Una semana después del encuentro con Armel y con
Daira, y luego de haberse estado negando el asunto tan tercamente, Jonathan se
vio obligado a claudicar y reconocer ante sí mismo que sí, que se había
enamorado de Daira y la quería a su lado aunque le rebanase el cuello cualquier
día. Y del mismo modo que había sido obstinado para una cosa, comenzó a serlo
para la otra, porque aunque no intentó acercársele, a partir de ese día inundó
el departamento de Daira con flores a diario y le envió tantas notas pidiéndole
disculpas, que la arzhaelí habría podido empapelar toda su casa con ellas, y en
todas venía lo mismo: Perdón. Cásate
conmigo.
Una mañana de finales de noviembre y mientras Jonathan,
Alaric, Garlan y Mael daban instrucciones a un grupo de krigers para un
ejercicio de campo, vieron caminar hacia ellos a la arzhaelí cuyo avanzado
embarazo ya le impedía desplazarse con mucha facilidad y miraron a Jonathan con
aprensión.
-
¿Qué? --
preguntó él al ver las caras de los otros
-
Sugiero que
escuches lo que escuches mantengas la boca cerrada McKenzie --
dijo Garlan
-
¿De qué
hablas? -- pero no hubo tiempo para nada más
-
¡McKenzie! -- y
al reconocer la voz, una sonrisa se dibujó en los labios del chico, pero la
suprimió antes de girarse
-
Buenos días
preciosa -- la saludó
-- ¿Me buscabas?
Por un momento Diara se sintió sorprendida, porque lo
usual era que la llamase señorita Clemmens
acompañado de alguna pesadez. De modo que lo miró con detenimiento.
-
¿Estás enfermo
McKenzie?
-
¿Por qué habría
de estarlo? Aunque te agradezco la preocupación
-
No estoy
preocupada, solo me extraña que estés siendo… amable
-
No puedo
comportarme de otra forma con mi futura esposa
-- dijo él
Los ojos de Daira se dilataron y los arzhaelíes que ni
siquiera se habían atrevido a moverse, suspendieron además sus respiraciones a
la espera de la conocida reacción.
-
¿Has perdido el
juicio? -- le gritó ella finalmente
-
Eso creo, pero…
-
¡No me casaría
contigo aunque fueses el último hombre sobre la tierra!
-
Tendré que
esforzarme más y hacer las cosas mejor entonces
-- dijo él
-
¡Tú eres incapaz
de hacer nada bien!
-
Bueno, creo que
puedo hacer un par de cosas bastante bien
-- dijo mirando ostensiblemente
su abultado vientre -- pero como no es mi intención molestarte no lo
discutiré.
-
¡McKenzie! Solo quiero que dejes de enviarme flores y
estúpidas notas pidiendo perdón y…
-- lo otro se le atragantaba en
la garganta
-
¿No te gustan las
flores mi amor?
-
¡No me llames…
así! Y sí, sí me gustan pero no quiero morir ahogada por ellas --
dijo con exasperación
-
De acuerdo, pero
a menos que me digas que ya estoy perdonado y que le pongas fecha la ceremonia,
no podré dejar de enviar las notas y sustituiré las flores por… ¿Chocolates?
-
¡No tienes que
enviarme nada!
-
Ya sé que no tengo que hacerlo, pero me gusta hacerlo
señora McKenzie!
Los arzhaelíes pensaron que ahora sí este infeliz iba
a volar por los aires, de modo que aferraron sus Athames listos para lanzar un
escudo, sin embargo, y aunque Daira parecía a punto de hacer violenta
explosión, no dijo nada, dio la espalda y se marchó.
La inesperada visita de Daira no cambió en nada la
situación, porque tal y como había dicho Jonathan, si bien suprimió el envío de
flores sustituyéndolo por cajas y más cajas de todos los tamaños y colores con
chocolates, las notas también siguieron inundando el departamento hasta que
ella se presentó inopinadamente otro día, le dijo que estaba perdonado y sin
agregar nada más se marchó. Jonathan sonrió y la miró alejarse.
-
Ya estoy más
cerca señora McKenzie
Al día siguiente de esa visita cuando Daira despertó,
se encontró con la habitual caja de chocolates y otra nota, por lo que maldijo
por lo bajo y estaba a punto de tirarla cuando vio que llevaba más texto del
habitual. De modo que le prestó
atención.
Como ya he sido
perdonado, me gustaría que me permitieses comprarle algunas cosas a NUESTRO
hijo
Daira se llevó la mano a la sien y se preguntó qué se proponía
ahora aquel desquiciado, pero se armó de valor y continuó leyendo.
Si te parece bien, pasaré por ti a
las tres para ir de compras. Que tengas buen día señora McKenzie
J.M.
Daira se preguntó qué mal le había hecho ella al mundo
para estarlo pagando de aquella manera. Pensó en enviarle una nota de vuelta y
decirle que se fuese a paseo pero sabía que no la dejaría en paz y ya había
demostrado ser capaz de fastidiarla en todos los sentidos. De modo que se
contentó con enviarle un simple De
Acuerdo.
A partir de aquel día si bien era cierto que ya Daira
había comprado algunas cosas para el bebé, Jonathan literalmente se bajó las
estanterías de las tiendas. Compró desde una monstruosidad de cuna que Daira estaba segura que no cabría en su
departamento, hasta biberones en cantidad suficiente como para alimentar a cien
bebés, pasando por toda una variedad de ropa para recién nacido que con toda
seguridad su hijo no tendría oportunidad de usar ni cambiándolo cien veces al
día. Lo que a muy duras penas logró frenar fue la adquisición de una ridícula
cantidad de muñecas, porque ella se había negado a que le dijesen el sexo del
bebé, ya que quería vivir la emoción de esa sorpresa, de manera que le parecía
absurdo que comprase aquellas muñecas sin saber si al final sería un chico pero
él seguía empeñado en que sería una niña.
Otros que tenían una discusión parecida, eran Sam y
Giulian aunque en el caso de éstos la discusión giraba en torno a la decoración
de la habitación del bebé.
-
Giulian, sé
razonable -- le decía Sam
-- No podemos ponerlo todo rosado
porque no sabemos aun…
-
Será una
princesita tan hermosa como su madre
-- la interrumpió él
-
¿Cómo puedes
estar tan seguro?
-
Porque es más mi
más ferviente deseo
Sam finalmente se dio por vencida y lo dejó hacer, ya
se encargarían de remodelar si resultaba niño.
Hacia finales de noviembre la carga de Sam comenzó a
hacerse muy pesada y ya no podía trasladarse con mucha facilidad y a Giulian
comenzó a preocuparle que aparte de aquel excesivo cansancio, Sam lucía pálida
y demacrada, aunque ella insistía en que se sentía perfectamente bien.
Llegó diciembre y con él la preparación para las
fiestas. Sam hizo un enorme esfuerzo por ir con Giulian a comprar los regalos
de los niños y a pesar de que él había insistido en que podía hacerlo solo a
Sam no le pareció la mejor de las ideas, porque si iba solo haría desastres y
de eso estaba segura. Pero después de esa salida, Sam prácticamente no volvió a
levantarse de la cama para desesperación del arzhaelí.
-
¡Me dijiste que
si tenía el descanso apropiado estaría bien y está mucho peor que la vez
anterior! -- explotó Giulian una noche en contra de Iván
-
Giulian
cálmate -- le ordenó Amy
-
¡No puedo! -- le
gritó él -- ¿Es que nadie más lo nota? --
preguntó mirándolos a todos
-- Se está apagando como si… --
pero no pudo concluir y cayó abatido sobre un sillón con la cabeza entre
las manos
Ciertamente todos lo habían notado pero Iván les había
dicho que estaba bien, solo que este bebé estaba consumiendo algo más de
energía que los gemelos y aunque en ese momento tenía unas ganas inmensas de
poder decirles otra cosa, le había dado su palabra a Sam y no iba a faltar a ella. Elar era la única que sabía
lo que estaba sucediendo pero ella tampoco traicionaría la confianza de su
esposo por mucho que le mortificara la preocupación de los demás.
-
Giulian, estoy
seguro que Iván no nos mentiría -- le dijo Dan en un extraño gesto de seriedad
-
No estoy diciendo
que lo haga pero puede estar equivocado
-- y dicho esto abandonó el salón
Otro que fue a verlo pocos días antes del cumpleaños
de Sam fue Mael. Iván acababa de llegar a la Sede cuando el chico se presentó
ante él y a Iván le bastó con mirarlo para saber por dónde venía.
-
¿Qué está
sucediendo con la Nena?
-
Nada, solo está
cansada
-
Padre, tu no me
mentirías ¿verdad?
-
No, no lo haría
Aquello pareció tranquilizar un poco a Mael pero
seguía teniendo la sensación de que le ocultaba algo y eso no le gustaba, pero
decidió confiar en él.
El día anterior a su cumpleaños, Sam despertó y
Giulian la estaba mirando con cara de preocupación y ella se sintió fatal, de
modo que decidió levantarse.
-
¿A dónde vas
princesa?
-
Es hora de
levantarme, debo ayudar a mamá con…
-
No tienes que
ayudar a nada -- la interrumpió él --
todo está marchando bien y después de todo es una comida para celebrar
el cumpleaños de ustedes, de modo que no tienes nada qué hacer
-
Pero aun así
quiero ir a ver a los niños también
-
¡Crappy,
Willow! -- llamó él
-
¿Llamó el
señor? -- preguntó Willow
-
Sí, trae a
Brendan y a Elijah, y tú Crappy trae a los gemelos
Pero antes de que los Nisser desaparecieran, Elijah
abrió la puerta de la habitación y asomó la cabeza.
-
Buenos días
G --
lo saludó, y tras él venía Brendan
Un momento después estaban los cuatro niños alrededor
de Sam, de modo que no tuvo más excusas para salir de la cama.
Sin embargo, al día siguiente y aunque los niños se
presentaron a primerísima hora para felicitar a su madre, Sam por fuerza
tendría que levantarse en la noche y bajar. De modo que a la hora de la comida
cuando estuvo lista y se disponía a bajar las escaleras, ya que tanto el Läkare
como Iván le habían dicho que era mejor que no utilizase la desaparición en su
avanzado estado, Giulian la detuvo.
-
Con su permiso
señora Cornwall -- y diciendo esto la levantó en brazos
-
¡Giulian! --
exclamó ella, pero él se limitó a sonreír y bajó con su preciada carga
Como ya estaba nevando, la comida no podía efectuarse
en el jardín como tanto le gustaba a Sam, de modo que Amy y Elar se habían
encargado de decorar el jardín de invierno y les había quedado precioso. Los
niños corrían y jugaban entre las masetas pero Sam detuvo a los gemelos y les
advirtió que dejaran las plantas en paz, recordando la tendencia que tenían
ellos a hacerlas crecer en forma acelerada.
Los grupos subversivos
ya estaban definiéndose. Brendan y Elijah que eran los mayores seguían
liderándolos, pero Dreo, Vladimir y Lizzy eran una célula peligrosa por sí misma, actuaban de forma coordinada y
decididamente criminal en opinión de
Dan.
Los gemelos Cornwall y sus primos los gemelos Douglas,
eran dos pares de individuos positivamente explosivos y nadie estaba seguro
cuando ellos estaban cerca. Sin embargo, Eurielle sin duda era amante del
peligro, porque no se despegaba de ellos para consternación de Anastasia que
estaba viendo como su hija se convertía en una amenaza de la misma especie.
Los más pequeños de aquella partida eran Nathaniel y
Lyserid, que eran tan opuestos entre sí como el día y la noche, porque mientras
Nat apenas se sentía, la hija de Gail y Aderyn se hacía sentir tanto como le
era posible y aun no caminaba, lo que estaba haciendo que la pobre Aderyn
considerase seriamente ponerle carceleros a sus hijos en lugar de apacibles
Nisser a los que no hacían ningún caso.
La única que normalmente no participaba en los
desastres, y casi no se despegaba de su padre era Aelig, aunque nadie sabía si
era porque en realidad era muy tranquila, o porque le tenía terror a Elijah y a
los gemelos Cornwall que le hacían vida miserable cada vez que podían.
Cuando Eowaz llegó, sintió una gran alegría al ver
tanta vitalidad correteando por ahí, mientras que Garlan se sintió horrorizado
y se arrepintió de inmediato de haber aceptado la invitación que le había
enviado Amy, pero en ningún caso pensó que dejarían participar a los críos en
la velada, de modo que no se había imaginado verse rodeado de tantos demonios, porque aparte de que él no era
especialmente afecto a los niños, estaba absolutamente seguro que aquellos llevando sangre Cornwall, Douglas y McKenzie,
no podían ser otra cosa que pequeñas amenazas y ciertamente tendría oportunidad
de comprobarlo. No llevaban más de una hora de haber llegado cuando Garlan
sintió que algo trepaba por sus
piernas. Afortunadamente Alaric lo ayudó a
detener el crecimiento acelerado
de la planta que se estaba enredando en forma amenazante en sus piernas y
mientras se deshacían de ello,
escucharon unas risas y cuando bajaron la cabeza vieron un par de rostros muy
familiares e idénticos, que sonreían en forma perversa desde detrás de una
maseta.
-
Cornwall --
pensó Garlan con ira
Tuvo la intención de marcharse en ese instante y tal
vez habría sido mejor que Alaric lo dejara hacerlo, porque un momento después
sintió un dolor punzante en la espalda y cuando se giraron, vieron a Lizzy con
una Gwialen en la mano, pero cuando Jonathan se dirigía hacia ella con cara de
pocos amigos, la vio desaparecer precedida de una estela veloz que Mael no tuvo
duda ninguna duda que se trataba de Elijah que la apartaba del peligro y fue
tras ellos. Sin embargo, los demás no tuvieron tiempo ni de quejarse ni de ir
tras ellos en el caso de Jonathan, porque en ese momento los gemelos Douglas y
Eurielle nadie sabía cómo, porque normalmente quienes podían alcanzar esas
alturas eran los gemelos Cornwall, estaban subidos a unos salientes que servían
de soporte a un conjunto de masetas que se encontraban a varios metros del
piso. Mientras Gail y Danny corrían a bajarlos de allí Amy lanzó un chillido,
porque vio a Dreo y a Vladimir entrar volando
sobre una Glide, el asunto fue que nadie pudo hacer nada y los chicos
colisionaron contra Giulian que acababa
de ponerse de pie buscando a los gemelos. Giulian recibió el golpe en la cabeza
y cayó desplomado. Sam emitió un grito pensando que había sido alcanzado por la
punta de la Glide, algo que podía ser tremendamente peligroso e intentó correr
hacia él mientras Jonathan y Alaric auxiliaban a los chicos. Iván y Dan
lógicamente habían llegado primero que Sam hasta Giulian y de hecho ella no
pudo llegar, porque enseguida la acometió un fuerte dolor y tuvo que asirse al
respaldo de una silla.
-
¡Sam! --
exclamó Diandra
Pero nadie pareció escucharla en medio del alboroto
general, mientras del otro lado y cuando ya Danny casi había alcanzado a Ethan,
cayó cuando sintió el mismo dolor de su hermana. Nadie sabía qué estaba
sucediendo pero Garlan sí vio a Sam que de estar agarrada a una silla, había
comenzado a caer.
-
¡Diablos
Niña! --
exclamó acercándose con rapidez
-- ¿Por qué no puedes escoger
otro momento en el que yo NO esté presente?
Pero Sam estaba mortalmente pálida y siendo que no
parecía que hubiese nadie a quien llamar porque Iván seguía atendiendo a
Giulian y en su opinión Daira ciertamente no estaba en condiciones de atender a
nadie…
-
¡Hay que llevarla
al Hospital! -- escuchó Garlan la voz de Diandra
-
¿Qué? ¿Por
qué? --
preguntó él
-
Porque está en
los días y seguramente con el susto…
-
Sí --
alcanzó a decir Sam con voz ahogada
-- ha comenzado
-
¡Maldita
sea! --
exclamó Garlan pero comenzó a caminar hacia el Dver -- avisa a los demás, McKenzie -- le
ordenó a Diandra
Mientras Garlan desaparecía hacia el salón con
Samantha en brazos, Diandra corría hacia donde estaban Iván y Dan.
-
¡Iván! --
exclamó la chica -- ¡Sam acaba de entrar en trabajo de parto!
¡Garlan la está llevando al Hospital!
Iván normalmente calmado, en ese momento sintió que el
piso se hundía bajo sus pies, aun no estaba seguro cómo estaba Giulian y ahora
esto.
-
Ve con ella --
escuchó que le decía Daira
-- yo me haré cargo de éste
Iván murmuró un apresurado gracias, corrió hacia el salón y casi choca con Mael que venía con
Lizzy y Elijah, le informó con rapidez y con mayor rapidez aun Mael les llevó
los niños a Jonathan y sin darle ninguna explicación salió hacia Arx rogando a
los Dioses que ella estuviese bien.
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