LMA 3

LMA 3
La vida que habían vivido hasta ahora había sido peligrosa pero nunca se sentaron a ver lo que sucedía, sino que participaron activamente en todo ello. Ahora tenían que reconstruir sobre las cenizas de la tristeza y de la pérdida, y para poder seguir tenían que comenzar todo de nuevo. Nunca nada sucede como suponíamos o como teníamos previsto pero siempre el universo nos brinda una nueva oportunidad. La vida les había dado mil razones para llorar pero ahora se disponían a encontrar otras mil para reír, debían dejar descansar a los que se habían ido pero siempre tendrían un lugar en el recuerdo y en el corazón de todos, y disponerse a comenzar… Una nueva vida

lunes, 14 de julio de 2014

Cap. 29 Mientras el universo envejecía otro minuto…



Las vacaciones casi habían llegado a su fin. Danny y Diandra habían anunciado que ese fin de semana se trasladaban a su nuevo hogar al igual que Gail y Aderyn. No lo habían querido hacer hasta asegurarse de que Sam estaba bien.

Giulian había encontrado muchas dificultades para hablar con Dan, especialmente después de que Amy lo viera salir con Sam de su habitación y las batallas verbales se habían vuelto cosa de todos los días.

-         Amy  -- dijo Dan -- ¿Qué te sucede mi amor? Pensé que habías aceptado la relación de Samantha y Giulian

-         En principio pensé que sí, pero no puedo dejar de pensar en que puede hacerle daño. No he olvidado cómo es Giulian y tú deberías recordarlo también.

-         Linda, cuando me enamoré de ti no hubo otra mujer para mí que no fueras tú. ¿Por qué no puede pasar lo mismo con Giulian?

-         Dan no seas iluso, Giulian es mi hermano, crecí con él y lo conozco mejor que nadie ¿Has olvidado lo que sucedió con Sabrina? Mucho quererla y la engañó con aquella Elfa ¿Es que no lo recuerdas?

-         Amy no necesariamente tiene que ocurrir lo mismo. Dale una oportunidad.

-         ¿Y qué pasará si vuelve a ocurrir? Esta vez es  nuestra hija.

-         Ahora no puedo decírtelo pero supongo que lo mataría con mis propias manos.

Sam estaba con Danny y Diandra que se alistaban para trasladarse a su casa.

-         Los voy a echar de menos  -- decía la chica

-         Vamos Sam, nos veremos a diario en el Instituto  -- dijo Danny tratando de aparentar más convicción de la que en realidad sentía.

-         Además vendremos tan a menudo como sea posible y esperamos que tú nos visites igual  --agregó su cuñada

-         Tendrás que aprender a compartir muy bien tu tiempo, porque si me abandonas juro que te secuestraré y te llevaré con nosotros  --  dijo Gail que venía entrando en ese momento y ella intentó sonreír

Cuando estuvo todo listo, bajaron a despedirse de sus padres y de Giulian. Amy lloraba y Dan estaba muy serio. A Iván le había costado mucho hacerse a la idea, pero entendía que así debían ser las cosas. Aunque sabían que era natural que desearan tener su propia casa, no les encajaba separarse de sus hijos.

-         Bueno mamá, papá  -- dijo Danny  -- ya debemos irnos. Espero que nos visiten mucho, si no, nos obligaran a estar metidos aquí  -- dijo con una sonrisa forzada

Se acercó a su madre y la abrazó, hizo lo mismo con su padre, su padrino y con Giulian, y por último con quien más le costaba, su hermana. Había estado muy contento por trasladarse con su esposa al hogar que compartirían de ahora en adelante, pero llegado el momento de la partida, le estaba costando mucho separarse de Sam.

-         Apenas estemos instalados vendrás ¿cierto?   --  le preguntó 

-         Claro  --  contestó la chica secándose las lágrimas

-         Te amo Sam, y voy a echarte mucho de menos  -- la abrazó fuerte y se volvió hacia Giulian diciendo  -- Cuídala mucho o practicaré contigo todo lo que he aprendido para hacerte polvo.

Cuando le llegó el turno de la despedida a Gail y a Aderyn, la rubia lloraba con desconsuelo y Gail había perdido su capacidad para hacer chistes. Ambos abrazaron a Iván que hacía el esfuerzo por mostrarse animado. Amy renovó su llanto y Dan solo los abrazó incapaz de decir nada. Giulian intentó bromear pero tampoco pudo, y Sam solo los abrazó con fuerza y prometió ir lo antes posible.

Después de todas las despedidas, partieron. Sam sentía como si le hubieran arrancado un pedazo de sí misma. Desde que se habían encontrado no habían vuelto a estar separados y le resultaba difícil y doloroso verlos partir. Un rato después, salió al jardín con Giulian.

-         Vamos princesa  -- le dijo el hombre  -- que no se van al fin del mundo, podrán verse a diario, solo que no dormirán  aquí.

-         Ya lo sé, pero… pero…

-         Te estás comportando como una niña  -- él sabía por experiencia que hacer alusión a su edad era una mala idea, pero pensó que de ese modo se calmaría.

Pero Sam estaba realmente deprimida con la partida de sus hermanos y no tomó en cuenta lo que Giulian había dicho, aunque en otras circunstancias tal vez se habría puesto furiosa.

Esa noche la cena estuvo muy silenciosa, Mael como venía sucediendo muy a menudo tampoco estuvo presente, lo que hizo sentir aun peor a Sam.

Todos se fueron a dormir temprano pero como sucedía con mucha frecuencia, Giulian no podía dormir, de modo que atravesó el pasillo y entró al cuarto de Sam. Solía quedarse allí solo mirándola dormir. Verla así le provocaba sentimientos de ternura y despertaba su instinto de protección, pero hoy las cosas fueron distintas. Las mantas se habían corrido y dejaban ver la mayor parte de su cuerpo escasamente cubierto por una bata transparente y que dejaba muy poco a la imaginación, la chica se dio vuelta en sueños y Giulian perdió el aliento. Unos pechos perfectos se dibujan a través del trozo de tela que se tensó con el movimiento y quedó embobado viendo el rítmico subir y bajar de su respiración. No hubiera podido evitar aun habiéndolo querido, el acercarse atraído como por un imán. Acarició la línea de su cuello y Sam despertó. Cuando sus ojos se encontraron, el mundo se paralizó otro minuto y como ya se estaba haciendo costumbre, se obligó a pensar fríamente.

-         Vuelve a dormir corazón. Solo vine a ver si estabas bien.

-         Quédate conmigo Giulian, no quiero estar sola  --  dijo con ojos suplicantes

Él sabía que era la peor de las ideas, si se quedaba le esperaba una noche de tortura, pero con una fuerza nacida de la suavidad de sus manos, lo obligó a  acostarse a su lado, se acomodó en sus brazos y casi inmediatamente se quedó dormida. Giulian en cambio no podía conciliar el sueño, su ángel se había convertido en un demonio que lo enloquecía. El olor de sus cabellos, la suavidad de su piel y la calidez de  su cuerpo, no le permitían el descanso. No supo en qué momento logró un sueño agitado y poblado de imágenes que no hacían más que avivar un fuego ya de por sí muy violento. Despertó con la necesidad imperiosa de correr, porque Sam se había acurrucado contra  su cuerpo y tenía una pierna encajada entre las suyas, lo que hacía que su deseo hubiera aumentado hasta límites difícilmente controlables.

-         Sam   --  llamó con suavidad para no asustarla

-         Mmm…  -- murmuró ella aún adormilada

-         Amor, sugiero que te coloques a una distancia  más prudente si no quieres ser víctima de circunstancias que rápidamente podrían escaparse de mi control.

La chica despertó inmediatamente y dándose cuenta de la posición en la que estaban, murmuró una disculpa y con  las mejillas encendidas, se alejó. A partir de ese momento ambos fingieron dormir pero en realidad ninguno de los dos pudo volver a hacerlo. Apenas amanecía cuando Giulian le dio un casto beso en la frente y salió de esa cámara de tortura. Salió tan apresuradamente que no vio  que Amy salía en ese momento de su habitación.

Cuando Sam bajó, encontró a sus padres con Iván en el desayunador. Se  dio cuenta enseguida que habían estado discutiendo. Saludó a todos y se sentó. Amy miró a su esposo y haciendo un gesto de impaciencia se dirigió a su hija.

-         Samantha es necesario que hablemos  -- dijo

-         Claro mamá ¿De qué?

-         De Giulian

Enseguida Sam se tensó, cualquier conversación con su madre que incluyera a Giulian, estaba destinada a no terminar bien.

-         ¿Qué pasa con él?

-         Hija, yo puedo comprender que estés enamorada de él, después de todo tiene amplia experiencia en seducción.

-         Madre, te agradecería que suprimieras los comentarios venenosos.

-         En cualquier caso  -- continuó Amy  -- lo que no quiero es que te haga sufrir. Aunque  te molesten mis comentarios, éstos son nacidos de la experiencia. Él no es, ni ha sido nunca un hombre constante, y te sugiero por tu propio bien, que te tomes las cosas con más calma.

-         ¿A qué te refieres exactamente?  --  preguntó Sam que se enfurecía por momentos  -- Porque hasta donde yo sé, no es que piense casarme mañana. Ni siquiera nos lo hemos planteado.

-         ¿Lo ves?  -- dijo triunfante  -- Ni siquiera te ha propuesto matrimonio. Esto terminará en unas cuantas noches contigo y después…

-         ¡Amy!  --  exclamó Dan

-         ¡Madre!  -- gritó a su vez la chica poniéndose de pie y sin darse cuenta de que Giulian estaba entrando en ese momento  -- aprendí hace mucho, que predecir el futuro no se le da a todo el mundo, de modo que no puedo decirte qué va a pasar más adelante, no sé si él me ama lo suficiente como para quedarse a mi lado  un día, un mes o toda la vida. Pero por lo pronto, si Giulian quiere hacerme el amor todos y cada uno de los días, lo haré y nadie me lo va a impedir.

Se dio la vuelta y colisionó violentamente justamente con el objeto de la discusión, murmuró unas disculpas y salió de la casa perdiéndose en los jardines.

Amy estaba horrorizada. Dan no sabía qué pensar y mucho menos qué decir, suponiendo que hubiera algo que decir. Iván se planteó seriamente instalarse en Arx, porque aquí la vida se estaba volviendo imposible. Y Giulian estaba terriblemente avergonzado por lo que acababa de escuchar. Era una situación espinosa. Dan y Amy eran sus mejores amigos y Samantha era la hija de ellos, pero al mismo tiempo la mujer que él amaba, de modo que escucharla decir todo aquello a sus padres, resultaba muy embarazoso. Trató de ponerse un momento en los zapatos de su amigo  y se convenció de que definitivamente era una situación imposible. Aquella chica había puesto su vida de cabeza.

-         Dan, Amy  -- comenzó  -- aunque  no lo creas enana, yo entiendo lo que sientes, no me crees capaz de amar a nadie pero deberías recordar que sí puedo hacerlo. A Sabrina…

-         ¡A Sabrina la engañaste!  -- dijo Amy con lágrimas en los ojos  -- se suponía que la amabas y la engañaste, que te haya perdonado no te hace menos culpable. Eres mi hermano y te amo Giulian, pero amo más a mi hija y no voy a permitir que la lastimes

-         Amy  --  dijo acercándose y tomándola por los hombros  --  Amy escúchame. No puedo negar lo que he sido ni lo que he hecho, eso equivaldría a negar que el sol nace y se pone cada día, pero puedo asegurarte que amo a tu hija del mismo modo que puedo asegurarte que jamás haría nada con la intención de hacerle daño.

-         Ya le has hecho mucho daño  -- dijo sollozante

-         Sí, y lo he tenido que pagar muy caro, no he tenido vida. Ahora solo quiero casarme con ella y hacerla feliz todos y cada uno de los días que me queden de vida.

Tanto Dan como Amy e incluso Iván, se quedaron boquiabiertos ante lo que acababan de escuchar. ¿Matrimonio? ¿En verdad había dicho que quería casarse? ¿Giulian? Por la forma en que lo miraban se habría dicho que tenía tres cabezas.

-         ¿Qué?  -- preguntó él

-         Dijiste… ¿casarme con ella?  -- preguntó Dan, como si sus oídos lo hubiesen engañado

-         Bueno…sí. No era así como había planeado decírtelo Dan pero…

Amy se dejó caer en una silla y  empezó a llorar. Giulian se acercó y se arrodilló a  su lado.

-         Amy…

-         A Sabrina nunca le propusiste matrimonio  --  dijo sollozante

-         No lo hice porque no hubo tiempo, pero  pensaba hacerlo cuando todo se solucionara.  Enana, yo amé a Sabrina, pero lo que siento por Sam a pesar de ser  completamente distinto, es amor también. Ya te lo he dicho, estoy dispuesto a dar la vida por ella, ninguna otra mujer ha logrado interesarme desde que ella está en mi vida. ¿Recuerdas lo que me dijiste hace muchos años?

-         No ¿Qué?

-         Que algún día pagaría muy caro todo lo que había hecho y que aparecería una mujer que me volvería loco y haría de mi vida un crucigrama chino.

-         ¿Cómo puedes recordar eso?  -- dijo ella sonriendo a través de las lágrimas

-         Lo recordé justo en cuanto empecé a  sentirme así con respecto a Sam. Llegó esa mujer enana, y lo irónico del asunto es que fueras tú quien me la proporcionara.

Amy lo miró unos momentos y recordó el día del nacimiento de los gemelos, a Giulian sosteniendo su mano mientras ella gritaba de dolor, luego él sosteniendo a sus hijos con emoción en sus brazos, el bautizo y su juramento de amarlos y protegerlos. Lloró con más fuerza y  lo abrazó. Era su silenciosa manera de dar su aprobación y tanto Dan como Iván respiraron aliviados pensando que tal vez aun fuese posible sobrevivir a aquel caos.

-         Pero les voy a pedir un favor. No le digan a Sam nada aún.

-         ¿Por qué?  -- preguntaron extrañados

-         Porque me gusta tener la cabeza sobre los hombros, y si se entera de que les dije que quería casarme  con ella sin decírselo primero, con toda seguridad me la quitará.

Los cuatro rieron, porque el genio de Sam era por todos conocido, de modo que nadie se arriesgaría.

Sam estaba furiosa con su madre pero al mismo tiempo arrepentida de haberle hablado así. Necesitaba controlar su genio.

-         ¿Samantha?

-         ¡Papá, me asustaste!

-         ¿Ya estás más tranquila?

-         Lo siento papá. Sé  que no debí hablarle así a mamá, pero es que…

-         Lo sé, y no es del todo tu culpa.

-         ¿A qué te refieres?

-         A que es tu herencia, los Douglas hemos sido conocidos por nuestro mal genio, y Amy… pues su apellido no es solo un detalle decorativo, por sus venas corre sangre Nemhain.

Sam sonrió y abrazó a su padre. Dijera lo que dijera del mal genio de los Douglas, ciertamente él debía tener uno de los más suaves.

A pesar de que Giulian había logrado reconciliarse con Amy, aún no se sentía del todo bien. Su relación con Sam era explosiva, ella lograba sacarlo de sus casillas con mucha facilidad. Por muchas vueltas que le diera al asunto, subsistía el hecho de que Sam en muchos aspectos seguía siendo una niña, el problema era que él amaba a esa niña. Pero la pregunta que más lo atormentaba era si estaría lista para el matrimonio. No podía creer que justamente él estuviera preocupándose por el matrimonio, ya que hubo una época en la que pensó que nunca habría lugar en su vida para eso.

Faltaban solo tres días para que comenzaran las clases. Dan se encontraba en la habitación con su esposa, habían regresado tarde de Kelten con una Samantha muy enfadada y con Giulian en un estado muy parecido. ¿El motivo? Casander Lèbedev. Se habían tropezado con el ex novio de su hija en el centro comercial mientras compraban unos libros que necesitarían, y como Samantha se entretuvo hablando con él, Giulian le hizo en opinión de Dan, una ridícula escena de celos a Sam. Un violento portazo lo sacó de sus pensamientos y miró su esposa que le devolvió la mirada con resignación.

-         Y ahí vamos de nuevo  -- dijo Dan

Esa pequeña malcriada no se quedaría con la última palabra, pensó Giulian furioso. Cruzó el pasillo y entró en la habitación de la chica.

-         Si tanto lo extrañas, ¿por qué terminaste con él?  -- le gritó y ella lo miró furiosa

-         Pues mira que ya comienzo a hacerme la misma pregunta.

-         Bien, entonces envíale un mensaje y ábrele las ventanas de tu habitación   -- dijo y salió dando un portazo.

Pero ella salió tras él y aunque se hizo daño en la mano, detuvo la puerta del cuarto de Giulian que  ya se cerraba.

-         ¡Eres un estúpido arrogante! Al menos Casander era un caballero   -- dijo huyendo a su habitación

La muy desgraciada, pensó él y corrió tras ella.

-         No fue precisamente caballerosidad lo que vi el día que te arranqué de sus brazos.

-         ¡Pues nadie te dijo que lo  hicieras!

-         Por lo que debo concluir que te gusta ser tratada de esa forma. Querida, de haberlo sabido habría modificado mi conducta en consecuencia.

Esto ya era demasiado, pensó Sam. Ahora se enteraría el muy imbécil. Athame en mano salió tras él y entró a la habitación de Giulian apuntándolo con decisión.

-         Tú, patán, grosero…  -- pero las palabras se le atragantaban

-         ¿Yo? Debes estar bromeando. Yo sí he sido un caballero, al menos en lo que ti respecta. Pero evidentemente estas ansiosa de brindarle tu atención a ese…

Sam se acercó con un brillo maligno en los ojos y con los brazos en alto a causa de la exasperación, pero Giulian creyó que tenía intenciones de descargar su ira de forma más violenta, de modo que le sujetó el brazo con el que sostenía el Athame y la tomó de la cintura con su brazo libre.

La reacción fue automática en el momento que sus labios se encontraron  con furia. En un pequeño momento de lucidez, Sam pensó que estaba inadecuadamente vestida para aquello. La bata casi transparente que solía usar para dormir, la cubría de forma muy escasa y a través de ella podía sentir el pecho desnudo de Giulian. Éste por su parte, había dado rienda suelta a todas las pasiones que llevaba meses reprimiendo. Por un breve instante soltó sus labios y trató de encontrar en su cerebro un poco de cordura pero esta le falló y volvió a  apoderarse de los labios de Sam. La fina tela que la  cubría dejaba adivinar fácilmente la tersura de su piel. Hizo un último y  gran esfuerzo por separarse y la miró.

-         Sam, por  piedad…

Pero el brillo de deseo en esos ojos color violeta, lo vencieron. El Athame que Sam aún sostenía en sus manos cayó al suelo y allí quedó olvidado. Giulian la levantó en brazos sin dejar de besarla y  la llevó hasta la cama. Con la destreza nacida de una larga experiencia, se deshizo de la ropa de Sam y con una gentileza inusitada comenzó a acariciar su piel. Sus labios siguieron el camino trazado por sus manos llegando a los lugares más recónditos y Sam gimió.

-         ¿Esta es una nueva forma de tortura?  -- dijo la chica casi sin aliento

-         No princesa, es amor, y es el nuestro.

Sam arqueó el cuerpo y él amoldó el suyo. Con premura se deshizo del pantalón de  su pijama y ambos cuerpos pudieron sentirse en toda su extensión.

-         ¿Se vale?  -- preguntó Sam en un susurro mientras deslizaba sus manos por el cuerpo de él

-         Todo lo que ves te pertenece, amor.

Pero Giulian tuvo verdaderos problemas para controlarse, porque por donde pasaban las pequeñas manos de ella,  dejaban una estela ardiente. Sintió que todo su cuerpo se volvía líquido al calor de aquellas manos, se acomodó entre sus piernas y lentamente comenzó a invadir su cuerpo en el punto donde se concentraba todo su deseo. Sam gimió y se aferró a su espalda dejando un arañazo como consecuencia del súbito dolor.

-         Solo es un momento princesa  -- dijo con la voz ronca por el deseo  -- el dolor se irá enseguida y dará paso al placer.

Y así fue. Sus cuerpos comenzaron a moverse rítmicamente en aquella danza ancestral de amor. El levantó ligeramente la cabeza porque quería ver sus ojos en el momento en que alcanzaran la cúspide, pero casi perdió la conciencia en aquella vertiginosa corriente de placer y Sam sintió que el universo explotaba a su alrededor, viendo como si miles de  destellos de colores iluminasen los cielos. En el último instante, antes de alcanzar el clímax, se hundió en esos ojos azules y el resto del mundo quedó en el olvido. Este era el verdadero Giulian, el hombre que se había negado a entregarse a nadie y ahora estaba seguro de la razón.  Y esta era Samantha, la niña que acababa de dejar atrás la infancia para convertirse en su  mujer.


Después de experimentar la mayor felicidad posible, se quedaron dormidos uno en brazos del otro mientras el universo envejecía otro minuto.  

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