En una helada meseta al
norte de Noruega, Jonathan hacía lo mejor que podía por protegerse de aquel
frío asesino. Llevaban alrededor de quince días
por aquellos inhóspitos parajes con temperaturas de aproximadamente -5 grados
y estaban en pleno verano. Sin duda Jonathan McKenzie era el mejor de los
amigos, había cumplido fielmente el encargo de Eowaz y no había dejado solo a
Mael ni un solo instante. Al principio había resultado una tarea realmente
ímproba, porque aquel individuo había quedado en estado lamentable.
Había demorado alrededor de
quince días antes de lograr ponerse de pie con cierta estabilidad, el asunto de
la alimentación fue un martirio, y si antes era silencioso ahora parecía haber
perdido la capacidad de comunicarse, de modo que durante el primer mes,
cualquier persona menos tenaz habría enloquecido. Sin embargo, Jonathan había
demostrado tener la fortaleza y la decisión para sacar a su amigo de aquel
deplorable estado.
Transcurrido el primer mes,
al parecer el cuerpo de Mael comenzó a extrañar el ejercicio y aunque aun no
estaba lo bastante fuerte, este sujeto también era muy decidido, de modo que
comenzó una rutina de entrenamiento como si estuviesen en la Sede y al cabo de casi
dos meses ya había recuperado su contextura. En un principio a Jonathan le pasó
inadvertido, quizá por el hecho de verlo a diario, pero unos días antes de
salir en aquella odiosa excursión, se fijó que si bien su cabello no había
recuperado del todo su color natural, ya no parecía cubierto de nieve.
A pesar de que algo de su
humanidad parecía haberse perdido, Mael había comenzado a comunicarse un poco
más, aunque su humor se había vuelto bastante más ácido y a Jonathan le
recordaba con frecuencia a Garlan, pero sin duda era un avance. Alrededor de quince días atrás, Mael le había
anunciado que se irían de cacería, y aunque Jonathan pensó que no era algo que
el chico tuviese por costumbre, se equivocó en cuanto a lo que pensaba cazar.
En aquellos parajes no abundaban las especies pero luego de tres días
persiguiendo no sabía qué, una tarde
vio que Mael extendía su Gwialen transformándola en arco y unos segundos
después estaba disparando flechas a una velocidad endemoniada. Después de unos
cuantos y caóticos minutos, avanzaron y Jonathan vio con sorpresa un claro que
había quedado sembrado de cadáveres de Uzkys.
A partir de ahí, la cacería
se intensificó y sin duda aquel sujeto tenía un especial instinto para dar con las
guaridas de aquellos bichos y lo mejor que podía decirse de aquello, era que
Jonathan había adquirido una enorme destreza en el asunto. Sin embargo, después
de quince días Jonathan estaba cansado, congelado y con ganas de ver una cama
pero Mael parecía no necesitar ni calor ni descanso. Dormía poco y comía menos,
pero aún así parecía que su vitalidad estaba intacta.
Aquella noche mientras
estaban sentados frente a un fuego que a Jonathan le parecía que calentaba muy
poco, miró a Mael que a su vez había estado sentado con los ojos cerrados y en
actitud concentrada, pero de pronto había abierto los ojos y su expresión era
de preocupación, lo que causó la curiosidad y casi asombro de Jonathan, ya que
pocas veces él expresaba alguna emoción.
-
¿Qué sucede?
-
Está sufriendo
Jonathan no necesitó que
colocase un nombre en ningún lugar de esa frase, porque aunque nunca hablaban
de Samantha, aquel tono y aquella actitud solo podían obedecer a que pensaba en
ella. Sin embargo, y aunque le preocupó aquella afirmación, no sabía muy bien
qué hacer o qué decir.
-
¿Qué quieres hacer?
-
Nada -- dijo en tono seco
Después de eso no dijo nada
más, de modo que Jonathan se preparó para descansar un rato, pero cerca de la
medianoche vio que algo parecido a una sonrisa se dibujó en los labios de Mael.
-
Bien hecho Nena
Jonathan sabía que ni
estaba hablando con él ni esperaba que dijese nada, y por el cambio de
expresión dedujo que cualquiera que hubiese sido el problema ya estaba
resuelto.
En el Hospital de Arx y después
de asegurarse de que su hija estaría bien, Dan salió acompañado de Danny a la
sala de espera. Todo el peso de lo que habían vivido allí dentro pareció
desbordarse al poner un pie fuera y ver los rostros angustiados de los que
esperaban noticias.
Dan abrazó a Amy y las
lágrimas que había estado conteniendo con tanto esfuerzo, corrieron finalmente
libres por sus mejillas. Danny del mismo modo abrazó a una muy preocupada Diandra
y lloró de manera convulsiva en sus brazos. Pero todos interpretaron muy mal
aquella reacción.
-
Dan mi hija… ¿qué pasó con mi
hija? --
preguntó Amy desesperada
Aderyn, sus padres y
Kenneth que había llegado en cuanto Diandra le avisó, los miraban alarmados al
igual que Alaric. Pero fue Kenny quien no soportó más la tensión.
-
Danny por favor ¿Qué pasó? ¿Cómo
está Samantha?
Gail por mucho que se había
esforzado en mantener la calma, tenía el rostro surcado de rebeldes lágrimas,
mientras que Garlan estaba pálido y parecía a punto de perder el sentido, pero
ambos aferraron firmemente sus Athame y estaban dispuestos a usarlos. El único
que parecía del todo calmado era Armel y quizá si los demás lo hubiesen notado,
se habrían tranquilizado. Finalmente Danny fue el que pudo hablar primero.
-
Están bien, los tres están bien
-- dijo el chico
Gail sintió deseos de
golpearlo por haberse tardado tanto en decirlo, pero al final se unió a las
risas y las expresiones de inmenso alivio de todos.
Unos instantes después
apareció Giulian en la puerta con sus hijos en los brazos y todos se acercaron
a ver por primera vez a los pequeños. Después que todos los vieron, Danny miró
a Gail y a Garlan que aún no se habían acercado por permanecer donde Danny los
había dejado, aunque no era que Garlan tuviese especial interés en ver a los
niños, y luego miró a Giulian de forma interrogativa
-
Déjala ir, somos hombres de
palabra -- dijo el Arzhaelí
De modo que Danny asintió, se
acercó a Estefanía y la soltó.
-
Eres libre de irte, pero si te acercas a mi familia y muy especialmente
a mi hermana, no seré tan misericordioso la próxima vez.
La aterrorizada mujer huyó
sin esperar a que le repitiese que podía irse. Después de eso, todos pudieron
dedicarse a cargar y admirar a los bebes y por supuesto a felicitar a Giulian.
Los gemelos Cornwall
pasaron su primera mañana bajo la mirada atenta y extasiada de su orgulloso
padre. Después de una noche de descanso, Sam despertó y vio a Giulian al lado
de su cama.
-
Los niños… -- dijo con la voz
débil aún
-
Están
perfectamente bien princesa, y son hermosos
-- se inclinó para besar a su
esposa y acarició sus cabellos.
-
¿Puedo verlos? -- preguntó Sam
Giulian se acercó a las
cunas y tomó al primero, regresó al lado de Sam y lo puso en sus brazos. Un
hermoso bebe de mejillas sonrosadas que dormía plácidamente.
-
Derian Iván -- dijo mirando a su
esposo
-
Totalmente de
acuerdo -- le contestó sonriente y luego
se acercó con el otro colocándolo en
brazos de su madre.
-
¿Darien Mael? -- preguntó
insegura
-
Me parece bien -- le dijo él para alivio y alegría de ella
Sam miró a sus dos hijos y
unas lágrimas resbalaron por sus mejillas pero estaba sonriendo, porque esas
caritas ya las había visto con anterioridad. Miró a su esposo quien le sonreía
feliz y se sintió la mujer más dichosa del mundo.
Era cerca de medio día
cuando llegaron sus padres y no mucho más tarde cuando llegó su hermano. Amy
sostenía a uno de los bebes y Dan al otro.
-
Ustedes la tendrán tan difícil como la tuvimos nosotros con ustedes --
dijo mirando a Giulian -- porque son tan idénticos como lo fueron tú y
Vlad
-
Seguramente cuando crezcan habrá
diferencias que hagan posible reconocerlos
-- dijo Danny sin mucha
convicción
-
Por favor Danny, la única razón
por la que Sam y tú se diferencian es por el sexo, por lo demás son idénticos
hasta en el último detalle, y en nuestro caso, debes recordar que nadie podía
diferenciarnos.
-
Excepto cuando abrías tu gran boca
-- dijo Amy
-
Me muero de ganas por ver cómo van a hacerte la vida imposible estos dos,
Giulian -- dijo Dan maliciosamente
-
Si he sobrevivido
a la madre, sin duda podré con mis
hijos --
dijo él con seguridad y Sam le
lanzó una almohada.
En el transcurso
del día desfilaron muchas personas por la habitación. Todos los McKenzie por
supuesto, varios de sus compañeros de la Orden, Eowaz y hasta Dorila, pero esta
última se marchó muy de prisa cuando llegaron Iván y Elar. Ya en la noche
cuando se quedaron solos, Sam le pidió a Giulian que se fuera a la casa a descansar, a lo que él por supuesto se negó.
-
¿A quién crees que se parecerán?
-- preguntó Sam
-
Eso no me importa siempre que tengan tus ojos. Ya te había dicho que
tendríamos un bebe hermoso y que tendría tus ojos ¿no? Solo que me equivoque en
el número.
-
¿Y acaso siempre consigues lo que quieres Cornwall?
-
Pues claro. Además, lo que más quería era a ti y ya te tengo. De modo
que supongo que lo demás también.
Sam rió ante la descarada
exhibición de arrogancia de aquel individuo pero lo amaba con todo y eso. A los
pocos minutos se quedó dormida y Giulian se acercó a los niños mirándolos con incredulidad, eran suyos, de
verdad eran sus hijos, fruto del inmenso amor que sentía por su pequeña
princesa y se juró a sí mismo que viviría cada día de su vida para hacerlos
felices a los tres.
Una semana después del
nacimiento de los gemelos, la familia se reunió en casa para la tradicional
cena de los sábados y todos bromeaban acerca de lo cansado que se veía Giulian, a quien aparentemente sus preciosos
gemelitos no dejaban dormir pero pronto lo dejaron en paz por otro asunto.
-
Aprovechando que están todos, les anunciamos que en abril nacerá otro
Natchzhrer -- dijo Gail como si les dijese que llovía
Pasados los primeros
segundos de sorpresa, todo fueron gritos y alboroto pero mucho más tarde,
cuando ya estaban en su habitación, Giulian estaba sentado en la cama mirando
al vacío y con una extraña sonrisa en los labios.
-
¿Debería preocuparme por lo que está pasando por esa cabeza? --
preguntó Sam
-
Por supuesto que no, solo estaba
imaginando la poca tranquilidad que habrá en el Castillo dentro de un par de
años cuando estos demonios anden por allí causando estropicios --
dijo él y Sam sonrió.
-
Y no olvides que aún faltan, porque según recuerdo dijiste que me embarazarías
todos los años para probar que me veía hermosa cuando llevaba a tu hijo en mi
vientre -- le dijo ella en forma maligna y él abrió los
ojos con desmesura mientras ella se partía de la risa
El tiempo volaba, ya los
gemelos estaban próximos a cumplir un mes y la vida en Averdeen no podía ser más dichosa. Giulian se había habituado
rápidamente a la rutina de los niños y disfrutaba enormemente todas las actividades que los involucraba,
desde darles de comer hasta bañarlos o cambiarle los pañales. Elijah y Brendan
pasaban la mayor parte del tiempo en la habitación de los gemelos y al parecer
se habían tomado muy en serio su papel de hermanos mayores.
Samantha consideró la
posibilidad de abandonar el Instituto
para cuidar de sus hijos pero por increíble que parezca, fue Giulian
quien la convenció de no hacerlo. Argumentó que él se encargaría de los niños cuando
estuviese en casa y mientras ella estaba en clases, además de que Crappy se
dedicaría exclusivamente al cuidado de los gemelos.
Una noche estaban a punto
de acostarse, ya Sam estaba entre las sábanas y Giulian aún no terminaba de
bañarse cuando Crappy apareció en su habitación.
-
¿Puede la señorita venir al cuarto de los niños? --
preguntó la Nisser en tono preocupado
Sam se calzó y salió de
prisa. Entraron al cuarto y enseguida vio el motivo de la preocupación de
Crappy. Waldweibleim se encontraba en
la habitación.
-
Crappy no ha podido hacer nada para que se vaya señorita --
dijo consternada -- los
duendes son malos
-
Quizá algunos
Crappy, pero no éste. Tranquilízate, Waldweibleim
es mi amigo -- y el pequeño duende rió.
La habitación
olía intensamente a césped y sobre la cuna de los niños había guirnaldas de flores muy pequeñas que
despedían un suave aroma también.
-
Hola Waldweibleim --
saludó Sam
-
Solo vine a asegurarme de
que los pequeños de mi señora estaban bien -- dijo emitiendo su particular risita -- no quería asustar a la Nisser.
-
Está bien Waldweibleim y
gracias por las flores -- y volviéndose a Crappy le dijo --
Crappy ¿podrías traerme una taza de té?
No le apetecía en lo
absoluto un té en aquel momento pero quería hablar con el duende.
-
¿Waldweibleim, había algo que quisieras
decirme?
-
No mi señora, como ya te
dije solo vine a ver y a presentar mis respetos a los pequeños. A los duendes nos gustan los niños
por su inocencia y porque aún no han sido contaminados con las ideas adultas.
-
Entiendo, en ese caso voy a retirarme a mi habitación ¿está bien?
Pero en ese momento sintió
una ráfaga de viento. Aine se
acercaba. Mientras la esperaba aparecieron Liminiades
y Sealkie. Sam los saludó a todos y aprovechó para agradecerles su ayuda el
día del nacimiento de sus hijos.
-
Ya te lo hemos dicho, no
solo estamos para servirte sino para protegerte también -- dijo Liminiades.
-
Hoy no vamos a quitarte
tiempo, solo vinimos a presentar nuestros respetos a los nuevos herederos de la
sangre de Myrddhin -- dijo Aine
Sam sintió un momento de
pánico. ¿Estarían sus hijos destinados a algún futuro lleno de peligros?
-
No vale la pena que te
plantees esas cosas ahora -- dijo Aine -- tienes asuntos más urgentes que resolver
pero hablaremos de eso en otro momento. Por lo pronto me alegra que hayas
aprendido a utilizar y a apoyarte en tu sangre para cuando lo necesites. Pronto
entenderás su verdadero poder.
-
Mi señora -- dijo Liminiades
– me ofrezco como guardiana del sueño de
tus hijos, si me concedes ese honor.
-
Por supuesto Liminiades,
puedes quedarte.
Los demás se despidieron y
se retiraron. Crappy estaba parada en una esquina de la habitación con la taza
de té en las manos. Sam no sabía si había escuchado o no su conversación con
los elementales, pero como los Nisser no hacen preguntas, Crappy se limitó a
ofrecerle la taza. Sam le agradeció y se disponía a salir cuando llegó Giulian
-
¿Sucede algo princesa? -- dijo asomándose a las cunas de los gemelos
-
Nada mi amor, solo vine a darle un beso a los niños -- se
inclinó sobre ambos y les dio un beso en
la frente.
Giulian hizo lo mismo y ya
se disponían a salir cuando Sam recordó algo.
-
Crappy, esa esfera de luz permanecerá en la habitación de los niños ¿de
acuerdo?
-
Sí señorita --
dijo la Nisser y se retiraron a
descansar.
Desde que Jonathan había desaparecido, la vida de Daira se había
vuelto excesivamente tranquila, pero había dejado de engañarse a sí misma y
finalmente reconoció que Amy y Elar tenían razón y que ella se había enamorado
tontamente de aquel infeliz. Pero lo que más la enfermaba, era no tener ni una
miserable noticia de él. En un principio pensó que el desdichado ese había
huido cobardemente al darse cuenta que también sentía algo por ella. Preguntó con cautela entre sus amigos y ellos
dijeron que estaba en una misión, algo que Eowaz confirmó. Así las cosas, se dijo
a sí misma que era una tonta y que ciertamente él no sentía nada, solo había sido un beso como tantos otros y sin
duda era algo que formaba parte de la rutina diaria de ese cretino. Primero se enfureció y luego se deprimió,
quería verlo para decirle unas cuantas cosas y de ser posible sacarle sus
estúpidos ojos, pero finalmente solo le quedó el vago deseo de verlo de nuevo.
Viendo todo eso, Amy y Elar habían adoptado
a Daira y se dedicaban a visitarla, a sacarla de paseo, o simplemente se la
llevaban a casa, pero cuando nacieron los gemelos estaban tan embelesadas con
los niños que habían salido poco y Daira pasaba más tiempo en Averdeen, tanto que los niños ya se
habían acostumbrado a verla y en el caso de los gemelos, uno de ellos que nadie
a excepción de Sam sabía quién era, se había apegado mucho a ella.
Una noche durante la cena,
la conversación giraba en torno a los gemelos, ya todos se habían puesto de
acuerdo y aceptado que los pequeños serían una copia fiel y exacta de su padre con
excepción de los ojos que para gran satisfacción de Giulian, eran pequeñas y
relucientes amatistas.
-
Por lo pronto no te auguro un futuro tranquilo Giulian. Si los niños se
parecen a ti no solo físicamente sino en todo lo demás, ya puedes ir preparándote
para no tener nunca un año
tranquilo -- dijo Elar
-
Lo cual sería en extremo justo
-- agregó Iván en forma maligna
-
Me encargaré personalmente de transmitirle todos mis conocimientos --
dijo Dan
-
¡DANIEL! ¡Nosotros también sufriremos
las consecuencias de eso! -- se quejó Amy
-
Lo que sería muy justo también
-- dijo Daira sonriendo
-
Pero es que estoy dispuesto a pagar
un montón de Avels solo por verlo tirarse de los cabellos con las travesuras
de los gemelos -- insistió Dan
-
Dan, viví las nuestras, viví casi todas las de tus hijos y las de la
otra joya -- dijo mirando a Gail -- ¿No crees que estoy preparado para
afrontar las de mis propios hijos? No
creo que sean capaces de hacer nada que yo no haya hecho y tal vez peor.
-
Me dará una enorme satisfacción recordarte esas palabras, querido tío
-- dijo Gail con una sonrisa
perversa
Todos rieron y estuvieron
de acuerdo en que por mucho que Giulian dijera que estaba perfectamente
preparado para las futuras travesuras de sus hijos, disfrutarían mucho viéndolo
pagar por todo lo que había hecho en su vida por amargar la del prójimo.
De pronto Sam se tensó.
Algo no estaba bien. Repasó mentalmente el cuarto de los niños y todo estaba en
orden.
-
¿Qué sucede? --
escuchó a su hermano y lo miró
-
No lo sé, presiento que
algo no está bien.
Giulian que había asistido
al intercambio de miradas entre los gemelos y viendo la cara de preocupación
que había puesto Sam, se puso alerta. Los demás seguían el curso de sus
conversaciones mientras que Sam se aisló y prestó atención. Pero pasados unos
segundos, Aderyn y Diandra se tensaron también y acto seguido Daira sintió una
opresión en el pecho. Casi en perfecta sincronía, los Arzhaelíes se pusieron de
pie pero todos miraban a Sam que seguía sentada y con los ojos cerrados.
Aquella actitud en contraposición con la de los demás, obedecía a que ella
estaba viendo claramente como si estuviera allí, lo que estaba sucediendo. De
pronto se levantó y vio que todos estaban de pie.
-
Rápido, están atacando la casa de tus padres --
dijo mirando a Aderyn
Ninguno necesitaba
preguntar nada para saber que lo que Sam estaba diciendo era verdad, porque
todos habían sentido la alteración de la energía. Se dirigieron a toda prisa
hacia al Dver, ambas casas estaban
fuertemente protegidas y no podían aparecerse justo en el sitio, pero cuando Giulian buscó a Sam para entrar
con ella, su mujer no estaba, de modo que entró al Dver y aunque tampoco la vio allí, ya era tarde para volver.
Cuando salieron al Salón de
los McKenzie ya Sam estaba en él y se batía con unos encapuchados. En cuanto
los demás llegaron la lucha se hizo
encarnizada.
-
¡Danny, Gail, busquen a
Lizzy y sáquenla de aquí!
Pero todos estaban en
cerradas luchas que los mantenían muy ocupados, de modo que Sam dejó a los
sujetos con los que se batía, se desapareció y apareció en la habitación de la
pequeña que lloraba. La tomó en sus brazos y llamó a Willow. El Nisser
apareció, le entregó a la niña y le ordenó volver a casa. Ella volvió
abajo, buscó con la mirada a Peter y a
Anne pero no los encontró.
Giulian tuvo un momento de
pánico cuando vio a Sam peleando con dos de los encapuchados y al segundo
siguiente ya no estaba, pero unos minutos después la vio cerca de la puerta del
salón peleando con otros. Se sintió confuso pero no tenía tiempo para pensar,
tenía que defenderse. Unos minutos después empezaron a llegar más Arzhaelíes y
la lucha pronto acabó, eran demasiados contra los que quedaban.
Una vez que hubo finalizado
la confrontación, descubrieron que los atacantes eran viejos Nemhains, de modo
que les quedó claro que la razón para ese absurdo ataque seguía siendo la
venganza.
Encontraron a los McKenzie tirados en el salón y
terriblemente mal heridos aunque conscientes, así que se apresuraron a llevarlos al hospital, pero los Läkares no se
mostraron muy optimistas, dijeron que la fuerza, el número de las maldiciones
con las que fueron atacados y la cantidad de veneno recibida, había sido demasiado. Aderyn y Diandra miraron a Sam con
angustia y suplica a partes iguales pero ellas no necesitaban pedir nada para
que Sam estuviese más que dispuesta a hacer cuanto estuviese en sus manos por
ellos.
Daira agradeció a los Läkare y les pidió que la
dejaran con los McKenzie, una vez que los Läkare abandonaron la habitación,
Iván hizo pasar a Sam. Ninguno de los dos hizo nada sino que se limitaron a ver
cómo Sam aplicaba su considerable poder en atender las heridas de Peter y de
Anne. Sin embargo, sintieron cuando ella comenzó a debilitarse, de modo que
ambos sacaron sus Athame y trazaron a toda velocidad un círculo mágico y
concentraron toda su energía que no era poca, en fortalecer la de Sam.
Entre tanto afuera, Danny y Gail también sintieron el
debilitamiento de Sam y Danny se acercó con disimulo a su padre y lo apartó.
-
¿Qué?
-
Sam nos
necesita -- dijo el chico
Dan no necesitó que le dijesen más y al igual que
habían hecho Iván y Daira, extrajo su Athame y luego de trazar el círculo, unió
sus manos a las de Gail y Danny y se concentraron en emitir con la mayor
intensidad posible su energía para ayudar a Sam.
Alrededor de una hora después, la luz intensa que
estaba emitiendo el cuerpo de Sam comenzó a desvanecerse y unos segundos
después la chica se aferró al borde de la cama de Anne. Iván reaccionó de
inmediato y la sostuvo.
-
Vamos linda,
necesitas descansar -- la sujetó por la cintura y la guió hacia la
puerta
-
No --
dijo ella deteniéndose -- van a preocuparse, déjame descansar un minuto
aquí
Iván le acercó una silla, ella se sentó y él se
arrodilló a su lado.
-
Esto nunca me
había sucedido Iván
-
No te preocupes,
es natural -- le dijo
-- Hace apenas un mes que
nacieron los gemelos y te viste muy mal corazón. Ahora con una inversión tan
intensa de energía es lógico que te sientas débil --
pero al tiempo que decía esto, había notado que Sam sangraba por la
espalda, de modo que se apresuró a detener la pérdida de sangre y aunque sabía
que no le afectaría, verificó que no hubiese veneno en ella
Después que Daira examinó las heridas de los McKenzie,
se acercó a ellos.
-
Un gran trabajo
Samantha, todas han cerrado bien, lo que significa que no hay rastro de
veneno -- le dijo la Arzhaelí
-
Me alegro, díselo
por favor a sus hijos, deben estar muy angustiados --
Daira asintió pero miró a Iván
-
Deberían llevarla
a casa Iván -- él estaba de acuerdo pero ella no quería
moverse, de modo que aun esperó un poco más mientras Daira salía a tranquilizar
a los demás
Una vez que Sam se sintió mejor, aceptó marcharse a
casa pero apenas salió de la habitación las McKenzie se abalanzaron sobre ella
y la abrazaron.
-
Gracias Sam --
logró decir Diandra, porque Aderyn seguía llorando
Will como siempre menos dado a las expresiones de
afecto, se limitó a decirle que se lo agradecía mucho y nada más, mientras que
Kenny que ciertamente era diez veces más expresivo que su hermano y en extremo
apegado a su madre, no tuvo en consideración ni la presencia de su celosa
esposa, ni la aun más peligrosa presencia de Giulian, y abrazó a Sam
apretándola contra su pecho.
-
Mil gracias
Samantha, no solo te debo mi vida sino la de mis padres
-
Olvídalo Kenny,
ellos también son muy importantes para mí
-- el chico se apartó un poco, le
dio un beso la mejilla y volvió a estrecharla contra su pecho
-
Déjala
respirar McKenzie --
escucharon la voz helada de Giulian a sus espaldas
Kenny la soltó y sin mucha más ceremonia Giulian la
tomó por un brazo y se marcharon sin despedirse de nadie.
Al día siguiente cuando fueron a ver a los McKenzie,
Peter estaba consciente pero Anne no. Daira les dijo que debido a la excesiva
pérdida de sangre aun estaba muy débil y que ambos tardarían algunos días en
reponerse por completo. Pero aun así, Peter tenía preguntas por hacer y luego
de los saludos y el lógico agradecimiento, procedió a preguntar lo que quería
saber.
-
Llegaron cuando apenas estaban entrando ¿cómo lo supieron? Solo recuerdo
haber pensado en ustedes al darme cuenta que no podría yo solo contra esos
desgraciados y que tanto Anne como Lizzy estaban en peligro.
-
Eso no tiene importancia ahora Peter
-- dijo Sam que ya tenía la
respuesta que ella estaba buscando
-
Peter, cuando hay una alteración tan severa de la energía provocada por
la fuerza de la energía negativa, podemos sentirlo --
dijo Iván que sabía que Peter no iba a quedarse tan tranquilo
Sin embargo, aquella noche cuando estaban en Averdeen, Dan e Iván tenían la misma expresión y el primero miró a
su hija.
-
¿Cómo lo supiste Samantha?
-
Ya Iván lo dijo
-
Eso aplica en forma general, pero en primer lugar es difícil precisar
cuando se está a tanta distancia, puedes sentir la alteración pero en ningún
caso puedes saber con exactitud de
qué se trata y menos aun dónde --
insistió él
-
Al principio no lo sabía papá, pero cuando hablamos con Peter tuve la
respuesta. Él pensó en nosotros cuando empezó el ataque, de modo que imagino
que debe haber sido por eso.
Dan e Iván se miraron y el
primero negó con la cabeza.
-
No Samantha, eso no es posible, piénsalo. Si hubiese sido así no
habríamos llegado a tiempo de hacer nada. Entre el tiempo en que Peter pensó en
nosotros y el que demoramos en salir para allá, ellos habrían tenido tiempo de
matarlos. Cuando nosotros llegamos ellos prácticamente acababan de entrar. Lo
que implica que presentiste el peligro mucho antes.
-
Pero ustedes también
-
No exactamente -- intervino
Iván -- En el caso de Aderyn y Diandra es posible
porque llevan su sangre, pero en el nuestro te sentimos a ti, fuiste tú la que nos advirtió de forma inconsciente
lo que estaba sucediendo
Pero eso solo hizo que Sam
se sintiera peor, porque si era así, habrían tenido tiempo de llegar antes de
que los Nemhain pudiesen atacar a los McKenzie.
-
No podías saberlo Sam -- dijo Danny
-
Y otra cosa Sam, nadie puede aparecerse en una casa
protegida -- dijo Iván
-
Pero ellos ya habían roto los hechizos protectores.
Giulian entendió en ese
momento que su esposa no había ido por el Dver
sino que se había desaparecido, pero…
-
No Samantha, aún así. No solo te
desapareciste de aquí, que ya eso es decir mucho, porque se supone que
tampoco se puede desde donde estábamos y te apareciste en la casa de los
McKenzie, sino que dentro de la casa
también lo hiciste. Tú no habitas en esa casa, es algo que se supone, no podías hacer
-- dijo Dan
Giulian poco a poco iba
entendiendo todo lo que había sucedido y Sam suspiró cansada.
-
Papá, creo que hay cosas que deben saber.
Y les contó lo que le
habían dicho los elementales. Les contó de su aparición en el despacho de la
madre Cecilia y de que nadie la había visto hasta que ella deseó ser vista y todos la
escuchaban boquiabiertos.
-
¡Pero claro! -- exclamó Aderyn -- ¿Recuerdan lo que decía el pergamino? -- dijo la chica y citó
-- …tendréis el poder de cambiar de forma, de haceros invisible… ¿lo recuerdan?
Y ciertamente todos lo
recordaban pero Sam estaba muy cansada, le dolía la cabeza y notó que la herida
que le habían hecho el día anterior en la espalda aun le molestaba. Giulian
percibió el malestar de su esposa y se acercó a ella.
-
Creo que debes descansar princesa
-- y dirigiéndose a los
demás --
Cualquier otra cosa que haya que discutir acerca de esto, lo haremos
después.
Subieron a su habitación y
con infinita ternura la ayudó a recostarse en la cama.
-
Giulian…
-
Ahora no princesa -- la interrumpió él --
como dije, cualquier otra cosa que debamos discutir lo haremos cuando
hayas descansado.
Ella no protestó pero en
realidad no tenía sueño, solo quería ordenar sus pensamientos. Sin embargo,
cayó en una especie de limbo, no estaba ni dormida ni despierta.
-
Mi señora, ha llegado el
momento de que comience tu entrenamiento
-- dijo Liminiades
-
¿Entrenamiento? ¿A qué te refieres?
-
Es necesario que aprendas a
manejar tus poderes -- dijo Sealkie -- hasta ahora has estado utilizando tu energía de manera
equivocada, por eso estas tan agotada.
-
Tu percepción se ha
agudizado pero necesitas ponerla en sintonía con tu dimensión -- dijo Aine
-
Tu manipulación de la
materia hasta ahora es rudimentaria y eso también agota tu energía -- dijo Waldweibleim.
Sam despertó y se
sorprendió de que ya hubiera amanecido. Decidió darse una ducha rápida para ir
a ver a los niños. Entró al baño y encontró a Giulian allí. El ver el cuerpo
desnudo de su esposo le hizo olvidar cualquier otra cosa que hubiese estado
pensando.
-
Buenos días princesa -- dijo él sorprendido
-
¿Necesitas ayuda Cornwall?
-- dijo con una sonrisa pícara en
los labios
-
No deberías hacer esa clase de ofrecimientos a un hombre en mis
condiciones -- le dijo él
-
¿A qué te refieres?
-
¿Se da cuenta señora Cornwall, de cuánto tiempo hace que he estado
privado de sus atenciones?
-
Pondremos remedio a eso de inmediato.
Y dejando caer su bata en
ese gesto que a él lo enloquecía, se perdió en sus brazos.
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