Ya
estaban en noviembre y las cosas habían ido adquiriendo un tinte de cierta
normalidad. Las clases marchaban muy bien, eventualmente los Arzhaelíes tenían
algún trabajo fuera pero no era frecuente. Sam seguía extrañando mucho a Mael,
porque a pesar de que lo veía en el instituto a diario, él era quien con mayor
frecuencia salía en forma inesperada y entonces no lo veía ni allí. Aparte de
eso echaba mucho de menos sus largas conversaciones nocturnas.
Faltaban un par de semanas para los exámenes
finales, cuando Sam tuvo un encuentro desagradable con Jared a la hora de la
comida. En realidad se veían muy poco, ya que él estudiaba una carrera que no le era muy
simpática a Sam, Ocultismo.
-
Hola, ¿puedo acompañarte? -- le
preguntó Jared
-
Eres libre de sentarte donde gustes, y esta mesa no es de mi exclusiva
propiedad.
-
Tan simpática como siempre.
-
Aclaremos algo Jared. No somos amigos y dudo mucho que podamos serlo,
simplemente nos conocimos en unas vacaciones.
-
Vaya, que directa. Y puedo preguntar la razón por la que me niegas la posibilidad
de tu amistad.
-
Sí claro, el grupo con el que andas no es de mi agrado.
-
No te estoy pidiendo que seas amiga de ellos.
-
El problema es que si andas con ellos, debes pensar y actuar como ellos.
-
¿Tienes algún motivo especial para tener
tan alta opinión de mis amigos?
-
Oh sí, créeme que sí.
-
¿Y podría saberlo?
Sam se quedó mirándolo unos minutos y se preguntó
si al ser Jared extranjero, existía alguna posibilidad de que no supiera con
quién se estaba asociando, pero era algo muy improbable, Nurión había sido
expresamente conocido por todos y según lo que había escuchado a otros
compañeros, aquel chico había sufrido también por su causa.
-
Lery es una rata despreciable. Su familia fue activista de los Nemhains
más recalcitrantes y sirvieron incondicionalmente a Bastian O’Neill, y según
creí entender, a ti tampoco te fue muy bien con él. Pero aparte de eso, todos
en nuestro mundo saben que ese individuo persiguió y casi destruyó a mi
familia.
-
Entiendo -- dijo el muchacho -- lamento haberte molestado.
Y como era su extraña costumbre no dijo más y se
retiró sin mostrar asombro ni ningún sentimiento en realidad. Seguía
resultándole una persona extraña e inquietante.
Un
domingo en la tarde, Sam había ido con Giulian a la casa de los McKenzie y
mientras las chicas estaban arriba con Liz, Giulian se había quedado abajo con
Peter y Anne.
-
Giulian, sabes
que te queremos y eres nuestro amigo, pero en mi opinión estás cometiendo un
terrible error -- le estaba diciendo Anne en aquel momento
-
Anne… --
intentó detenerla Peter
-
¿Por qué? --
preguntó Giulian confuso y no entendiendo de qué le hablaba ella
-
Samantha es una
niña, sé que la mayor parte del tiempo eso carece de importancia, por ejemplo
los padres de Diandra se llevaban muchos años entre sí, pero en tu caso, debes
reconocer que has sido un tanto… digamos que especial en lo que a chicas se
refiere, y siendo ella una criatura, dudo mucho que pueda ser feliz contigo.
-
Anne ya
basta --
dijo Peter
-
Anne, tú al igual
que todos saben que yo amo a Sam más que a mi propia vida
-
Suponiendo que
eso fuera cierto, cosa que perdóname, pero lo dudo mucho --
insistió ella -- ¿Por qué no se han casado? Ni siquiera he
escuchado que tengan planes de boda y no entiendo como Dan y Amy permiten esta
situación.
-
Anne, es algo que
voy a resolver
-
¿Ah sí? ¿Y
cuándo?
-
Cuando lo
considere oportuno -- dijo Giulian
Ninguno
había notado la presencia de Sam, quien volvió sobre sus pasos y con una gran
preocupación.
Lo que
Anne no sabía, era que Giulian sí había hablado con Dan y Amy de aquello, y
ellos al igual que él, consideraban que debía esperar. En el caso de los
Douglas, se preocupaban por lo volátil de aquella relación y pensaban que debía
madurar un poco más y estar seguros que no se matarían. Y en el caso de
Giulian, con el correr de los días una duda había ido creciendo en su interior,
porque lo que había dicho Anne él lo había estado pensando cada vez con más
insistencia, pero con otra connotación. Sam era muy joven y tal vez no le
atrajera la idea de pasar el resto de su vida al lado de un sujeto como él
habiendo jóvenes de su edad como Mael,
que daban su vida por un minuto de su tiempo. Y en realidad, tenía mucho miedo
de que Sam lo rechazase.
Sin
embargo, aquella noche después de una silenciosa cena donde Sam se había
limitado a juguetear con su comida y en la que Dan y Amy se preguntaban en
silencio qué estaría sucediendo ahora, Sam se disculpó y subió a su habitación
y a los pocos minutos Giulian subió tras ella.
-
Casi no comiste
princesa -- le dijo acercándose y abrazándola -- ¿Te
sientes mal?
-
No, es que comí
muchos dulces esta tarde mientras estaba con las chicas y por cierto, mañana
saldré con ellas a comprar algunas cosas para los bebes y probablemente nos
quedemos a comer en Kelten
-
Mmm… estás
tratando de decirme que no quieren compañía ¿correcto? -- y
ella sonrió abrazándose más a él
-
Sería aburrido
para ti -- le dijo
-- ¿O es que acaso te imaginas
comprando cosas para bebe?
-
Podría -- le
dijo él y luego de un minuto -- ¿Princesa… considerarías casarte conmigo?
A
pesar de que la amaba con locura, había
tenido que armarse de valor para vencer el terror de hacer aquella pregunta.
Ella se había quedado silenciosa y mirándolo por un tiempo mucho más largo del
que él habría esperado y luego le sonrió de forma que le pareció triste, de
modo que supo la respuesta antes de que saliera de sus labios y se sintió
terriblemente desgraciado.
-
Yo te amo
Giulian, pero por el momento no quiero casarme
Trató
de disimular su enorme decepción, tenía que decir algo porque ella lo miraba,
pero sentía el corazón hecho pedazos y una pregunta se repetía en su cabeza…
¿Cuánto tiempo se quedaría ella a su lado?
-
Está bien
princesa, pero debes saber que insistiré
-- le dijo y ella sonrió
-
De acuerdo, quizá
la próxima vez te diga que sí.
Se
quedó un rato más con ella y luego salió, esa sería una de las noches más
angustiantes desde los tiempos en que estuvo lejos de casa. Mientras que Sam se
preguntaba si había hecho bien, porque le había parecido que lo había
entristecido su respuesta, pero estaba segura que se lo había pedido por lo que
había estado conversando con Anne y no porque realmente lo desease. Es impresionante
cómo puede engañarse el ser humano cuando de sus propios sentimientos se trata,
pero ambos estaban sufriendo sin darse cuenta de lo equivocados que estaban.
A la
mañana siguiente, Sam se levantó muy temprano, pasó por la habitación de los
niños pero estos dormían, se preguntó si Mael vendría temprano pero no
sabiéndolo y habiendo quedado con las chicas en salir, bajó a desayunar. No vio
ni a sus padres, ni a Iván, ni a Giulian, lo que ella no sabía, era que él
había pasado toda la noche en el estudio bebiendo y que cuando Iván había
llegado casi al amanecer, lo había subido a su habitación y obligado a meterse
bajo el agua helada.
-
Eres el mayor de
los estúpidos Giulian Cornwall -- le estaba diciendo -- ¿Se
puede saber en qué lío estás metido ahora?
-
Sam no me ama
Iván
no sabía si reír o darle un buen golpe en la cabeza.
-
Pues ciertamente
dudo que te quiera mucho en esas condiciones
-- le dijo --
Date prisa, porque debe estar por bajar, si no te encuentra subirá a
buscarte y supongo que no quieres que te encuentre con semejante borrachera.
Sin
embargo, Sam no solo no subió a buscarlo, sino que no la vieron en todo el día,
lo que solo contribuyó a aumentar la enorme frustración de Giulian. Pero como
él no era de los que estaba acostumbrado a quedarse inactivo, cuando vio que se
acercaba la noche, le envió un urgente mensaje pidiéndole que salieran.
-
Vamos Sam -- le
dijo Aderyn -- lo que estás pensando me parece una necedad
enorme, todos sabemos que Giulian babea por ti.
-
Y sabemos de
igual modo que tía Anne puede ser bastante irritante, por mucho que nos quiera,
suele tener opiniones fuera de lugar y darlas cuando menos conviene --
agregó Diandra
-
Es que yo no creo
que él lo desee realmente -- porfió Sam
-
De acuerdo -- dijo
Aderyn juzgando que de momento era mejor
no insistir -- Pero al menos ve con él, al pobre le faltó
poco para suplicarte que salieras con él.
-
Y dudo mucho que
vaya a arrastrarte al altar si lo acompañas
-- dijo Diandra sonriendo
De
modo que Sam se despidió de las chicas y regresó a su casa, se dio un baño, se
cambió y se fue con un muy feliz Giulian.
Dan, Amy e Iván cenaron solos y luego Iván
anunció que él también saldría aquella noche y
evitó mirar a Dan. Después de cenar, Dan y Amy se fueron al salón y se
sentaron frente a la chimenea.
-
Dan -- dijo Amy
-
Dime.
-
¿Tú aún me amas?
A Dan le sorprendió enormemente esa pregunta.
-
¿Pero... qué dices? -- preguntó demostrando su asombro -- Claro que te amo Amy ¿Por qué me preguntas
eso?
-
Es que… -- comenzó insegura
-- he visto cómo miras a las
chicas en el Instituto y eso me hace sentir mal, pienso que como ellas son más
jóvenes y lindas pues…
Dan sonrió y se acercó más a su esposa abrazándola.
-
Mi amor, es posible que las mire es verdad, pero no porque las considere
más lindas que a ti. Las veo como tú ves un cuadro bien pintado o un paisaje
bonito, solo los admiras pero no necesariamente quieres hacerlos tuyos.
-
¿Estás seguro? No soportaría que estuvieras conmigo solo porque soy tu
esposa o porque te sintieras atado a mí. Si en algún momento quieres…
-
¡Ey! -- le dijo colocándole un dedo en los
labios -- Todo ese razonamiento está muy bien, pero has
olvidado algo muy importante.
-
¿Qué?
-
Que yo te amo Amy, y no te cambiaría por nadie. Cuando me enamoré de ti
supe que era para toda la vida y aún sigo pensando lo mismo.
La miró tiernamente y la besó. Y ciertamente aún
seguía sintiendo lo mismo que antes, sus labios tenían el mismo sabor dulce de
la primera vez, su piel seguía siendo suave y cálida, y su olor aún lo mareaba.
Sus manos comenzaron un viaje por todo el territorio corporal de su mujer, que
tan bien conocía y despertando la misma pasión que le era familiar.
-
Dan -- dijo entrecortadamente
-
Mmm…
-
Estamos en el salón, yo…
Pero él no estaba dispuesto a dejarse interrumpir
por una nimiedad como esa, de modo que siguió explorando su cuerpo haciendo
especial énfasis en los lugares que sabía por experiencia que causaría mayor
devastación en ella hasta que ya no encontró más resistencia. Ella se rindió a
sus besos y a sus caricias olvidándose de todo lo demás. En pocos minutos y con
la habilidad que lo caracterizaba, ya la había despojado de toda barrera que le
impidiera sentir su piel, y con rápidos y precisos movimientos se deshizo de la
suya. A partir de entonces, emprendieron un viaje cuyo camino habían transitado
incontables veces y que siempre les producía el mismo placer. El resultado fue
una unión perfecta, dos cuerpos que se deseaban y se amaban con la misma intensidad de siempre. Amy se quedó
dormida en sus brazos y con una sonrisa en los labios. Dan la miró y se sintió
feliz, recordó que ni en sus más locos sueños, cuando aún estaban en el
colegio, imaginó que podría alcanzar una felicidad como aquella. Conjurando una
manta cubrió parcialmente sus cuerpos y se quedó dormido, ajenos ambos a que en
aquel mismo lugar unas semanas antes su hija había experimentado emociones muy
similares.
Cuando Giulian y Sam regresaron, él trató de
evitar que Sam se diera cuenta de que
sus padres estaban en el salón, y especialmente cómo estaban, ya que quedaban muy pocas dudas acerca de lo que allí
había ocurrido, pero no lo pudo impedir. Sam los miró, sonrió y se fue a
descansar.
A la
mañana siguiente, Sam corría escaleras abajo, se le había hecho tarde y apenas
tuvo tiempo de pasar por la habitación de los niños y darles un apresurado
beso.
-
Princesa, no hay
necesidad de correr así, te romperás el cuello
-- dijo Giulian cuando la vio
bajar
-
Es muy tarde,
mamá y papá ya desayunaron ¿verdad?
-
Están terminando,
y tú comerás algo antes de partir
-
¡No! No me da
tiempo, hoy…
Pero
la frase quedó suspendida en cuanto la figura de Jonathan se hizo presente.
-
Liz está en el hospital
Sam se
quedó paralizada y sintió pánico, pero luego recordó que la chica les había
dicho un par de días antes que ya estaban en la fecha. De modo que olvidándose
de la prisa que tenía por llegar al Instituto, ella y Giulian corrieron hacia
el Dver.
-
!Ey! -- los
detuvo la voz de Dan
-
No tenemos tiempo
papá, Liz está en el Hospital
Se
metieron al Dver y partieron hacia allá. Una vez que llegaron, ya Mael estaba
allí con Jonathan. Para el segundo de los McKenzie, Giulian y Mael eran sus
mejores amigos, y faltando su hermano ellos habían contribuido mucho a hacerle
más llevadera su pérdida, por lo que no habría considerado llamar a nadie más.
-
¿Cómo marcha
todo? --
preguntó Sam
-
No estoy muy
seguro -- dijo el chico
-- Desde que la ingresaron no nos
han dicho nada
-
No te preocupes,
ya verás que todo va a salir bien
-- le dijo Giulian
-
¿Y los
demás? -- preguntó Sam
-
No lo sé --
dijo Jonathan -- Mael estaba conmigo cuando mamá me mandó a
llamar, de modo que solo avisé a Giulian
Una
vez que dijo eso, Sam se puso en comunicación con sus hermanos y unos minutos
después llegaban ellos seguidos de Dan, Amy e Iván. Anne estaba en un terrible
estado de nervios, de modo que Iván procedió a tranquilizarla, después de lo
cual se le acercó Peter.
-
¿No podrías
averiguar qué está sucediendo Iván?
-- le preguntó en voz baja --
Hace mucho que esperamos y no nos han dicho nada.
Iván
ya sabía perfectamente lo que sucedía al igual que Mael, pero había considerado
más prudente que ellos no. De modo que tan discretamente como le fue posible,
se llevó a Peter aparte.
-
Peter, las cosas
no van bien, han surgido algunas complicaciones
-- le dijo
Peter
iba a preguntar pero en ese momento venían llegando los padres de Liz y se
limitó a mirar con preocupación a Iván. La espera se volvió angustiosa y Danny
estaba considerando la posibilidad de llevarse a Diandra que estaba en un
estado cercano a la crisis nerviosa, pero en ese momento un Läkare asomó la
cabeza.
-
¿Quién es Jonathan? --
preguntó mirándolos a todos
-
Soy yo --
dijo el chico
-
Por favor, pase
un momento -- le indicó el hombre
Mael
le dio una palmada en el hombro y Jonathan avanzó, pero una vez dentro habría
preferido que no lo llamasen precisamente a él, porque nunca había sido bueno
para aquellas cosas. Sin embargo, se acercó a la camilla donde estaba Liz.
-
Jonathan…
-
Aquí --
dijo él sujetando la mano de la chica
-
Prométeme que
cuidarás del bebé -- le dijo ella
-
Liz…
-
Solo
promételo -- insistió ella
-
Sabes que sí -- le
dijo --
pero para eso te tendrá a ti.
-
No… yo me marcho
-
No digas
tonterías
-
Jonathan…
júramelo
Pero
él estaba mirando a los Läkares e intentaba ver qué estaba sucediendo. No
obstante, ante la desesperada súplica de Liz volvió los ojos hacia ella.
-
Te lo juro Liz
-
Gracias… quiero
ver a mis padres -- pidió
Él iba
a salir pero ella se lo impidió, de modo que fue otra persona quien llamó a los
padres de la chica.
-
Mamá… papá --
dijo ella y sus ojos se llenaron de lágrimas --
quiero que… me prometan algo…
Pero
en ese momento un terrible dolor la acometió y tuvo que hacer silencio.
-
No hables
hija --
dijo su padre y efectivamente guardó silencio durante unos segundos
-
Quiero que me…
prometan que dejaran que… Jonathan se haga cargo… del bebé
El
matrimonio abrió mucho los ojos, tanto por la sorpresiva petición como por las
implicaciones de la misma, y enseguida el padre de Liz miró aterrorizado al
Läkare.
-
Deben salir --
dijo el Läkare
-
No… primero
prométanlo
-
Hija… -- comenzó
su padre pero ella lo interrumpió
-
Yo iré con Peter…
y él querría… -- pero un nuevo dolor
interrumpió sus palabras
Ahora
el matrimonio Appleby miraba a Jonathan pero éste miraba a su cuñada pensando
que su hermano era quien debía estar allí, y a pesar de todo lo que le dijo
Arianrhod en este momento solo podía pensar que era sumamente injusto.
-
Papá… --
dijo de nuevo Liz con voz suplicante
-
Te lo prometo
Liz, pero ahora tranquilízate
La
madre de la chica estaba más allá de las palabras y lo único que hacía era
llorar. Los Läkare volvieron a decir que debían salir y los padres de Liz le
dieron un apresurado beso en la frente a su hija y se dispusieron a abandonar
la estancia.
- Estaré afuera Liz -- dijo Jonathan, pero la chica le sujetó sin
mucha fuerza la mano
- No me dejes sola
Automáticamente
Jonathan miró a los Läkares y éstos asintieron.
- De
acuerdo, aquí voy a estar
A
partir de ese momento Jonathan no supo cuánto tiempo pasó, pero a él le pareció
una eternidad. Aplicó todos sus conocimientos e intentó concentrar su energía
en ayudar a Liz, y entre tanto desde afuera Iván y Mael hacían lo mismo.
Finalmente, Jonathan escuchó el llanto apagado de un bebé y giró la cabeza. El
Läkare se lo estaba pasando en ese momento a una Nyrs.
- Es una linda bebita -- estaba diciendo la mujer
- ¿Escuchaste Liz? Tienes una hija…
- Cuídala Jonathan… ahora es tuya
-- y fue lo último que dijo la
agotada chica con el asomo de una pálida sonrisa
No fue
necesario escuchar a ningún Läkare declarar la muerte de Liz para que Jonathan
lo supiese y un enorme dolor se instaló en su corazón. Le cerró los ojos, le
dio un beso en la frente y pensó.
- Bueno Peter, ahora está en tus manos de nuevo
Jonathan
no fue consciente que mientras él hacía aquello, uno de los Läkare que había
estado asistiendo el parto, lanzó algo que tenía en las manos a un lado y se le
fue encima hasta que éste lo agarró por el frente de la camisa.
- ¡Espero que cumplas con tu palabra McKenzie, porque tu hermano no
cumplió con la suya dejándola sola!
- ¿Joshua? -- dijo al reconocer a un antiguo compañero de
escuela
Joshua
Clarence había estudiado con ellos y siempre estuvo enamorado de su cuñada.
Poco antes de terminar la escuela, Peter y él habían tenido un salvaje
enfrentamiento, pero después de salir de Develieng no había vuelto a saber de
él. Jonathan era un Arzhaelí bien entrenado y ese solo hecho ya hacía imposible
que aquel sujeto tuviese ni la más mínima oportunidad de hacerle ningún daño,
pero en ese momento, Jonathan estaba demasiado golpeado por las emociones y no
habría reaccionado de la forma como lo hubiese hecho en otras circunstancias,
pero los demás que estaban allí no sabían eso, de modo que intervinieron con la
mayor celeridad apartando al Läkare. Jonathan no dijo nada sino que caminó
hacia la puerta, la noticia que debía dar si por un lado produciría alegría,
por el otro rompería el corazón de sus tíos y del resto de la familia.
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