Las vacaciones casi
habían llegado a su fin. Danny y Diandra habían anunciado que ese fin de semana
se trasladaban a su nuevo hogar al igual que Gail y Aderyn. No lo habían
querido hacer hasta asegurarse de que Sam estaba bien.
Giulian había encontrado
muchas dificultades para hablar con Dan, especialmente después de que Amy lo
viera salir con Sam de su habitación y las batallas verbales se habían vuelto
cosa de todos los días.
-
Amy -- dijo Dan -- ¿Qué te sucede
mi amor? Pensé que habías aceptado la relación de Samantha y Giulian
-
En principio pensé que sí, pero no puedo dejar de pensar en que puede
hacerle daño. No he olvidado cómo es Giulian y tú deberías recordarlo también.
-
Linda, cuando me enamoré de ti no hubo otra mujer para mí que no fueras
tú. ¿Por qué no puede pasar lo mismo con Giulian?
-
Dan no seas iluso, Giulian es mi hermano, crecí con él y lo conozco
mejor que nadie ¿Has olvidado lo que sucedió con Sabrina? Mucho quererla y la
engañó con aquella Elfa ¿Es que no lo recuerdas?
-
Amy no necesariamente tiene que ocurrir lo mismo. Dale una oportunidad.
-
¿Y qué pasará si vuelve a ocurrir? Esta vez es nuestra hija.
-
Ahora no puedo decírtelo pero supongo que lo mataría con mis propias
manos.
Sam estaba con Danny y
Diandra que se alistaban para trasladarse a su casa.
-
Los voy a echar de menos -- decía
la chica
-
Vamos Sam, nos veremos a diario en el Instituto -- dijo Danny tratando de aparentar más
convicción de la que en realidad sentía.
-
Además vendremos tan a menudo como sea posible y esperamos que tú nos
visites igual --agregó su cuñada
-
Tendrás que aprender a compartir muy bien tu tiempo, porque si me
abandonas juro que te secuestraré y te llevaré con nosotros --
dijo Gail que venía entrando en ese momento y ella intentó sonreír
Cuando estuvo todo listo,
bajaron a despedirse de sus padres y de Giulian. Amy lloraba y Dan estaba muy
serio. A Iván le había costado mucho hacerse a la idea, pero entendía que así
debían ser las cosas. Aunque sabían que era natural que desearan tener su
propia casa, no les encajaba separarse de sus hijos.
-
Bueno mamá, papá -- dijo
Danny -- ya debemos irnos. Espero que
nos visiten mucho, si no, nos obligaran a estar metidos aquí -- dijo con una sonrisa forzada
Se acercó a su madre y la
abrazó, hizo lo mismo con su padre, su padrino y con Giulian, y por último con
quien más le costaba, su hermana. Había estado muy contento por trasladarse con
su esposa al hogar que compartirían de ahora en adelante, pero llegado el
momento de la partida, le estaba costando mucho separarse de Sam.
-
Apenas estemos instalados vendrás ¿cierto? -- le
preguntó
-
Claro -- contestó la chica secándose las lágrimas
-
Te amo Sam, y voy a echarte mucho de menos -- la abrazó fuerte y se volvió hacia Giulian
diciendo -- Cuídala mucho o practicaré
contigo todo lo que he aprendido para hacerte polvo.
Cuando le llegó el turno
de la despedida a Gail y a Aderyn, la rubia lloraba con desconsuelo y Gail
había perdido su capacidad para hacer chistes. Ambos abrazaron a Iván que hacía
el esfuerzo por mostrarse animado. Amy renovó su llanto y Dan solo los abrazó
incapaz de decir nada. Giulian intentó bromear pero tampoco pudo, y Sam solo
los abrazó con fuerza y prometió ir lo antes posible.
Después de todas las
despedidas, partieron. Sam sentía como si le hubieran arrancado un pedazo de sí
misma. Desde que se habían encontrado no habían vuelto a estar separados y le
resultaba difícil y doloroso verlos partir. Un rato después, salió al jardín
con Giulian.
-
Vamos princesa -- le dijo el hombre -- que no se van al fin del mundo, podrán
verse a diario, solo que no dormirán
aquí.
-
Ya lo sé, pero… pero…
-
Te estás comportando como una niña
-- él sabía por experiencia que hacer alusión a su edad era una mala
idea, pero pensó que de ese modo se calmaría.
Pero Sam estaba realmente
deprimida con la partida de sus hermanos y no tomó en cuenta lo que Giulian
había dicho, aunque en otras circunstancias tal vez se habría puesto furiosa.
Esa noche la cena estuvo
muy silenciosa, Mael como venía sucediendo muy a menudo tampoco estuvo
presente, lo que hizo sentir aun peor a Sam.
Todos se fueron a dormir
temprano pero como sucedía con mucha frecuencia, Giulian no podía dormir, de
modo que atravesó el pasillo y entró al cuarto de Sam. Solía quedarse allí solo
mirándola dormir. Verla así le provocaba sentimientos de ternura y despertaba
su instinto de protección, pero hoy las cosas fueron distintas. Las mantas se
habían corrido y dejaban ver la mayor parte de su cuerpo escasamente cubierto
por una bata transparente y que dejaba muy poco a la imaginación, la chica se
dio vuelta en sueños y Giulian perdió el aliento. Unos pechos perfectos se
dibujan a través del trozo de tela que se tensó con el movimiento y quedó
embobado viendo el rítmico subir y bajar de su respiración. No hubiera podido
evitar aun habiéndolo querido, el acercarse atraído como por un imán. Acarició
la línea de su cuello y Sam despertó. Cuando sus ojos se encontraron, el mundo
se paralizó otro minuto y como ya se estaba haciendo costumbre, se obligó a
pensar fríamente.
-
Vuelve a dormir corazón. Solo vine a ver si estabas bien.
-
Quédate conmigo Giulian, no quiero estar sola --
dijo con ojos suplicantes
Él sabía que era la peor
de las ideas, si se quedaba le esperaba una noche de tortura, pero con una
fuerza nacida de la suavidad de sus manos, lo obligó a acostarse a su lado, se acomodó en sus brazos
y casi inmediatamente se quedó dormida. Giulian en cambio no podía conciliar el
sueño, su ángel se había convertido en un demonio que lo enloquecía. El olor de
sus cabellos, la suavidad de su piel y la calidez de su cuerpo, no le permitían el descanso. No
supo en qué momento logró un sueño agitado y poblado de imágenes que no hacían
más que avivar un fuego ya de por sí muy violento. Despertó con la necesidad
imperiosa de correr, porque Sam se había acurrucado contra su cuerpo y tenía una pierna encajada entre
las suyas, lo que hacía que su deseo hubiera aumentado hasta límites
difícilmente controlables.
-
Sam -- llamó con suavidad para no asustarla
-
Mmm… -- murmuró ella aún
adormilada
-
Amor, sugiero que te coloques a una distancia más prudente si no quieres ser víctima de
circunstancias que rápidamente podrían escaparse de mi control.
La chica despertó
inmediatamente y dándose cuenta de la posición en la que estaban, murmuró una
disculpa y con las mejillas encendidas,
se alejó. A partir de ese momento ambos fingieron dormir pero en realidad
ninguno de los dos pudo volver a hacerlo. Apenas amanecía cuando Giulian le dio
un casto beso en la frente y salió de esa cámara de tortura. Salió tan apresuradamente
que no vio que Amy salía en ese momento
de su habitación.
Cuando Sam bajó, encontró
a sus padres con Iván en el desayunador. Se
dio cuenta enseguida que habían estado discutiendo. Saludó a todos y se
sentó. Amy miró a su esposo y haciendo un gesto de impaciencia se dirigió a su
hija.
-
Samantha es necesario que hablemos
-- dijo
-
Claro mamá ¿De qué?
-
De Giulian
Enseguida Sam se tensó,
cualquier conversación con su madre que incluyera a Giulian, estaba destinada a
no terminar bien.
-
¿Qué pasa con él?
-
Hija, yo puedo comprender que estés enamorada de él, después de todo
tiene amplia experiencia en seducción.
-
Madre, te agradecería que suprimieras los comentarios venenosos.
-
En cualquier caso -- continuó
Amy -- lo que no quiero es que te haga
sufrir. Aunque te molesten mis
comentarios, éstos son nacidos de la experiencia. Él no es, ni ha sido nunca un
hombre constante, y te sugiero por tu propio bien, que te tomes las cosas con
más calma.
-
¿A qué te refieres exactamente?
-- preguntó Sam que se enfurecía
por momentos -- Porque hasta donde yo
sé, no es que piense casarme mañana. Ni siquiera nos lo hemos planteado.
-
¿Lo ves? -- dijo triunfante -- Ni siquiera te ha propuesto matrimonio.
Esto terminará en unas cuantas noches contigo y después…
-
¡Amy! -- exclamó Dan
-
¡Madre! -- gritó a su vez la
chica poniéndose de pie y sin darse cuenta de que Giulian estaba entrando en
ese momento -- aprendí hace mucho, que
predecir el futuro no se le da a todo el mundo, de modo que no puedo decirte
qué va a pasar más adelante, no sé si él me ama lo suficiente como para
quedarse a mi lado un día, un mes o toda
la vida. Pero por lo pronto, si Giulian quiere hacerme el amor todos y cada uno
de los días, lo haré y nadie me lo va a impedir.
Se dio la vuelta y
colisionó violentamente justamente con el objeto de la discusión, murmuró unas
disculpas y salió de la casa perdiéndose en los jardines.
Amy estaba horrorizada.
Dan no sabía qué pensar y mucho menos qué decir, suponiendo que hubiera algo
que decir. Iván se planteó seriamente instalarse en Arx, porque aquí la vida se
estaba volviendo imposible. Y Giulian estaba terriblemente avergonzado por lo
que acababa de escuchar. Era una situación espinosa. Dan y Amy eran sus mejores
amigos y Samantha era la hija de ellos, pero al mismo tiempo la mujer que él
amaba, de modo que escucharla decir todo aquello a sus padres, resultaba muy
embarazoso. Trató de ponerse un momento en los zapatos de su amigo y se convenció de que definitivamente era una
situación imposible. Aquella chica había puesto su vida de cabeza.
-
Dan, Amy -- comenzó -- aunque
no lo creas enana, yo entiendo lo que sientes, no me crees capaz de amar
a nadie pero deberías recordar que sí puedo hacerlo. A Sabrina…
-
¡A Sabrina la engañaste! -- dijo
Amy con lágrimas en los ojos -- se
suponía que la amabas y la engañaste, que te haya perdonado no te hace menos
culpable. Eres mi hermano y te amo Giulian, pero amo más a mi hija y no voy a
permitir que la lastimes
-
Amy -- dijo acercándose y tomándola por los
hombros -- Amy escúchame. No puedo negar lo que he sido
ni lo que he hecho, eso equivaldría a negar que el sol nace y se pone cada día,
pero puedo asegurarte que amo a tu hija del mismo modo que puedo asegurarte que
jamás haría nada con la intención de hacerle daño.
-
Ya le has hecho mucho daño --
dijo sollozante
-
Sí, y lo he tenido que pagar muy caro, no he tenido vida. Ahora solo
quiero casarme con ella y hacerla feliz todos y cada uno de los días que me
queden de vida.
Tanto Dan como Amy e
incluso Iván, se quedaron boquiabiertos ante lo que acababan de escuchar.
¿Matrimonio? ¿En verdad había dicho que quería casarse? ¿Giulian? Por la forma
en que lo miraban se habría dicho que tenía tres cabezas.
-
¿Qué? -- preguntó él
-
Dijiste… ¿casarme con ella? --
preguntó Dan, como si sus oídos lo hubiesen engañado
-
Bueno…sí. No era así como había planeado decírtelo Dan pero…
Amy se dejó caer en una
silla y empezó a llorar. Giulian se
acercó y se arrodilló a su lado.
-
Amy…
-
A Sabrina nunca le propusiste matrimonio
-- dijo sollozante
-
No lo hice porque no hubo tiempo, pero
pensaba hacerlo cuando todo se solucionara. Enana, yo amé a Sabrina, pero lo que siento
por Sam a pesar de ser completamente
distinto, es amor también. Ya te lo he dicho, estoy dispuesto a dar la vida por
ella, ninguna otra mujer ha logrado interesarme desde que ella está en mi vida.
¿Recuerdas lo que me dijiste hace muchos años?
-
No ¿Qué?
-
Que algún día pagaría muy caro todo lo que había hecho y que aparecería
una mujer que me volvería loco y haría de mi vida un crucigrama chino.
-
¿Cómo puedes recordar eso? --
dijo ella sonriendo a través de las lágrimas
-
Lo recordé justo en cuanto empecé a
sentirme así con respecto a Sam. Llegó esa mujer enana, y lo irónico del
asunto es que fueras tú quien me la proporcionara.
Amy lo miró unos momentos
y recordó el día del nacimiento de los gemelos, a Giulian sosteniendo su mano
mientras ella gritaba de dolor, luego él sosteniendo a sus hijos con emoción en
sus brazos, el bautizo y su juramento de amarlos y protegerlos. Lloró con más
fuerza y lo abrazó. Era su silenciosa
manera de dar su aprobación y tanto Dan como Iván respiraron aliviados pensando
que tal vez aun fuese posible sobrevivir a aquel caos.
-
Pero les voy a pedir un favor. No le digan a Sam nada aún.
-
¿Por qué? -- preguntaron
extrañados
-
Porque me gusta tener la cabeza sobre los hombros, y si se entera de que
les dije que quería casarme con ella sin
decírselo primero, con toda seguridad me la quitará.
Los cuatro rieron, porque
el genio de Sam era por todos conocido, de modo que nadie se arriesgaría.
Sam estaba furiosa con su
madre pero al mismo tiempo arrepentida de haberle hablado así. Necesitaba
controlar su genio.
-
¿Samantha?
-
¡Papá, me asustaste!
-
¿Ya estás más tranquila?
-
Lo siento papá. Sé que no debí
hablarle así a mamá, pero es que…
-
Lo sé, y no es del todo tu culpa.
-
¿A qué te refieres?
-
A que es tu herencia, los Douglas hemos sido conocidos por nuestro mal
genio, y Amy… pues su apellido no es solo un detalle decorativo, por sus venas
corre sangre Nemhain.
Sam sonrió y abrazó a su
padre. Dijera lo que dijera del mal genio de los Douglas, ciertamente él debía
tener uno de los más suaves.
A pesar de que Giulian
había logrado reconciliarse con Amy, aún no se sentía del todo bien. Su
relación con Sam era explosiva, ella lograba sacarlo de sus casillas con mucha
facilidad. Por muchas vueltas que le diera al asunto, subsistía el hecho de que
Sam en muchos aspectos seguía siendo una niña, el problema era que él amaba a
esa niña. Pero la pregunta que más lo atormentaba era si estaría lista para el
matrimonio. No podía creer que justamente él estuviera preocupándose por el
matrimonio, ya que hubo una época en la que pensó que nunca habría lugar en su
vida para eso.
Faltaban solo tres días
para que comenzaran las clases. Dan se encontraba en la habitación con su
esposa, habían regresado tarde de Kelten con una Samantha muy enfadada y con
Giulian en un estado muy parecido. ¿El motivo? Casander Lèbedev. Se habían
tropezado con el ex novio de su hija en el centro comercial mientras compraban
unos libros que necesitarían, y como Samantha se entretuvo hablando con él,
Giulian le hizo en opinión de Dan, una ridícula escena de celos a Sam. Un
violento portazo lo sacó de sus pensamientos y miró su esposa que le devolvió
la mirada con resignación.
-
Y ahí vamos de nuevo -- dijo Dan
Esa pequeña malcriada no
se quedaría con la última palabra, pensó Giulian furioso. Cruzó el pasillo y
entró en la habitación de la chica.
-
Si tanto lo extrañas, ¿por qué terminaste con él? -- le gritó y ella lo miró furiosa
-
Pues mira que ya comienzo a hacerme la misma pregunta.
-
Bien, entonces envíale un mensaje y ábrele las ventanas de tu
habitación -- dijo y salió dando un
portazo.
Pero ella salió tras él y
aunque se hizo daño en la mano, detuvo la puerta del cuarto de Giulian que ya se cerraba.
-
¡Eres un estúpido arrogante! Al menos Casander era un caballero -- dijo huyendo a su habitación
La muy desgraciada, pensó
él y corrió tras ella.
-
No fue precisamente caballerosidad lo que vi el día que te arranqué de
sus brazos.
-
¡Pues nadie te dijo que lo
hicieras!
-
Por lo que debo concluir que te gusta ser tratada de esa forma. Querida,
de haberlo sabido habría modificado mi conducta en consecuencia.
Esto ya era demasiado,
pensó Sam. Ahora se enteraría el muy imbécil. Athame en mano salió tras él y entró
a la habitación de Giulian apuntándolo con decisión.
-
Tú, patán, grosero… -- pero las
palabras se le atragantaban
-
¿Yo? Debes estar bromeando. Yo sí he sido un caballero, al menos en lo
que ti respecta. Pero evidentemente estas ansiosa de brindarle tu atención a
ese…
Sam se acercó con un
brillo maligno en los ojos y con los brazos en alto a causa de la exasperación,
pero Giulian creyó que tenía intenciones de descargar su ira de forma más
violenta, de modo que le sujetó el brazo con el que sostenía el Athame y la
tomó de la cintura con su brazo libre.
La reacción fue
automática en el momento que sus labios se encontraron con furia. En un pequeño momento de lucidez,
Sam pensó que estaba inadecuadamente vestida para aquello. La bata casi
transparente que solía usar para dormir, la cubría de forma muy escasa y a
través de ella podía sentir el pecho desnudo de Giulian. Éste por su parte,
había dado rienda suelta a todas las pasiones que llevaba meses reprimiendo.
Por un breve instante soltó sus labios y trató de encontrar en su cerebro un
poco de cordura pero esta le falló y volvió a
apoderarse de los labios de Sam. La fina tela que la cubría dejaba adivinar fácilmente la tersura
de su piel. Hizo un último y gran
esfuerzo por separarse y la miró.
-
Sam, por piedad…
Pero el brillo de deseo en
esos ojos color violeta, lo vencieron. El Athame que Sam aún sostenía en sus
manos cayó al suelo y allí quedó olvidado. Giulian la levantó en brazos sin
dejar de besarla y la llevó hasta la
cama. Con la destreza nacida de una larga experiencia, se deshizo de la ropa de
Sam y con una gentileza inusitada comenzó a acariciar su piel. Sus labios
siguieron el camino trazado por sus manos llegando a los lugares más recónditos
y Sam gimió.
-
¿Esta es una nueva forma de tortura?
-- dijo la chica casi sin aliento
-
No princesa, es amor, y es el nuestro.
Sam arqueó el cuerpo y él
amoldó el suyo. Con premura se deshizo del pantalón de su pijama y ambos cuerpos pudieron sentirse
en toda su extensión.
-
¿Se vale? -- preguntó Sam en un
susurro mientras deslizaba sus manos por el cuerpo de él
-
Todo lo que ves te pertenece, amor.
Pero Giulian tuvo
verdaderos problemas para controlarse, porque por donde pasaban las pequeñas
manos de ella, dejaban una estela
ardiente. Sintió que todo su cuerpo se volvía líquido al calor de aquellas
manos, se acomodó entre sus piernas y lentamente comenzó a invadir su cuerpo en
el punto donde se concentraba todo su deseo. Sam gimió y se aferró a su espalda
dejando un arañazo como consecuencia del súbito dolor.
-
Solo es un momento princesa --
dijo con la voz ronca por el deseo -- el
dolor se irá enseguida y dará paso al placer.
Y así fue. Sus cuerpos comenzaron
a moverse rítmicamente en aquella danza ancestral de amor. El levantó
ligeramente la cabeza porque quería ver sus ojos en el momento en que
alcanzaran la cúspide, pero casi perdió la conciencia en aquella vertiginosa
corriente de placer y Sam sintió que el universo explotaba a su alrededor,
viendo como si miles de destellos de
colores iluminasen los cielos. En el último instante, antes de alcanzar el
clímax, se hundió en esos ojos azules y el resto del mundo quedó en el olvido.
Este era el verdadero Giulian, el hombre que se había negado a entregarse a
nadie y ahora estaba seguro de la razón.
Y esta era Samantha, la niña que acababa de dejar atrás la infancia para
convertirse en su mujer.
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