La primera semana de clases
había sido terrorífica. Los profesores estaban siendo muy duros, especialmente
Armel, que aquel semestre les estaba impartiendo la materia de Control de Energía.
En Animales y Criaturas Mitológicas estudiarían a los Elementales y
cómo tener una buena comunicación con ellos, estos son los espíritus correspondientes
a cada elemento de la naturaleza. Por lo pronto les mandaron investigar sobre
los Silfos, los Duendes, los Sealkies y las Salamandras. En Mas Allá de la Energía Negativa,
estudiarían peligrosos conjuros de ocultamiento y cómo romperlos. Las demás
materias seguían más o menos de la misma forma y sin muchas variantes.
Diandra y Aderyn, estaban
combinando sus estudios con las obligaciones de ser madres, y aunque estaban
felices con sus bebés, Diandra estaba al borde de la locura porque Dreo era en
verdad incontrolable. Ya ni siquiera Anne se mostraba tan complacida de tener
al niño en casa mientras Di estaba en el Instituto y eso que apenas era algo
más que un recién nacido.
-
No me quiero imaginar cuando camine
-- dijo Dan una tarde
El comentario había venido
a propósito de que mientras el bebe estaba en su cuna y ellos charlaban en el
Salón, escucharon un estrépito y todos corrieron pensando que Elijah y Brendan
habían derribado algo, pero los dos chicos estaban sentados jugando con unos tacos
y reían mirando a un rincón. Ellos siguieron la dirección de la mirada y vieron
una estantería llena de juguetes tirada.
-
¿Quién fue? -- preguntó Giulian
-
Dreo -- dijeron los chicos en forma inmediata
Siendo que los adultos
pensaban que había sido alguno de ellos dos, se sorprendieron mucho e que
mintiesen, porque normalmente y a pesar de las posibles consecuencias, siempre
decían la verdad, de modo que Sam se acercó a ellos y los miró con duda.
-
Es la verdad mami -- dijo Elijah
Y no teniendo elementos de
juicio para poner en duda el asunto, decidieron dejarlo así y fue cuando Dan
hizo su sarcástico comentario mientras Diandra se juraba que bajo ningún
concepto tendría más niños.
Comenzaron a planificar el
cumpleaños de Elijah, ya a Sam comenzaba a pasársele la molestia con Mael y es
que aunque hubiese tenido razón, era imposible estar molesta con aquella
dulzura de hombre.
Las cosas entre Sam y
Giulian marchaban más o menos igual. Aunque él se había vuelto más posesivo, si
es que esto era concebible, pero Sam se lo tomaba bastante bien. Eventualmente
había alguna explosión pero no de grandes proporciones.
Dan e Iván seguían trabajando
nadie sabía en qué, pero se encerraban largas horas en la habitación de Iván
que se había convertido en una especie de estudio, ya que estaba abarrotada de
libros antiguos. Aunque seguían sin saber de qué se trataba todos estaban
demasiados ocupados como para embarcarse en una cruzada por averiguarlo, pero
Sam había notado que en más de una oportunidad su padre detenía al profesor de Antigua Magia Arzhvael, que por cierto
era un anciano casi tan antiguo como la materia que impartía, y hablaba durante
largo rato con él.
El sábado Dan estaba con
ánimo de celebración aunque nadie sabía por qué, pero Amy y Sam habían quedado
con Aderyn para hacer el primer trabajo de Animales
y Criaturas Mitológicas, Danny todo
el tiempo quería correr a casa para estar con su mujer y su hijo, y Gail ya
tenía claro que aquellos lugares no le eran gratos. De modo que Dan y Giulian
decidieron salir solos. Por supuesto antes de eso, Amy le había largado un
extenso discurso a Dan en cuanto a que no se repitiese lo de la última vez,
porque los haría dormir en el jardín. Por su parte Giulian tomó nota mental de
la mirada de Sam, y se dijo a sí mismo que si apreciaba su cabeza, mejor sería
controlar la ingesta de alcohol.
Las chicas estaban en la
casa de Aderyn y Gail haciendo el trabajo acerca de los elementales cuando Sam
levantó la vista de la extensa redacción, estaba cansada. Se levantó para ir
por un vaso con agua y miró por la ventana. Se distrajo mirando una pequeña
esfera de luz muy parecida a la que ella había conjurado cuando las tenían
secuestradas en la Mansión Lery. La esfera flotaba a unos pocos centímetros del
suelo. No supo por qué pero se sintió atraída por ella, así que se dirigió a la
puerta y la abrió. Lo pensó por un
momento y decidió que aquello no entrañaba ningún peligro y esa casa estaba
fuertemente protegida al igual que Averdeen.
-
Madre, voy a tomarme un descanso.
Estaré en el jardín.
-
Samantha cúbrete, aún está nevando.
-
Sí mamá
Sam agarró una bufanda que
estaba en el perchero, se puso los
guantes y salió. La esfera seguía flotando en el mismo sitio. Se acercó pero
cuando ya estaba a pocos pasos, desapareció. La chica frunció la frente con
disgusto y decidió volver sobre sus pasos, pero entonces la vio de nuevo y se
preguntó que sería aquello. Se acercó más despacio pero la pequeña esfera
volvió a desaparecer. Se quedó parada un momento y la esfera volvió a aparecer.
No fastidies, dijo mentalmente. Extendió la mano y sorprendida vio que la
esfera se acercaba. Miró en todas direcciones y no vio nada, la pequeña fuente
de luz seguía acercándose. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, Sam notó que
emitía una especie de suave murmullo. Pero se dijo a sí misma que debía estar
alucinando, porque las luces no hablan.
-
¡Ey! -- dijo absurdamente
dirigiéndose a la pequeña bola de luz
-- ¿Qué haces aquí?
Sam seguía escuchando
aquella especie de murmullo y se esforzó en tratar de entender. Aquello era
absurdo. ¿Entender? ¿Entender qué? Era solo una extraña luz flotante. Pero…
-
Liminiades
-
¿Cómo? ¿Liminiades? ¿Qué es eso?
-
Un elemental del Fuego
-
Un elemen…
Esto tenía que ser una
broma, seguramente se despertaría dormida sobre su trabajo de Animales y
Criaturas Mitológicas. Sí, seguramente solo estaba soñando. Pero la pequeña
esfera seguía flotando sobre su palma, así que Sam probó de nuevo.
-
Entonces eres un espíritu de fuego.
-
Sí mi señora.
-
¿Y qué haces aquí? No me digas que viniste a ayudarme con mi tarea – y
rió de su propio chiste
-
Estoy a tu servicio siempre que me necesites, y acudiré siempre que me
llames.
-
¿Siempre que te llame? ¿Y cómo se supone que debo o puedo llamarte?
-
Ya te lo dije, Liminiades
Sam se quedó allí parada
mirando la pequeña esfera y casi se cae cuando vio aparecer un pequeño rostro.
Se parecía mucho al rostro de una mujer pero como envuelto en una suave llama
titilante.
-
Ya una vez me necesitaste y
acudí.
-
¿Cuándo? Yo nunca…es decir, es la primera…
Pero entonces recordó la
noche en la Mansión Lery, pero no era posible…
-
¿Cómo lo hice? -- le preguntó
-
Te concentraste en la
necesidad de alumbrar tu camino.
-
Pero yo convoqué la luz de manera común
y la hice desaparecer de la misma forma
-
No, tú pensaste en lo
que necesitabas, yo acudí a tu llamado y
desparecí porque deseaste que lo hiciera.
-
De acuerdo, suponiendo que esto sea cierto. ¿Por qué lo haces?
-
Ya te lo dije, estoy a tu
servicio.
Sam pensó en un montón de
preguntas por hacer, pero no supo cómo formular ninguna.
-
¿Por qué ahora? ¿Por qué no te había visto antes?
-
Sí me has visto, pero no lo
recuerdas. Hace muchas lunas, eras más frágil y tu cuerpo aún no se había
formado.
Sam no entendía nada pero
la esfera seguía allí.
-
Muy bien, pero hoy no te llamé y
sin embargo estás aquí.
-
Siempre estoy aunque casi
nunca me ves, y sí me llamaste. Cuando te acercaste a mí desaparecí de tu
vista, pero cuando me llamaste, vine.
Sam recordó que era verdad.
Se había acercado varias veces y la esfera desaparecía, pero cuando extendió su
mano la pequeña luz voló hacia ella. En ese momento escuchó que su madre la
llamaba.
-
Debo volver pero… ¿puedo preguntarte algo? – la esfera titiló y ella lo
interpretó como un sí -- ¿Solo yo puedo verte?
-
No, si me llamas en
presencia de alguien, también me verá, pero solo tú puedes escucharme. Puedo
prestarte mi ayuda cuando necesites iluminar la oscuridad, no puedo hacer
aparecer fuego, eso lo hacen las salamandras. También ellas están obligadas a
prestarte su servicio.
-
¿Qué? ¿Obligadas? ¿Por qué?
-
Se acerca el momento en que
todas esas preguntas serán respondidas y no me corresponde a mí hacerlo. Solo
llámame si me necesitas.
Y la esfera empezó a alejarse.
Samantha estaba atónita además de muy confundida, pero no teniendo idea de
qué significaba todo aquello, regresó a
la casa a terminar su tarea. Se sorprendió mucho cuando pudo terminar el
trabajo prácticamente sin ayuda de los libros, parecía saberlo todo acerca de
aquellos pequeños seres del fuego. Algo extraño estaba sucediendo, pensó en
preguntarles a su madre o a Aderyn que siempre lo sabían todo pero en esta
ocasión y por extraño que parezca, ella como que sabía más acerca de aquellos
seres que las otras dos y en ese momento sintió una punzada al recordar a Mael
y lo mucho que lo extrañaba, ya que cuando trabajaban siempre competían entre
ellos a ver quién terminaba primero. Terminaron el trabajo acerca de los
espíritus de fuego que era el que tenían que
entregar esa semana y quedaron que en algún momento de la semana
empezarían el siguiente. Se despidieron de Aderyn y de Gail que aunque había
comenzado con ellas, se había dormido en el proceso, y regresaron a su casa.
Dan y Giulian estaban sentados en un bar Firbolg, a
ambos les encantaba esa clase de excursiones.
-
Ya no tiene gracia hacer esto
-- decía Dan -- si
no podemos impresionar a las chicas con nuestras habilidades, ¿para qué nos
molestamos en venir a un lugar como este?
-
Creí que querías salir a tomarte algo, no que querías impresionar a
alguna chica. Y según mi experiencia, con la clase de mujer que tienes, eso
sería una pésima idea.
En ese preciso y justo
momento, se acercaron dos bellezas, una rubia y una morena, para invitarlos a
bailar.
-
Pero bailar sí podemos ¿no? --
dijo Dan
-
Supongo que no violamos ninguna regla de ese modo.
Pero a los pocos minutos
fue evidente que las chicas no solo querían bailar. La morena con la que estaba
Dan enredó sus brazos por detrás de su cuello, se pegó a él y comenzó a
masajearle la base del cuello, de modo que Dan supo que era momento de
alejarse. Le agradeció el baile y volvió a su silla. Por su parte la rubia que
le había tocado a Giulian, al no ser tan alta lo abrazó por la cintura y
enterró la cabeza en su pecho. Giulian se estaba asfixiando con el perfume de
la chica y sintió el estómago revuelto, de modo que tan cortésmente como pudo
se deshizo de ella y volvió a su asiento también, pero se sentía enfermo,
realmente aquel perfume era asqueroso.
-
¿Qué? -- le preguntó Dan al ver la cara que traía.
-
Nada, solo que casi me mata con un maldito perfume que todavía me tiene
mareado.
-
Bueno, me parece que las chicas de ahora son un poco más audaces. La que
me tocó parecía querer fundirse conmigo.
-
No seas necio Dan, son exactamente igual que siempre. Hace veinte años
no hubieras dejado a la chica solo porque se te acercó mucho.
-
De acuerdo, y teniendo en cuenta que hace veinte años tú tampoco
hubieras salido corriendo despavorido solo por un perfume fuerte, entonces debo
concluir que simplemente estamos viejos ¿no?
-
¿Es estrictamente necesario que me recuerdes continuamente mi edad? -- preguntó el otro con mal humor
-
No te la recuerdo, solo comento algo que es un hecho --
dijo en forma maligna
Estuvieron más o menos en el mismo plan todo el rato. Otras
cuantas chicas se acercaron para bailar y ellos lo hacían, pero eran
abandonadas rápidamente. Ambos eran hombres atractivos y jóvenes aún, sobre
todo desde la perspectiva de las mujeres que los veían, ya que para ellas
parecían no tener más de veinticinco o treinta años a lo sumo. Su problema era
que estaban tremendamente enamorados de sus mujeres y por lo tanto el descarado
coqueteo de las demás mujeres no parecía afectarlos. Después de muchos bailes
inconclusos, de insultarse entre ellos mismos como era su costumbre y antes de
sobrepasar el límite de alcohol, decidieron marcharse, de modo que llegaron a
casa relativamente temprano. Giulian entró a su habitación y Sam no estaba, era
la primera vez, en hacía más de un mes que no la veía en su cama. Se metió al
baño, se duchó y decidió acostarse. Ya tenía bastante rato de haberse acostado
y seguía despierto. Se maldijo, la echaba de menos. Acomodó las almohadas y
cambió de posición. Pasados unos diez minutos, sintió que se abría la puerta, la
vio entrar pero no se movió. La sintió meterse en la cama acurrucándose a su
lado y pensó que quizá tendría frío, pero se reprendió a sí mismo, era un
maldito infeliz porque solo quería abrazarla, pero aún así se volteó, la
envolvió en sus brazos y casi inmediatamente se quedó dormido.
Sam despertó y no vio a
Giulian en la cama, eso le extrañó por varias razones, la primera porque
Giulian era de todo menos madrugador, y segundo porque era domingo y
generalmente no se levantaban temprano los domingos. Se levantó, abrió la puerta del baño y lo vio con la cara
pálida y recostado de la pared. Humedeció un paño y se lo pasó por el rostro.
Aunque se veía realmente mal, por un momento tuvo el deseo de patearlo, ¿quién
lo mandaba a beber tanto?
-
¿No se suponía que controlarían lo que beberían? --
preguntó
-
Sam, te juro que no bebimos en exceso. Pregúntale a tu padre.
-
Sí claro -- dijo mordazmente -- Supongo que ha de estar en las mismas
condiciones que tú y contará la misma historia. ¿Te sientes mejor?
-
Sí -- le dijo pero dudando de su caridad
-
Bien, me voy a mi habitación, nos vemos abajo para desayunar. ¿Quieres que llame a Willow
para que te consiga algo para la resaca?
-
Ya te dije que no tengo resaca. Probablemente me cayó mal la cena o qué
se yo.
-
Claro -- dijo ella y se dio la vuelta para salir
Giulian trató de contar la
cantidad de tragos que se había bebido y lo recordaba perfectamente, clara
señal de que no había bebido tanto. Después
de bañarse y vestirse, bajó a comprobar el estado en el que se
encontraba Dan.
-
Buenos días -- saludó a todos
-
Buenos días -- contestaron Amy, Dan e Iván, y éste se le
quedó mirando con curiosidad
-
¿Qué? – le preguntó
-
Sam dijo que habías amanecido con resaca.
-
No es cierto -- dijo con cansancio -- le dije que no era eso.
-
Ya me parecía extraño a mí --
dijo Dan
Pero definitivamente algo
le ocurría a su estómago, porque normalmente y siendo que nada lo estaba
preocupando estaría hambriento a esta hora, sin embargo no era así. Decidió que
con toda seguridad algo de lo que había comido le había caído mal.
-
¿Enana, tendrás algo para mi estómago? Creo que algo de lo que comí ayer
me cayó mal.
-
Iván, deberías examinar a este individuo.
-
¿Por una indigestión?
-
Es que no es una, ya van varias veces en esta semana que le sucede lo
mismo
-
De acuerdo, puede hacerlo, pero mientras tanto ¿me das algo? -- dijo Giulian dedicándole su mejor sonrisa
Amy llamó a Crappy, le
indicó lo que quería y pasados unos minutos volvió con lo que le pidió y se lo
dio a Giulian. El resto del día lo pasó bien y todo lo que no se había comido
en la mañana se lo comió después.
-
Por favor hombre -- dijo Amy
-- después no quieres sentirte
mal.
-
Tengo hambre, después de todo no comí nada esta mañana.
Se alegraron de que
estuviera bien otra vez y pasaron un domingo tranquilo. A la mañana siguiente
volvía a sentirse mal, pero teniendo en cuenta todo lo que se había comido el
día anterior no le extrañó y prefirió no
decirle nada a Amy para no escuchar su perorata acerca de su forma de comer.
Después que todos se habían marchado al Instituto le pidió a Crappy que le
trajera la misma medicina que Amy le había dado el día anterior y la guardó en
un cajón en su habitación, de ese modo si volvía a necesitarla nadie tenía que
saberlo.
El lunes en la noche, Sam
estaba cansada pero debía terminar el trabajo de A.C.M que debía entregar esa
semana. Obtuvo una excelente nota en el de la semana pasada de los elementales
del fuego, esta semana le tocaba entregar el de los elementales de la tierra, de
modo que se metió al estudio y sacando sus libros se dispuso a trabajar.
Giulian entró al estudio un rato después, le dio un beso y le dijo que se iba a
dormir porque se caía del sueño. Ella lo miró cuando salía y pensó en qué
estaría haciendo Giulian que estaba tan cansado últimamente pero siguió con su
trabajo. Llevaba aproximadamente una
hora trabajando cuando escuchó una risa divertida. Levantó violentamente la
cabeza y no vio a nadie, de modo que pensó que se lo había imaginado. Se
dispuso a seguir pero apenas había tomado el lápiz, la volvió a escuchar. A
menos que se estuviera volviendo loca, allí había alguien. Cogió su Athame se
levantó de su asiento y comenzó a revisar. Que ella supiera en la casa no
tenían ningún fantasma, de modo que lo que fuera debía ser visible. Después de
un rato y ya cansada dijo:
-
Muy bien, seas quien seas sal de
donde estés.
Y para su sorpresa un
hombrecillo apareció ante sus ojos. Con
cautela se acercó.
-
¿Quién eres tú? -- le preguntó y escuchó de nuevo la risita
divertida
-
Yo soy Waldweibleim mi señora.
-
Muy bien…y…bueno, no quiero ser grosera pero ¿qué haces en mi casa?
-
Tú me ordenaste salir.
-
Sí, pero ya estabas aquí antes de que te pidiera salir. Quiero saber por
qué, y si no es muy ofensivo me gustaría que me dijeras ¿qué eres?
-
Soy un Duende de los campos mi señora, un Elemental de Tierra, y estoy
aquí porque debo estar a tu servicio.
-
Aguarda, aguarda -- lo detuvo suponiendo que quisiera decir
más -- ¿Dijiste a mi servicio? ¿Por qué?
-
Yo no soy el indicado para decirte eso.
-
Un momento, ya he escuchado eso antes, espera, no te muevas.
-
Sí mi señora -- y dejó escuchar de nuevo la risita
Este sí que era un duende
muy risueño, pensó la chica. Aseguró la puerta y llamó.
-
Liminiades
-- a los pocos segundos apareció la esfera de luz.
-
¿Llamaste mi señora?
-
Sí, quiero preguntarte algo. ¿Ustedes se conocen? --
dijo señalando al duende
-
Por supuesto mi señora,
pertenecemos a la misma dimensión.
Sam se quedó un momento
pensativa. En los años que llevaba en el mundo Arzhvael había visto cosas
extrañas, pero esto se llevaba el oro.
-
Muy bien, entonces ambos están a mi servicio, pero no pueden decirme por
qué ¿correcto?
-
No te apresures, todo llega
en el momento en que debe, ni antes, ni después. Por ahora solo te baste con
saber que podemos ayudarte si nos necesitas.
-
Muy bien Liminiades gracias
por venir, puedes retirarte, y tú también Waldweibleim
-
Gracias mi señora – y desapareció dejando tras de sí su risita.
Sam terminó a toda prisa el
trabajo pensando que no sacaría tan buena calificación como la vez anterior,
pero estaba cansada y había perdido mucho tiempo hablando con los elementales.
¿De verdad estaba hablando con ellos? Sacudió la cabeza, recogió sus cosas y se
fue a dormir.
Mientras tanto en la habitación de Iván, éste y Dan se
encontraban trabajando en un complicado y antiguo pergamino. Aquello les estaba
llevando más tiempo del que habían pensado y Dan se alegró de haberle pedido
ayuda a Iván o no habría podido con aquello. La mayor parte de todo estaba en
Runas Antiguas y si a Iván se le había hecho complicado, él no habría tenido
ninguna posibilidad.
Sam se llevó una gran
sorpresa cuando le dieron la nota del trabajo. Había salido igual de bien que
en el anterior y el profesor la había felicitado por la extensa investigación y
los dibujos tan perfectos de las criaturas. Dijo que parecía como si los
hubiese visto. Sam sonrió, si supiera que no solo los he visto sino que he
hablado con ellos.
-
¿Qué? ¿Cómo que los has
visto?
Sam recordó que no le había
contado nada a su hermano.
-
Recuérdame contarte mañana
El sábado sería la
celebración del cumpleaños de Elijah, de modo que podrían hablar con toda
tranquilidad.
Ese día fue de frenética
actividad, Elijah había caído dos veces al lago y Brendan había desaparecido de
la vista de todos poco antes de picar el pastel, de modo que Willow emprendió
la rápida búsqueda y a los pocos segundos apareció ante Giulian.
-
¿Y bien? -- preguntó él
-
El niño está ocupado señor
-
¿Cómo que está ocupado? ¿De qué demonios hablas? Haz el favor de traerlo
de inmediato
-
No puedo hacer eso
-
¿Qué? -- exclamó furioso
-
No puedo interrumpir a mi señora
A Giulian se le pasó el
enfado de forma automática al entender lo que Willow decía, le pidió que le
dijese dónde estaba y se encaminó a buscar a Brendan. Se adentró en el
bosquecillo aledaño y los vio.
-
Buenas tardes Gwyn -- saludó a la Dríade
-
¡Papi! -- dijo el chico
-- ¿Gwyn puede venir a comer
pastel?
-
No lo creo
-
¿Por qué? -- preguntó el chico con cara de pena -- Es
buena, es mi amiga
-
Lo sé príncipe, pero… -- se detuvo porque no sabía cómo continuar
-
Nosotras solo podemos estar
cerca de los árboles -- dijo ella
dirigiéndose al niño -- pero
puedes venir siempre que los desees
-
¿Puedo papi?
-
Por supuesto
-
¿Y Elijah puede venir también?
-- y Giulian miró a Gwyn
-
Puede -- le
contestó ella y el niño sonrió complacido
-
¿Y mi mami?
-
También --
dijo la Dríade para asombro de Giulian
-- ella también posee ese derecho
Giulian pensó que
probablemente al ser descendiente de una Ninfa, que era una criatura similar…
-
No, no es por eso, pero
como dije, tiene el derecho
Giulian recordó que a pesar de que Gwyn como todas las Dríades
podían dejarse ver si así lo querían aunque no hablasen con nadie, esta era
especialmente poco dada a ello y se negaba a dejarse ver por nadie que no
llevase sangre Cornwall, pero decidió no discutir más, alzó a Brendan, se
despidieron de Gwyn y se marcharon. Cuando iban en camino Giulian recordó
súbitamente que en realidad Sam tenía ese derecho, porque aunque de forma más
lejana que él, también tenían parentesco con las Dríades.
Ya Sam se disponía a ir por
ellos cuando los vio venir. Brendan saltó alborozado e intentaba hablarle de
Gwyn al mismo tiempo que Elijah se le escapaba a Mael que había subido a
cambiarlo por tercera vez e intentaba decirle a su madre algo relacionado con
el lago, de modo que Sam los calmó a ambos y les dijo que más tarde le
contarían todo.
Ya todo estaba listo para
cortar el pastel, pero mientras Lizzy y Vladimir dormían pacíficamente en sus
cunas portátiles, Dreo tenía un escándalo desesperante y casi habrían podido
jurar que el chico quería pastel. Finalmente Danny lo había sacado de la cuna y
el niño se había callado. Una vez que Elijah sopló sus velitas, Brendan metió
la mano en el pastel y le llenó el cabello de crema a Aelig, y cuando la niña
comenzó a llorar Elijah la miró mal. Aquello era algo que preocupaba mucho a
Sam, porque ya Elijah no molestaba a Aelig pero parecía que la presencia de la
niña lo molestaba a él. Inicialmente Sam pensó que se trataba de celos, pero no
le sucedía lo mismo con los demás niños de la familia.
Cuando los chicos
estuvieron bañados y en sus cunas, Sam se fue a hablar con sus hermanos, y como
faltaba Mael, lo hizo bajar y procedió a contarles los extraños sucesos de las
dos últimas semanas con los espíritus de los elementales. Danny y Gail se
mostraron escépticos, Aderyn y Diandra le preguntaron que si estaba
absolutamente segura que no se había imaginado todo eso por estar haciendo el
dichoso trabajo, mientras que Mael se mostró dispuesto como siempre a creer de
forma absoluta todo cuanto les había contado. Sin embargo, Sam tuvo una idea y
así probaría para sí misma que no estaba imaginando cosas.
-
Liminiades, Waldweibleim
No había probado llamarles
en presencia de nadie, de modo que se preparó para que no acudieran, pero para
su sorpresa la esfera de luz apareció flotando hacia ella. Sin embargo, el
duende no.
-
¿Llamaste mi señora? -- dijo el elemental – Waldweibleim es tu deber aparecer
-- dijo -- discúlpalo mi señora
pero no les gusta mucho aparecer cuando pueden ser vistos
-
Pero yo puedo verlo
-
Sí, porque es su deber
aparecer ante ti cada vez que lo
solicites, pero hay otras personas aquí y a él si podrían verlo y escucharlo. Y eso no
le gusta mucho.
-
Bueno si no quiere está bien, no
es mi intensión obligarle
Los chicos miraban a Sam y
se sintieron alarmados. Aparentemente ella hablaba con alguien y creía que le contestaba, pero lo único
que había en la habitación era una esfera de luz flotante, mientras que Mael
era el único que parecía entender la situación.
-
Quiten esas caras, la Nena no está loca, eso -- dijo señalando la esfera de luz -- es
un elemental de fuego, y si prestaran atención a sus clases lo sabrían
Aderyn se sintió apenada,
pero los demás seguían teniendo la misma expresión
-
¿Sam? -- dijo Danny con cautela -- Con…
Pero en ese momento
escucharon una risa, miraron a todos lados pero no vieron a nadie.
-
Waldweibleim, si vas a dejarte ver hazlo
de una vez -- dijo Sam
Entonces apareció un
hombrecito en un rincón de la habitación.
-
Acércate por favor -- le dijo, y
él la obedeció -- Chicos, este es Waldweibleim --
dijo mientras ellos examinaban al pequeño visitante -- Waldweibleim, estos son mis hermanos
El hombrecito volvió a
soltar la risita burlona y les hizo una inclinación de cabeza pero no habló.
Sam les dio las gracias por venir y les dijo que podían retirarse.
-
¿Y bueno, qué piensan?
-
Que deberíamos contárselo a alguien
-- dijo Gail aún impresionado
-
Ya lo había pensado, creo que voy a contárselo a papá y a Iván.
-
Me parece buena idea -- dijo Di
-
¿Qué crees que pueda significar todo esto? --
preguntó Aderyn
-
No lo sé, pero me imagino que aún voy a conocer a dos más.
-
¿A dos más? ¿Por qué? -- preguntó Danny
-
¿Danny, no has estado
escuchándola? -- preguntó Mael
-
Han aparecido cuando estoy haciendo las tareas de A.C.M y aún me faltan
dos.
Se miraron entre sí y se
preguntaron en silencio ¿Por qué siempre tenían que ocurrirles cosas tan
extrañas?
Al día siguiente, Danny y
Diandra debían efectuar una inusual salida y la verdad era que Di no estaba muy
segura de que fuese buena idea. Danny había dicho que quería ver a sus hermanos
y que éstos conociesen a su hijo, y si bien era cierto que Diandra había tenido
muchos deseos de conocerlos, Dreo había demostrado de muchas y muy distintas
maneras en su corto período de vida, que era incapaz de comportarse, y si para
ellos siendo quienes eran, eran sorprendentes las cosas que hacía el bebé, no
quería ni imaginarse a los pobres hermanos de Danny. Sin embargo, se armó de
paciencia, y esperaba que todo saliese bien.
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