaderos deseos de
ahorcar a su pequeño hijo.
-
Danny… -- comenzó Steve que parecía ser el único que
había encontrado su lengua
-
No se preocupen, sé que seguramente no van a creerlo pero Dreo parece disfrutar con el
desorden -- dijo ahogando la risa
-
¡Oh sí! -- dijo Freddy
-- yo sí te creo -- y
eso era absolutamente cierto, porque a su mente acababa de llegar en forma muy
vívida la imagen de Danny a los cuatro años, en medio de su habitación con todo
a su alrededor tirado o hecho pedazos después que su padre los había reñido y
así se los hizo saber
-
¡Eres un cretino infeliz Daniel Douglas!
-- exclamó Diandra para asombro
de sus cuñados -- Y juro por todos los Dioses que si algún día
te quejas de tu hijo en mi presencia,
no podrás hablar nunca más en tu vida
-- y Danny soltó una sonora
carcajada
-
No le presten atención -- les dijo a los chicos que aun la miraban con
asombro -- a pesar de ese lindo carácter, me ama con locura
-- agregó dándole un fugaz beso a
su mujer
Los hermanos de Danny no
estaban muy seguros de que aquello hubiese sido juicioso, porque Diandra tenía
aspecto de querer asesinarlo, pero en realidad la palabra juicio nunca pareció formar parte del diccionario de Danny y
estaban seguros que desconocía su significado. Pero finalmente se despidieron y
se marcharon muy contentos de haber visto a Danny y deseando que lograse
conservar su atolondrada cabeza sobre los hombros, a pesar de que su linda
esposa parecía bastante dispuesta a prescindir de ella.
Cuando regresaban a casa,
Danny iba pensando en que había llegado el momento de asegurar el futuro de sus
hermanos. Antes no había podido porque no disponía de los medios legales para
hacerlo, pero ahora que podía disponer de sus bienes y era legalmente hábil,
resolvería ese asunto tan pronto como le fuese posible. Según lo que había
podido ver y que ellos no dijeron,
Raymond Wheeler seguía siendo el miserable que fue siempre y ellos se las veían
muy duras hasta para estudiar. De manera que él se encargaría de que sus
hermanos no tuviesen ninguna necesidad de esperar nada de aquel desgraciado.
Sabía que si se los decía se habrían negado, pero una vez que todo estuviese
hecho, nada podrían hacer. Y con ese pensamiento, se quedó más tranquilo.
El domingo, Sam se había
despertado temprano, buscó calor en los brazos de Giulian y ciertamente lo
obtuvo en dosis elevadas. Después de haber tenido un despertar dedicado a
hacerse el amor, se dieron una ducha y bajaron a desayunar. Giulian y Dan se
fueron al estudio y su madre subió a su habitación después de haber discutido con
Sam para que se pusiera ropa más abrigada, ya que había anunciado que saldría
al jardín y en realidad aún estaba helando. Después que Amy subió, Iván le hizo
la misma recomendación a la chica pero en un tono más amable y se marchó a su
habitación.
Sam estuvo caminando un
rato, su intención era despejarse un poco para atacar el trabajo que tenía
pendiente y mientras caminaba hizo un repaso de los últimos acontecimientos.
Esa semana habían comenzado
las clases con Armel y los muchachos habían descubierto que no habían resultado
tan terribles como habían supuesto. Antes de iniciarlas habían interrogado a
Sam extensamente, ya que ella había recibido entrenamiento personal con él
cuando habían descubierto que su don era el manejo de la energía, pero cuando
Armel les anunció que dentro de esa asignatura estaba contemplado también el Control Mental entraron en pánico,
porque quien impartiría aquel objetivo específico sería Iván. Lo conocían
porque prácticamente habían crecido a su lado y sabían que con la posible
excepción de Mael, no había un ser más dulce sobre la tierra que Iván, pero
cuando se trataba de trabajo el asunto cambiaba, y fueron Jonathan y Kenny
quienes más contribuyeron a que ese terror aumentase cuando les dijeron lo duro
que podía resultar Iván. Y ciertamente lo fue. Sin embargo, cuando les tocó practicar, pensaron que
hacerlo entre ellos no tendría sentido, pero descubrieron que era muy
diferente, porque invadir los recuerdos de otras personas puede resultar en
ocasiones algo violento. Cuando Danny irrumpió en la de su hermana por ejemplo,
él mismo rompió el contacto antes de que Sam pudiera bloquearlo, porque no
estaba preparado para ver lo que había visto y con un malhumorado No quiero ver esto, se alejó de su
hermana y buscó otra pareja. Al parecer el primer recuerdo y el más reciente
puesto que era de la noche anterior, era de Giulian y ella haciendo el amor.
Sam sonrió y se buscó otra pareja. Con su padre le pasó algo similar, pero fue
ella la que irrumpió en un recuerdo de sus padres en una situación muy intensa.
Lamentó de veras haber invadido la intimidad de sus padres de esa forma pero en
esto no se podía escoger lo que se iba a ver, sino que se ve lo que el otro
tenga en su mente de forma indiscriminada. En este caso, un muy avergonzado Dan
fue el que se retiró cuando Sam rompió el contacto. Ella no entendía por qué
algo tan natural les causaba tanto embarazo.
Continuó con su paseo pero
cruzó los brazos en su pecho cuando sintió una ráfaga de viento especialmente
violenta. Pensó por un momento volver a entrar, quizá su madre tuviera razón y
ese tiempo no era muy conveniente para alguien que hacía unos meses había
tenido una seria afección pulmonar.
De pronto pensó que sus
ojos la engañaban, porque vio o creyó ver, que había unos niños volando a su
alrededor. Muy bien, se dijo a sí misma, en primer lugar esto no está
sucediendo, y en segundo, las personas no
vuelan. Pero unos pasos más allá, se repitió la visión. Decidió volver
sobre sus pasos y entrar en la casa. Ya estaba bastante cerca, cuando se detuvo
en seco. Había una hermosa mujer frente a ella… ¿flotando? A pesar de lo
insólito de la situación, puso en práctica su demostrado valor y le habló a la
mujer.
-
¿Quién eres? -- preguntó a pesar de no estar segura si la
pregunta era quién o qué.
-
Soy Aine, Hada de los aires -- dijo el hada en tono pausado y musical
-- me esperabas y aquí estoy.
-
¿Disculpa? ¿Has dicho que te
esperaba?
-
Sí. Puedo ver tus sueños y
tus pensamientos. Sabías que vendría.
Sam trató de ordenar sus
ideas lo más rápido que pudo y recordó lo que le había dicho a sus hermanos
días antes. De modo que esta debía ser el espíritu elemental del Aire.
-
Así es -- dijo el hada -- y
como ya lo sabes, estoy a tu servicio.
-
No quiero parecer grosera -- dijo Sam
-- pero ya me estoy cansando de que ustedes se presenten y me digan lo
mismo, pero que nadie pueda explicarme ¿por qué o para qué?
-
La paciencia es una virtud
mi joven Arzhvael, y debes emplearla sobre todo tú.
-
Pues la verdad es que el día que repartieron la paciencia, yo me quedé
dormida.
No estaba siendo muy amable
con el hada pero en realidad aquella situación era absurda por no decir
ridícula. ¿Por qué habrían de ponerse a su servicio una serie de seres de otra
dimensión? ¿Con qué fin?
-
Las respuestas a todas esas
preguntas están cerca de ser contestadas, por lo pronto puedo decirte que
estamos a tu servicio porque por tus venas corre la sangre mágica de grandes y
poderosos Arzhvaels, y tú tienes unos poderes extraordinarios.
Sam estaba más confundida
que asombrada. ¿Poderes extraordinarios? ¿Qué poderes eran esos? A menos que
estuviera hablando de su capacidad de hacer magia sin un canalizador, pero su
padre le había dicho que aunque no era lo común, no era tampoco tan inusual, de
modo que no creía que eso la convirtiera en nada especial.
-
Supongamos que todo eso es cierto
-- dijo la chica -- ¿Qué tiene mi sangre de especial, y por
qué si mi padre y mi hermano comparten la misma sangre conmigo, no se presentan
también ante ellos?
-
Ya te lo he dicho, tienes
la herencia de poderosos Arzhvaels y aunque tu familia también es sumamente
poderosa por la misma razón, hay algo que no compartes con ellos, algo que te
hace diferente.
-
¿Qué cosa?
-
El género.
-
¿El gene…?
De pronto el recuerdo de la
conversación con su padre irrumpió en la mente de Sam. Ella era la única mujer
tras muchas generaciones de puros varones Douglas.
-
Ten paciencia, el momento
se acerca. Tu mundo corre peligro y por lo tanto el nuestro también, cuando
algo altera las cosas en esta dimensión, se rompe el equilibrio que existe
entre ambos mundos. Aprenderás a manejar los poderes de los que eres portadora
y así cumplirás con tu misión.
-
¿Y cómo sabré de qué poderes hablas?
Porque a pesar de lo que has dicho, yo no me conozco poderes especiales.
-
No te has dado cuenta, lo
ves como cosas naturales pero no es así. ¿Recuerdas con qué facilidad invocaste
a Liminiades cuando necesitaste luz? Nos conocemos desde antes de que entraras
en esta dimensión y desde que tu vida aquí comenzó, hemos estado contigo.
Sam repasaba
apresuradamente su vida tratando de recordar otros eventos donde hubiese
utilizado conjuros sin darse cuenta o sin proponérselo.
-
Han sido muchos -- dijo el hada
Ya Sam había notado que ella
le hablaba como si pudiera “ver” lo que estaba pensando, pero a fin de cuentas
¿por qué no? Después de todo, la situación en general era del todo inusual.
-
Desde siempre has hecho uso
de esos poderes. Puedes invocar luz cuando la necesitas, puedes hacer crecer
las plantas, los pensamientos y
sentimientos de los demás no son un secreto para ti y eres capaz de concentrar
grandes cantidades de energía en un punto. Todo esto son poderes ligados a los
elementos que representamos.
-
Gracias por contarme todo esto. Aún no tengo idea de qué es lo que se
supone que deba hacer con ello pero como sugeriste, tendré paciencia.
-
Eres una gran energía y es
para mí un honor estar a tu servicio. Solo llámame si me necesitas.
Sam sintió una ráfaga de
aire y le pareció como si se estuviese precipitando a tierra desde una gran
altura. Cuando volvió a mirar Aine ya
no estaba y tuvo la curiosa sensación de que acababa de bajarse de una Glide,
algo que no le gustaba para nada.
Lo que Sam no sabía, era
que durante toda su conversación con el hada, estuvo flotando y describiendo
círculos a varios metros del piso.
Dan y Giulian, se habían
ido al estudio y discutían acerca de los marcadores de los equipos de Vliegend
cuando de pronto Giulian que se había acercado a la ventana se quedó a mitad de
una frase.
-
Dan -- dijo en voz baja pero cargada de expectación
-
¿Qué? -- preguntó el otro preocupado
-
Ven a ver esto.
Dan se acercó a la carrera
a la ventana. Por la voz y el aspecto de su amigo, se imagino que estaba viendo
algo muy inquietante, y cuando Dan miró por la ventana quedó paralizado. Su
hija estaba ¿flotando? Sus cabellos se abrían en abanico y tenía una curiosa
expresión de paz en su rostro. Varias ideas surcaron su mente, pero cada una
más improbable que la otra. Sin embargo, era evidente que algo extraño sucedía
y no podía quedarse ahí parado.
Giulian por su parte estaba
entre asombrado y aterrorizado. ¿Qué estaba pasando? Varias ideas intentaron
abrirse camino en el caos que eran sus pensamientos, pero ninguna tuvo éxito.
La única que había tomado forma, pero que descartó por imposible, es que
estuviera siendo víctima de una maldición, pero eso era imposible, la casa
estaba muy bien protegida y no había nadie a la vista, de modo que no podía ser
aquello. Aún así tenía que hacer algo, no podía quedarse ahí.
Todos estos pensamientos
cruzaron a la velocidad del rayo por la cabeza de ambos y los dos reaccionaron
al mismo tiempo, emprendiendo una veloz carrera hacia la puerta de la casa.
Bajaron a toda velocidad los escalones de entrada, dieron vuelta para alcanzar
el jardín por su parte posterior y casi chocan con Sam que ya venía de vuelta.
-
Papá -- dijo Sam sorprendida --
¿Giulian? ¿Qué les pasa? Parece que alguien los viniera persiguiendo.
Ambos se habían detenido
bruscamente y respiraban con agitación. Giulian la abrazó, mientras Dan le
revisaba los brazos.
-
¿Estás bien mi vida? -- le
preguntó Giulian, una vez que recuperó el aliento
-
¿No te pasó nada? ¿No te lastimaste al caer? -- peguntaba Dan con voz angustiada
Samantha miró a los dos
hombres con franca expresión de curiosidad.
-
A ver -- probó con cuidado --
¿Por qué no habría de estar bien? Y no me he caído de ninguna parte -- concluyó mirando a su padre
Ambos hombres se miraron,
miraron a Samantha y volvieron a mirarse. Era del todo imposible que los dos
hubiesen tenido la misma alucinación, pero era evidente que ella no tenía idea
de lo que estaban hablando. No sabiendo que era lo mejor por hacer y optando
por no decirle de momento a Sam lo que habían visto por temor a que los creyera
locos, comenzaron a caminar hacia la
casa.
-
Será mejor que entremos -- dijo
Dan --
está haciendo mucho frío.
Sam aún los miraba con curiosidad
pero no protestó, igual ella se dirigía a la casa y aquellos dos por alguna
razón habían estado corriendo por el jardín
sin haberse colocado ni un miserable suéter, por lo tanto era lógico que
estuvieran congelándose.
Una vez dentro, Dan y
Giulian seguían mirándola como si tuviese tres cabezas y ella pensó en
preguntarles de nuevo qué les sucedía pero de pronto todo cobró sentido.
Recordó que una vez finalizada su conversación con Aine ella había sentido como si acabase de bajar de una Glide y
siendo que el elemental había estado flotando cuando se la encontró, estuvo
segura que durante el tiempo que había durado su conversación ella también lo
había estado haciendo y que su padre y Giulian la habían visto. Esto planteaba
un inconveniente. Ella había planeado hablar con su padre y con Iván acerca de
aquellas extrañas visitas, pero solo con ellos, ahora tendría que incluir a
Giulian. No es que no confiara en él, pero Giulian se preocupaba demasiado y
seguramente vería una amenaza en vez de buscarle una explicación racional al
hecho. Rió para sus adentros al pensar eso ¿Explicación racional? Todo el
asunto era condenadamente irracional. Había estado pensando en llamar a Iván,
pero en ese momento él apareció en el Salón y la miró en forma interrogativa
-
¿Qué sucede? ¿Para qué
querías verme?
-
¿Cómo?
-
Me llamaste, por eso bajé
Sam se preguntó cómo había
sucedido aquello, porque si bien era cierto que había pensado que quería hablar con él, ciertamente no lo había llamado,
pero de momento decidió ignorarlo, tomó aire y se dispuso a hablar con ellos.
-
Hay algo que tengo que contarles
-- comenzó
Tomó asiento y les narró los acontecimientos desde la visita
del primer elemental hasta la de hacía unos momentos, pasando por el hecho de
que mientras estuvo secuestrada, ya Liminiades
había hecho su aparición pero que
ella no sabía que se trataba de eso.
Las reacciones estuvieron
en consonancia con lo que se había imaginado. Giulian era de la opinión que
estaba siendo víctima de algún maleficio y que tendrían que reforzar las
medidas de seguridad en Averdeen,
porque que tal vez el hijo de Bastian tenía algo que ver en el asunto. Su
padre, por otro lado más ecuánime, le pidió a Giulian que se tranquilizara
asegurándole que Sam no corría ningún peligro, e Iván apoyó a Dan en ese
sentido. Ella los miró con curiosidad,
porque a pesar de que sabía que ni su padre ni Iván comenzarían a tirarse de los cabellos como
Giulian, tenía la clara impresión de que sabían algo más.
-
¿Samantha, recuerdas la historia familiar que te conté?
-
Sí -- contestó ella haciendo un rápido repaso
mental a lo que su padre le había contado.
-
Pues bien, Iván y yo hemos estado haciendo algunas averiguaciones con
respecto a ella y…
-
Con que era eso -- lo interrumpió
Sam --
es eso lo que los ha tenido tan ocupados desde año nuevo.
-
Así es. Como comprenderás me sentí obligado a buscar toda la información
disponible al respecto.
-
¿Y qué averiguaron?
-
Aún nos falta afinar ciertos detalles, pero en cuanto esté listo te
pondremos al tanto -- dijo Iván
Giulian que había permanecido
en silencio miró al padre, a la hija y luego a Iván preguntándose en qué andaban metidos y quería
saberlo de inmediato, porque si era algo en lo que Sam corriera algún riesgo y
conociéndolos le cabían muy pocas dudas de que así fuera, no estaba dispuesto a
sentarse y mirar cómo se lanzaba a alguna loca aventura sin hacer nada.
-
¿Alguien podría tener la amabilidad de explicarme qué significa todo
esto? --
dijo en tono poco amistoso
Dan y Sam comenzaron a hablar
al mismo tiempo pero Dan guardó silencio.
-
Aún no sé qué significa Giulian --
dijo Sam -- pero sea lo sea, lo voy a averiguar --
agregó con obstinación.
-
¿Dan? -- preguntó
-
Quisiera poder decírtelo pero aún no lo tengo claro.
-
Ten paciencia Giulian -- dijo Iván
-- Apenas resolvamos unas cuantas
cosas, estaremos en posición de poder informarles.
-
Dan -- comenzó Giulian ignorando a Iván y en un tono
que ambos conocían bien -- espero por tu bien, que no estés metiendo a tu hija, en alguna loca aventura que
ponga en riesgo su seguridad, porque si es así, voy a romperte hasta el último
maldito hueso del cuerpo -- y luego se volvió a Iván -- en
cuanto a ti, te seguro que de nada va a servirte ni tu fuerza, ni tu control
mental, porque así sea lo último que haga te voy a quitar tu estúpida cabeza.
Ambos hombres rieron con
ganas, lo que enfureció aun más a Giulian que no le veía lo gracioso por
ninguna parte.
-
Resulta increíble oírte hablar a ti precisamente, de seguridad --
dijo Dan
-
¿Acaso has olvidado la cantidad de líos en los que nos has metido a lo largo de nuestra
existencia? -- preguntó Iván
-
Es diferente. Si me piden a mí que los acompañe en sus ocurrencias,
saben que lo haré, pero no permitiré que arriesguen a Sam de ninguna manera
-
¡Ey! -- dijo Sam que ya estaba
harta de esa tonta discusión -- ¿Y yo no tengo nada que decir en esto? Para
empezar, yo decido en lo que me meto,
seguido de que nadie me está obligando a nada y por último, nadie va a decirme
qué puedo y qué no puedo hacer.
Dan e Iván que vieron cómo
se acercaba la tormenta, decidieron ponerle punto final a aquello.
-
Aguarden, antes de que comiencen a lanzarse cosas a la cabeza, piensen
que aún no ha ocurrido nada y que probablemente no ocurra nada --
dijo Iván
-
Giulian, esto solo es un poco de historia familiar y nada más --
agregó Dan
-
Claro, historia familiar que incluye volar por los aires, dominar la luz
a su antojo, hacer volar objetos a su alrededor y quién sabe cuántas otras
cosas de las que seguro no me he
enterado.
Vieron que no iban a llegar
a ningún lado por ese camino, de modo
que Dan cambió de táctica y esperaba tener éxito, porque ya veía los
ojos de su hija despedir destellos nada tranquilizadores.
-
Giulian, no metería a mi hija en nada peligroso, además, de ahora en
adelante te enterarás de cualquier cosa que averigüe en relación a esto.
-
Dan, aunque me sintiera inclinado a confiar en tu buen juicio y no es
así, aún tendríamos el problema de que ella es igual a ti y por sí sola es
capaz de meterse en cualquier situación
peligrosa.
Un libro salió de no sabía
dónde y le dio de lleno en el pecho a
Giulian.
-
Tienes razón -- dijo Sam con voz
peligrosamente baja -- debo tener muy
poco juicio para haberme enamorado de ti.
Y como una exhalación dejó
el salón. Los tres hombres se quedaron boquiabiertos por la forma tan abrupta
como había finalizado la conversación.
Ese día Sam se encerró en
su habitación y no hubo forma de hacerla
salir. Dan lo intentó sin éxito, Giulian rogó, amenazó y prometió, pero con el
mismo resultado. Iván ni siquiera lo intentó, el conocía a Sam lo bastante bien
como para saber que si no quería salir
no lo haría. Dan estaba preocupado, sus rabietas por lo general no duraban más
de dos horas y esta ya duraba todo el
día, pero para su sorpresa, Giulian se había tranquilizado al acercarse la hora
de dormir.
-
Tengo
curiosidad -- dijo -- ¿Cómo es que estás tan tranquilo? -- y
Giulian sonrió
-
Saldrá a la hora de acostarse, porque no puede dormir sin mí – dijo con suficiencia
Dan deseó no haber
preguntado. Le dio las buenas noches y se marchó a su habitación. Pero Giulian
no podía haber estado más equivocado, porque Sam no apareció en toda la noche.
La semana siguiente fue muy
movida en el Instituto. Los profesores como que se habían puesto de acuerdo
para cargarlos con una gran cantidad de trabajo. Ese día Sam ni siquiera tenía
hambre de modo que salió a uno de los jardines y se sentó cerca de una fuente a
repasar una importante redacción que tenía que entregar esa tarde. De pronto se
sintió salpicada con unas gotas de agua y maldijo por lo bajo, casi se le
habían mojado los papeles que tenía en
las manos. Miró a todos lados y no vio a nadie, iba a continuar con la lectura,
cuando se sintió salpicada de nuevo. Con claridad meridiana, supo lo que
ocurría. Estaba frente a una fuente de agua y lo que estaba tratando de llamar
su atención, tenía que ser un elemental de Agua.
-
Bien -- dijo
-- ya tienes mi atención, puedes dejarte ver
Una extraña figurita,
constituida por supuesto, totalmente de agua, se le acercaba. Su cuerpo era
cristalino como el líquido del que estaba hecha.
-
Hola -- dijo Sam
-- Tú eres un espíritu elemental de agua
-- era una afirmación y no una pregunta
-- ¿Cómo debo llamarte?
-
Yo soy un Sealkie mi
señora, y estoy a tu servicio.
-
Me alegra conocerte.
En realidad había estado
esperando que esto sucediera y no tenía preguntas que hacer, ya que en las
anteriores visitas había preguntado todo lo que se le había ocurrido y lo que
aún no tenía respuesta, estaba segura de que este pequeño espíritu tampoco se
lo diría.
-
¿Hay algo que quieras decirme?
-
Sí mi señora. Mi elemento
es que el que está en armonía con la energía vital. Hasta ahora tú has manejado
la tuya con mucho éxito, pero en el futuro inmediato deberás aprender a
compartirla.
-
¿Compartirla? -- preguntó
-- ¿Qué quiere decir eso? ¿Debo
darle mi energía a alguien?
-
No, no es que debas dársela
a alguien, solo aprender a compartirla.
Sam no entendía nada y
aquel ser no estaba ayudando mucho.
-
Muy bien, ¿pero puedes decirme con quién?
-
Pronto tendrás la respuesta a esa pregunta mi señora.
Ahora, si no me necesitas debo irme. Siempre acudiré a tu llamado -- y comenzó a alejarse.
Sam se sentía
exasperada. ¿Por qué siempre tenían que plantearle más dudas de las que
aclaraban? Se levantó bruscamente y perdió el equilibrio y para su sorpresa el
pequeño Waldweibleim la sostuvo.
-
Gracias Waldweibleim -- dijo Sam
Y el pequeño duende emitió
la familiar risita y desapareció.
Esa noche Giulian estaba en
su cama desvelado. Ya hacía más de una semana que Sam no dormía con él. Cuando
comenzó a amanecer se levantó con intenciones de hablar con ella pero se sintió
terriblemente mal. Aunque ya había pensado que tendría que dejar de beber,
porque aunque lo que bebiera fuera insignificante igual le hacía daño, la noche
anterior había sentido la necesidad de buscar refugio en el alcohol, porque Sam
seguía furiosa con él y era el castigo más largo al que lo había sometido.
Aparte de sentirse miserable, Dan no se mostraba nada misericordioso, como había
quedado demostrado la pasada noche
-
¿Qué le sucedió a tu encanto
personal?
-
¡Vete al demonio Daniel Douglas!
-- le había dicho él abandonando el estudio, seguido de las risas
del otro
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