LMA 3

LMA 3
La vida que habían vivido hasta ahora había sido peligrosa pero nunca se sentaron a ver lo que sucedía, sino que participaron activamente en todo ello. Ahora tenían que reconstruir sobre las cenizas de la tristeza y de la pérdida, y para poder seguir tenían que comenzar todo de nuevo. Nunca nada sucede como suponíamos o como teníamos previsto pero siempre el universo nos brinda una nueva oportunidad. La vida les había dado mil razones para llorar pero ahora se disponían a encontrar otras mil para reír, debían dejar descansar a los que se habían ido pero siempre tendrían un lugar en el recuerdo y en el corazón de todos, y disponerse a comenzar… Una nueva vida

miércoles, 16 de julio de 2014

Cap. 32 Peligrosa…



Ya habían llegado a octubre y Sam había recibido una enorme alegría, porque Philip había conversado con Iván y lo había convencido para que delegase la responsabilidad del Club de Duelo en otro Arzhaelí, ya que él tenía bastante con su propia cátedra para los Krigers. De modo que Iván se lo había propuesto a Jonathan pero el chico dijo que él no tenía paciencia y prefería quedarse con otras prácticas de campo. Esto no era estrictamente cierto, lo que sucedía era que el área de trabajo de Jonathan era el espionaje y aunque era excelente duelista, en realidad no tenía tiempo para ello.  Giulian había escuchado la discusión y le pidió a Iván que lo dejase a él hacerse cargo. Inicialmente Iván no había estado muy seguro de que fuese buena idea, Giulian era demasiado indisciplinado para eso, pero finalmente había aceptado.

Pero si bien Sam estaba muy contenta, no así el resto del grupo, porque ellos veían en aquello una fuente de los más horrorosos problemas. Sam en el Instituto y Giulian en Arx, era la fórmula ideal, pero ambos en el mismo lugar y un lugar donde Sam quisiera o no llamaba en exceso la atención de la población masculina, era una bomba de tiempo. A la par de esto, Dan tenía otra preocupación y decidió actuar en consecuencia. 

-         Buenos días  -- dijo Dan

-         Buenos días --  contestó Giulian

-         Necesito que hablemos.

-         ¿Qué sucede?

-         Aquí no, vamos al estudio, Samantha y Amy pueden bajar en cualquier momento.

Fueron al estudio y Dan aseguró la puerta.

-         ¿Y bien?  -- preguntó Giulian

-         Toma  -- le dijo Dan extendiéndole una botella

-         ¿No es algo temprano para beber?

-         No seas animal, eso no es alcohol.

-         ¿Y entonces?

-         Eso es porque no quiero que dejes a mi hija embarazada, imbécil.

Giulian enrojeció hasta la raíz del pelo y miró a Dan boquiabierto. Ciertamente no era la primera vez que él le recordaba las posibles consecuencias de su comportamiento, pero había una diferencia abismal entre aquellas ocasiones y esta, porque ahora se trataba de su hija.

-         Dan… yo… yo podía…

-         No, no podías  --  lo interrumpió Dan  --   ¿Cuándo has podido? Gracias a Iván y a mí, el mundo no está lleno de pequeños Cornwall. Ahora bien, asegúrate que la tome, porque por si lo has olvidado eso es parte importante del asunto  --  y Giulian sonrió  --  ¿Qué te parece tan gracioso?

-         No has cambiado desde que íbamos al colegio. Me parece recordar palabras parecidas.

-         Lástima que no las grabes en tu memoria  -- le dio la espalda para salir pero se detuvo  -- por cierto, no pretenderás que yo esté al pendiente de esto. Es hora de que seas responsable. Recuerda que Amy tiene su pasatiempo bajo este mismo techo.

Giulian subió a su habitación y guardo la pequeña botella en una gaveta. Esa noche hablaría con Sam. Ese día ella tenía mucho que estudiar y se había acostado muy tarde terminando todos sus deberes. Cuando bajó de nuevo ya se preparaban para irse, le dio un apresurado beso y la vio partir.

Ese día cuando llegaron a casa estaban muertos, Sam subió directo a su habitación y se tiró en la cama. Cuando despertó estaba oscuro. Se levantó y encontró una bandeja sobre la mesita de su cuarto, seguramente Crappy se la había dejado allí pero ella no tenía hambre. Salió y fue a la habitación de Giulian entrando sin llamar como era su costumbre.

-         Princesa  -- dijo él  sorprendido.

-         Hola mi amor, ¿por qué no me llamaron?

-         Te veías agotada, así que decidí dejarte dormir.

La chica se sentó en sus piernas y lo rodeó con sus brazos.

-         Hay algo que quería hablar contigo Sam

-         Bien, aquí estoy.

La apartó con cuidado para levantarse, fue hacia la gaveta donde había guardado el frasco y volvió hacia Sam.

-         ¿Qué es eso?  --  preguntó la chica con desconfianza.

-         Esto mi vida, es para evitar accidentes.

-         ¿Es una anticonceptiva?

-         Así es  -- dijo él sonriendo

-         ¿Tanto te aterra la idea de ser padre?  --  preguntó con una ceja apuntando al cielo

-         No mi amor, lo que pasa es que…  -- pero ¿qué era lo que pasaba?

-         ¿Y bien?  -- preguntó ella con frialdad

-         Bueno, creo que las cosas podrían ponérsenos muy difíciles si algo así sucediera.

-         Difíciles --  repitió ella

Giulian  tenía la desagradable  sensación de  que no iba por buen camino.

-         ¿Es algo que deberíamos planificar, no crees? Además no me quiero ni imaginar lo que me haría Dan que sería suave comparado con lo que me haría tu madre, si…

Sam le arrebató el frasco de las manos y lo lanzó con furia contra la pared donde se estrelló y los vidrios volaron en todas direcciones.

-         Sam…

-         Si tienes miedo de que intente atraparte con un hijo, descuida, no lo haré --  y salió dando un portazo.

Giulian Cornwall había tratado con una ingente  cantidad de mujeres a lo largo de su vida, pero ésta definitivamente no encajaba en ninguna clasificación que conociera. ¿Qué había dicho para desatar su ira? Le gustaría saber qué era lo que estaba haciendo mal.

A la mañana siguiente Dan lo saludó al entrar al salón pero Giulian estaba ausente, miraba por la ventana con una taza en la mano a medio camino entre el plato y su boca. Dan se acercó y sacudió la mano frente a su cara.

-         ¡Eh!  --  y él reaccionó  --  ¿Dónde andas hombre?

-         Tengo un problema  -- dijo

-         ¿De qué clase?  --  preguntó con cautela

-         De la clase que tiene ojos violeta

Dan  sonrió y se dijo que debió imaginárselo, al tiempo que se preguntaba qué nuevo disparate habría hecho su hija.

-         Bueno siendo así, no es algo que pueda tratarse con el estómago vacío. Vamos.

Giulian lo siguió y se sentaron en el desayunador. Les trajeron el desayuno pero era evidente que Giulian no tenía intenciones de comer. Desde siempre tanto él como Vlad, parecían imposibilitados para comer cuando tenían un problema o estaban molestos por algo, así que Giulian alejó el plato y siguió con el café.

-         De acuerdo   ¿Qué es esta vez?

-         Tú sabes que yo la amo pero no sé qué estoy haciendo mal, porque no importa lo que haga siempre consigo molestarla.

-         Se específico Giulian, porque cada situación es diferente y aunque conozco el carácter de Samantha y me siento inclinado a apoyarte, a veces eres tú el que comete las estupideces.

-         ¿Ah sí?

-         Sí, por ejemplo el día que nos encontramos con Casander y la escenita que hiciste.

-         ¿Y qué querías que hiciera si ese imbécil se la comía con los ojos? ¿Qué hubieras hecho tú?

-         No sé, probablemente le hubiese hecho un maleficio muy doloroso pero sin que ella lo notase. Y el día que ella quería ir a casa de Danny por no sé qué cosa del cuarto del bebe y tu no querías porque estabas muy cansado.

-         Pues estaba cansado…

-         ¿A las 10 de la mañana?

-         Tú también estarías cansado si te hubieras pasado la noche y parte de la mañana…  -- se detuvo recordando con quien hablaba y Dan enrojeció violentamente --  Lo siento  -- dijo Giulian molesto y no sabía  por qué  -- ya empecé y no voy a detenerme. Hablé con ella lo de la anticonceptiva y poco faltó para que me la rompiera en la cabeza.

-         ¿Qué pasó?

-         Anda a ver, si Willow no lo ha recogido, deben estar los vidrios esparcidos por todo el piso. Traté de hablar con ella esta mañana y estaba dormida, pero algo me dice que no me va a ir mejor ahora.

Dan se quedó pensando, Samantha era especial en muchos sentidos pero este último comportamiento no encajaba en su forma normal de ser, algo debió molestarla.

-         Muy bien, yo hablaré con ella.

-         No sé si eso sea buena idea.

-         ¿Cómo que buena idea? Es mi hija.

-         Si pero con un carácter de los mil demonios.

-         ¡Ja! Debería dejarte solo en esto, solo por venganza  --  y Giulian lo miró  extrañado  --  Sí, no me mires así. ¿Recuerdas cómo te burlabas de mí cuando yo andaba a la greña con Amy? ¿Cuáles eran tus palabras?   --  y se quedó como si estuviese intentando recordar  -- ¡Ah sí!  La Enana es una fiera y te va a volver loco. ¿Recuerdas?

Giulian sonrió tristemente y pensó que ahora le tocaba a él.

-         Creo que yo tengo más posibilidades que tú, ya llevo años de experiencia con la madre.

-         De acuerdo, pero no me agrada, tengo que aprender a manejarla.

-         No es una Glide

-         Imbécil, sabes a lo que me refiero. Déjame subir primero a ver cómo está la marea.

-         Como quieras, total es tu vida, pero si no bajas de aquí a una hora deberé suponer que te acertó con algún maleficio y me iré solo, no pienso esperarte.

-         ¡Vete al demonio Dan!

Y el aludido rió con ganas pensando Giulian Cornwall  ¿quién lo hubiera dicho?

Giulian tomó aire y entró directamente a la habitación de Sam. La vio semi recostada en el diván, tenía una mano sobre el abdomen y con la otra se cubría los ojos.

-         Buenos días princesa.

Se inclinó para besarla pero la chica lo rechazó, de modo que supuso que seguía molesta por lo de anoche.

-         Giulian ahora no, déjame sola por favor.

-         ¿Te sientes mal?

-         Sí, me siento mal, déjame sola.

-         ¿Dolor de cabeza?  -- preguntó inseguro

-         Mi cabeza está bien Giulian, vete

-         Quizá te cayó mal la cena --  dijo viendo que su mano seguía en su abdomen

-         A mi estómago tampoco le pasa nada.

-         Entonces estoy desconcertado amor

-         ¡Giulian Cornwall! --  exclamó exasperada  --   ¿Tan poco sabes de chicas como para notar que estoy realmente descompuesta?

Giulian se quedó clavado en el piso repasando a toda velocidad sus conocimientos acerca del particular mundo femenino hasta que su obstinado cerebro dio con la respuesta. Sonrió y más confiado se acercó a Sam la levantó en sus brazos y se dirigió a la cama.

-         ¿Qué haces?  -- chilló Sam  -- Suéltame.

-         Te pido perdón   --  dijo al tiempo que la depositaba en la cama  -- por no haberme dado  cuenta de lo delicado de tu estado mi amor. Pero siendo hombre, es natural que tienda a olvidar ciertas complicaciones femeninas --  sonrió divertido.

-         Vete al demonio Giulian

-         Lo haré, pero solo después de asegurarme de que estas suficientemente cómoda y que no necesitas nada

Ahuecó las almohadas, le cubrió las piernas con una manta y le dio un tierno beso en los labios.

-         Tengo que salir con tu padre, probablemente no vengamos sino hasta la hora de la cena. ¿Quieres que te traiga algo? ¿Chocolates, quizá? -- preguntó conociendo su pasión por aquellos dulces.

-         Está bien, si te acuerdas   --  le contestó

-         Amor te traeré tantos que te aburrirás de comerlos.

-         Termina de irte Cornwall

Dándole un último beso, salió sonriendo de la habitación. Camino al desayunador se preguntaba cómo podía amar tanto a esa pequeña niña malhumorada, pero aunque no obtuviera nunca la respuesta a esa pregunta, no le importaba, lo único verdaderamente importante era que Sam era suya sin importar cuántos dolores de cabeza le diera.

Se les había hecho tarde porque habían decidido ir a tomarse un par de tragos, de modo que cuando Giulian entró al cuarto de Sam, ella estaba profundamente dormida. Salió decepcionado y se fue a su habitación. De pronto escuchó un violento portazo y prestó atención. Aquello era inusual, la que solía tirar las puertas era Sam, pero no fue solo el portazo…

-          ¡Lárgate de aquí Daniel Douglas!  -- gritaba Amy -- ¡Yo sabía que esto volvería a pasar, Giulian y tú son unos sinvergüenzas!

Cuando Giulian escuchó su nombre, se alarmó. Esta vez era inocente de lo que fuera que lo acusaran, él no había hecho nada y Dan podía probarlo. Pero… qué idioteces estaba pensando, era Dan quien parecía estar en problemas. Con cautela asomó la cabeza y vio a su amigo parado frente a la puerta de su habitación como un idiota.

-         Shsss … hey… Enano  --  susurró y le hizo señas para que se acercara  -- entra

-          Cray estoy en problemas… Amy cree que bebí mucho…y la verdad  yo también.

-         Creo que no podrás volver a tu habitación mi amigo, así que sugiero que te quedes aquí.

-         ¿Y tú dónde dormirás?

-         Bueno, Sam está dormida y no se dará cuenta si me acuesto a su lado

-         De acuerdo gracias, no me  apetece dormir en un sofá

El hecho de que estuvieran llamándose por sus apodos escolares que ya casi no utilizaban nunca y sosteniendo esa conversación absurda sobre dónde dormir en un enorme Castillo lleno de habitaciones, demostraba la calidad de su borrachera. Giulian entró con paso vacilante  a la habitación de Sam y se acostó a su lado. Por lo menos tuvo la lucidez como para  no hacer ruido. Pero a la mañana siguiente un grito estridente los despertó a  todos incluida Sam.

Amy se había levantado temprano un tanto arrepentida de haberle gritado a Dan, sí, era cierto que estaba bebido pero quizá no tanto y además hacía mucho tiempo que no salía a divertirse. Recorrió todos los cuartos de ese piso y no lo consiguió, no podía creer que se hubiera ido a dormir al sofá del salón. Ya iba camino a las escaleras cuando se le ocurrió mirar en el cuarto de Giulian, probablemente éste estaba en peores condiciones que su esposo, siempre había sido así. Pero cuando abrió la puerta…

-         ¡Daniel Douglas!  -- gritó furiosa  -- ¿Dónde está el otro sinvergüenza?  ¡Giulian!  --  gritó más fuerte aún

Dan estaba despatarrado en la cama de Giulian y con la ropa aún puesta. Los gritos de Amy hirieron dolorosamente  los oídos del otro sinvergüenza que estaba justo en la habitación del frente. Sam despertó sobresaltada y vio a Giulian a su lado. Olía a alcohol y a tabaco, pero él no fumaba, lo que significaba que había estado en algún lugar muy contaminado. ¿Dónde demonios se habían metido y con quién? Pensó furiosa.

-         ¡MAMAAAAA!  -- gritó Sam, con una sonrisa maligna en el rostro

Amy abrió la puerta del cuarto de su hija, vio a Giulian y él temió seriamente por su vida, esas dos mujeres eran peligrosas.

-         ¡Fuera!

Giulian se levantó de golpe y la resaca lo golpeó con toda su fuerza. Salió maldiciendo su suerte y pasó lo más lejos posible que pudo de la enfurecida Amy.

-         ¿Se puede saber qué demonios estabas pensando Daniel Douglas?

-         Amy por piedad  -- susurró Dan  -- baja la voz, la cabeza…

-         ¡Me importa un demonio tu cabeza!

Sam que se había levantado y veía el estado deplorable en el que se encontraban los dos hombres, se compadeció.

-         Mamá por favor  --  dijo  -- a mí también me duele la cabeza.

-         Eres un estúpido y un borracho irresponsable  -- seguía su madre con la perorata  -- ¿Cómo se te ocurre enviar a este otro borracho a dormir al cuarto de tu hija? ¿Es qué no había dormitorios suficientes en esta casa?

Aunque Amy había bajado la voz, a ellos aún les taladraba dolorosamente la cabeza, de modo que escuchaban a medias lo que la mujer decía. Pero ciertamente podía decirles lo que quisiera, porque  en realidad ellos no se acordaban de lo que había sucedido la noche anterior. Tardíamente se dieron cuenta que en verdad como que habían bebido mucho. Amy salió dando un portazo que les provocó una mueca de dolor.

-         Enano, recuérdame no volver a beber tanto.

-         Si logro recordarlo yo  -- dijo el otro

Ambos se echaron a reír pero tuvieron que parar enseguida porque les dolía mucho la cabeza.

-         No recuerdo que hubiésemos bebido tanto  --  dijo Dan

-         Pues la  verdad yo no recuerdo nada, pero la próxima vez no me envíes a la habitación de tu hija ¿quieres?

-         No creo que necesites que yo te envíe, tú te vas solo. Pero igual no entiendo, es ahí donde siempre quieres estar ¿no? Claro que quizá ir borracho, no fue la mejor idea

-         Créeme, esa condenada chica es capaz de ponerlo a uno muy sobrio.

-         Necesito algo urgente…  

-         Willow  --  llamó Giulian

-         ¿Sí señor?

-         Willow tenemos una resaca endemoniada, tráenos algo.

-         ¿Se lo pido a la señora?

-         ¡Nooo!  -- gritaron ambos y se llevaron las manos a la cabeza  -- No necesitas pedírselo, solo tráelo y date prisa

-         Sí señor

Después de ese episodio, unos muy contritos Dan y Giulian les dieron los chocolates a sus respectivas parejas, pero trataron de hacerse notar lo menos posible para no ser blanco de comentarios hirientes o de algo mucho peor.

Ya estaban en Halloween, y Sam se preguntaba a dónde se había ido el tiempo. Estaba en la habitación de los niños y miraba asombrada cómo habían crecido. Brendan seguía siendo la viva imagen de su padre, sus profundos ojos azules parecían hablar más que él mismo y era extremadamente cariñoso con Sam, mientras que a Giulian le hacía tantas trastadas como podía.

Elijah era un chico muy formal para su edad y hablaba perfectamente bien, le encantaban los libros, de modo que Mael le había llevado tantos como había podido y Elijah se pasaba horas mirando las láminas. Inicialmente Sam estuvo muy preocupada, porque pensó que su hijo echaría mucho de menos a su padre, al fin y al cabo si a ella le hacía tanta falta, se imaginaba que al niño mucho más, pero Elijah nunca le preguntaba por Mael, mientras que Brendan lo hacía constantemente. Aunque no entendía eso, dejó de preocuparse. Lo que Sam no sabía, era que Mael no solo iba los fines de semana, sino que muchas noches pasaba por allá y conversaba con su hijo. Al principio su intención solo era verlo, pero cada vez que él llegaba aunque lo hiciese con el mayor sigilo, el niño enseguida abría los ojos. Nunca se quedaba mucho para que el chico pudiese descansar como correspondía, pero eso hizo que Elijah lo extrañase menos. Lo que tanto Sam como Mael ignoraban, era la enorme inteligencia que poseía aquel chico y era la razón por la que nunca hablaba de Mael con su madre.

Sam acaba de terminar de vestirlos y ellos estaban muy emocionados, aquel día irían de paseo y aunque la idea de Gail no había sido muy bien recibida, finalmente la habían aceptado.  Gail desde siempre había querido ir de paseo a un parque, pero no a cualquier parque, sino al que Danny le había contado que iba cuando era pequeño. Era una manía que nunca había podido satisfacer por lo complicado de sus vidas, pero ahora estaba decidido a hacerlo. Iván se había negado en redondo, él había vivido suficiente tiempo entre los Firbolgs y no tenía  ningún deseo de acompañarlos. Si embargo, Giulian y Dan apoyaron la idea con entusiasmo. Giulian entró y los niños corrieron hacia él.

-         Ya listos papi  --  dijo Brendan

-         Ya veo, pero mami aun no  --  dijo Giulian mirando a Sam que aun llevaba la bata de dormir

-         Quise atenderlos a ellos primero  --  dijo ella  --  pero ahora tú, ocúpate de que coman algo mientras yo me visto.

Giulian los cargó a ambos y salió, mientras ella se iba a su habitación. Como de costumbre cuando los niños estaban en la mesa, aquello era un desastre pero a pesar de eso, los adultos intentaban mantener una conversación medianamente normal.

-         ¿Y tú que harás hoy?  --  le preguntó Amy a Iván mientras él esquivaba una tostada que volaba hacia su cara

-         Iré a Arx a entrenar un rato

-         Hoy es domingo Iván  --  dijo Amy

-         Casi no tengo tiempo en la semana, de modo que aprovecharé el día de hoy

-         ¿Y tú de qué te ríes?  --  le preguntó Amy a su marido

-         De nada

-         Claro

Iván sintió deseos de darle un puñetazo a Dan, porque él sabía perfectamente lo que estaba pensando. Sin embargo, todo quedó allí porque comenzaron a llegar los demás, de modo que se levantaron de la mesa  y fueron a recibirlos.

Un rato después ya habían llegado todos y estaban listos para irse cuando bajó Sam. A Giulian, a Dan, a Danny y a Gail, casi les dio un infarto al verla, mientras que en opinión de Kenny y Jonathan se veía guapísima.

-         ¡Tú no vas así a ningún lado!  -- rugió Giulian

-         ¿Te has vuelto loca?  --  preguntó Dan

-         ¡Haz el favor de ir a cambiarte!  --  ordenó Danny

-         ¿Sabes cuántos problemas nos vas a causar?  -- preguntó Gail

Sam siguió bajando las escaleras imperturbable. Llevaba un short muy corto de jean, un top rojo tan breve, que parecía un sujetador y unos tenis.

-         ¡He dicho que te quites eso! --   le ordenó Giulian rojo de furia

Sam los miró y pensó que todos allí eran su familia, los McKenzie a pesar de no ser su sangre, era como si lo fueran y tomó una decisión.

-         Te he dicho… -- comenzó Giulian, pero la sangre se le heló

Samantha caminó hacia él y  comenzó a desabrocharse el short

-         ¡Sam!  --  se oyó un grito general

-         ¿Qué demonios estás haciendo?  -- preguntó Giulian tomándola por un brazo con muy poca delicadeza

-         Tú me dijiste que me quitara esta ropa

Sam miró su mano y él se vio obligado soltarla cuando sintió como que se la estaba quemando.

-         Pero no era exactamente…

-         Entonces  -- dijo con voz peligrosamente baja pero perfectamente audible  -- Tú, patán ordinario, no vuelvas a gritarme ni a ordenarme nada ¿Has comprendido?

Todos estaban tan estupefactos que nadie dijo nada y comenzaron a caminar hacia el Dver. El único que se acercó a Sam fue Jonathan.

-         Gran actuación Sam, pero  no lo habrías hecho ¿no?

-         Pues considerando que todos ustedes son mi familia, definitivamente sí.

El chico se quedó boquiabierto porque pensó que solo blofeaba, mientras que Giulian ya la conocía lo bastante como para saber que habría sido capaz nada más que por molestarlo.

Llegaron al centro comercial de Kelten y de allí entraron al Dver que los trasladaba al mundo Firbolg. Era muy raro que utilizasen aquel medio para trasladarse tan lejos, pero era el más seguro en aquellas circunstancias. Eran un grupo demasiado numeroso como para materializarse directamente en un lugar donde podían verlos.

Danny que era quien sabía exactamente a dónde se dirigían, fue quien dirigió el traslado. Una vez que llegaron a zona Firbolg el asunto se complicó un poco más, porque había solo dos formas para llegar al parque, una era tomando un taxi y eran muchos, y la otra era tomando el DART. Danny lo pensó un momento y se decidió por este último.

Danny se hizo cargo de su esposa, de Gail y de Aderyn, Giulian de Sam y los niños, Dan de Peter y Anne, y Jonathan de Kenny, Anastasia y Aelig. Cuando se subieron al rápido, después de toda la odisea de pasar por los torniquetes, se acomodaron en los asientos.

-         ¡Por los Tesoros del Gran Druida!  --  exclamó Anne  --  Esto parece un armario
-         ¡Mamá!  --  susurró Jonathan al darse cuenta que otros pasajeros los miraban con curiosidad

Finalmente llegaron al sitio donde harían el picnic sin mayores contratiempos, y mientras los mayores se ocupaban de preparar las cosas de la manera más ordinaria posible ya que estaban en zona Firbolg,  los más jóvenes se entretenían dando un paseo y mirando a los chicos jugar. Gail se quedó mirando a un grupo de niños que corrían sobre unas patinetas y juntó las cejas.

-         ¿Eso es todo?  --  le preguntó a Danny

-         ¿A qué te refieres?

-         Esas Glide no vuelan ¿verdad?  --  y Danny rió

-         No, no vuelan

-         ¿Pero qué gracia tiene montar una Glide que no vuela?  --  insistió el chico

-         Créeme, se divierten  mucho  y tienen bastantes accidentes así

-         Por favor  --  miraron unos minutos más  --  Mayor aburrimiento  --  concluyó y Danny volvió a reír

Pasaron un día muy agradable y ya estaban por comenzar a recoger todo para marcharse cuando de pronto Sam tuvo un mal presentimiento, miró hacia un lado y confirmó lo que había sentido, un grupo de jóvenes con muy mal aspecto los vigilaba y así se lo hizo saber a Danny.

-         Danny, no tendremos tiempo de recoger e irnos, esos estúpidos van atacarnos. Si es necesario sujeta a Giulian y que Gail sujete a papá. Yo me encargo.

-         Pero Sam…

-         Escúchame, tienen pistolas, sabes lo que son ¿no? Pueden hacer mucho daño

Danny se apresuró a transmitir el mensaje a Gail apenas con tiempo, porque ya Dan, Jonathan, Giulian y Kenny habían sentido el peligro y se habían puesto de pie.

-         ¿Nos acompañas preciosa?  -- dijo el que parecía comandarlos mirando a Sam

-         No lo creo  -- dijo ella tranquilamente

-         ¡Déjenla en paz!  -- gritó Giulian

El muchacho rió desagradablemente y dio un paso hacia Sam.

-         Danny  --   el chico sujetó a Giulian y Gail a Dan

Con lo que no contaron fue con que el pequeño Elijah literalmente saltase frente a su madre interponiéndose entre los sujetos y ella.

-         Si no quieres que tu hermanito salga herido es mejor que…

Pero no se enteraron de qué, porque acto seguido Sam  miró a los sujetos y todos cayeron al suelo un poco más allá y luego  una serie de víboras comenzaron a deslizarse hacia los que estaban en el piso. Ellos sacaron sus armas pero Sam las miró y las pistolas se trabaron. Los sujetos se levantaron como pudieron y huyeron despavoridos. Sam se dio la vuelta como si nada hubiese pasado, tomó la mano de Elijah y Danny disimuladamente sacó su Athame y apuntando hacia las serpientes, las hizo desaparecer.

Después del incidente recogieron a toda prisa, pero todos miraban disimuladamente a Sam. Los únicos que sabían que ella podía hacer ese tipo de cosas eran su hermano, Gail y las chicas, los demás no, al menos hasta dónde ella sabía y ciertamente el único que no estaba en realidad sorprendido era Jonathan, él hacía mucho tiempo que había llegado a la conclusión de que de Samantha Douglas se podía esperar cualquier cosa.

Una vez en casa, Giulian salía del baño cuando entró Sam y él sufrió el conocido escalofrío en la espina dorsal al verla acercarse con esa mirada incendiaria.

-         ¿Me dejarás dormir aquí o me harás dormir solitaria en mi habitación?


Ya estaba tan cerca que sus últimas palabras se perdieron en algún lugar de su cerebro. Sus manos recorrieron su torso desnudo y por donde pasaban le dejaban la piel encendida. La miró y olvidó todo lo demás.  

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