Sam, que ya estaba en su
sexto mes de embarazo, llegaba agotada de clases. Giulian comenzó a
impacientarse, ya que temía por la salud de su mujer. Pero sabía que pedirle
que dejara el Instituto sería inútil, de modo que habló con Dan.
-
La veo agotada Dan -- le dijo
-
Sí, me he dado cuenta. Pero no creo que tengamos mucha suerte tratando
de convencerla. Tendremos que contentarnos
con vigilarla. Ya solo quedan unas semanas de clase.
Pero Giulian seguía
preocupado y molesto por no poder hacer nada. Se despertó una noche y al no
sentirla a su lado, se alarmó. Se
levantó y la vio de pie al lado de la ventana.
-
¿Sam? -- vio
el gesto de secarse las lágrimas y se alarmó aún más -- ¿Princesa te sientes mal?
Ella negó con la cabeza
pero seguía dándole la espalda. No tenía idea de lo que sucedía, pero estaba
decidido a averiguarlo. La tomó por los hombros y la hizo girarse. Se dio
cuenta que ella seguía en silencioso llanto. Tan suavemente como pudo y
controlando la angustia en su voz, le preguntó:
-
¿Me lo dirás o tendré que averiguarlo de otro modo?
-
Es que creo que ya tú no me quieres
-- dijo con la voz apagada
Él se preguntó de dónde
podía sacar semejante cosa.
-
Princesa, sabes que lo que estás diciendo no tiene ningún sentido ¿De
dónde sacas algo así?
-
No has vuelto a tocarme desde hace semanas. Supongo que como estoy
horriblemente gorda ya no…
Él le puso un dedo en los
labios para hacerla callar y habría reído de no estar seguro que aquello en
realidad la tenía muy triste y preocupada.
-
Mi amor, insisto
en que lo que estás diciendo no tiene ningún sentido y si para probarte que te
encuentro hermosa cuando llevas a mi hijo en tu vientre tengo que embarazarte
todos los años, te juro que lo haré
-- pero por sus mejillas seguían
corriendo las lágrimas -- Mi amor, si no te he tocado es porque temo hacerte
daño.
-
Estoy embarazada Giulian, no estoy muriendo.
Pensó que si ella supiera
todo lo que le había costado mantener su deseo a raya durante todas esas
semanas, no estaría diciéndole aquello.
Le aterraba la idea de perder el control y causarle daño a ella o al bebe. Pero
Sam tomó una decisión y como sabía que no le creería a ella, haría que
entendiese de otra manera que no había nada que temer. Le dio un beso a
su marido y volvió a la cama. Giulian estaba sorprendido ante el cambio de
humor pero decidió prudentemente no decir nada y se acostó también.
Al día siguiente Giulian e
Iván la esperaban en el Salón para acompañarla al hospital, porque siempre iban
con ella a los chequeos. Iván no dejaba de controlar el embarazo de Sam pero
había insistido de manera categórica que se pusiese en control con un Läkare,
porque después de las experiencias con Diandra y Aderyn no quería correr
riesgos. Aquello había generado una terrible discusión en la que Giulian casi
le rompe la cara a Iván, porque Sam lloraba a mares y decía que Iván no la
quería, ya que si fuese así no se negaría a controlar su embarazo.
Afortunadamente para todos, Iván tenía una paciencia infinita y después de
mucho rato había logrado hacerla entender que por muchos conocimientos que él
tuviese, no era un Läkare y no estaba dispuesto a arriesgar su seguridad y la
del bebe porque los amaba demasiado como para eso. Sin embargo, la única manera
en que Sam consintió que un Läkare la atendiese fue que Iván le jurara dos
cosas. La primera, que iría con ella a todas sus visitas al hospital, ante lo
que Giulian puso mala cara aduciendo que el padre era él y no el otro infeliz, y la segunda, que estaría en el
momento del nacimiento de su hijo y de ser posible, lo recibiría él mismo.
Aquel día y después que el
Läkare la había revisado y dicho que todo marchaba bien, les preguntó si aún
seguían sin querer saber el sexo del bebe.
-
No -- dijo Sam --
seguimos queriendo que sea una sorpresa. Pero sí hay algo que quiero que
le aclare a mi esposo.
Giulian la miró extrañado, porque
él no había expresado tener ninguna duda e Iván miraba igualmente extrañado a
Giulian, porque estaba seguro que de haber tenido alguna duda o preocupación,
primero se lo habría dicho a él
-
Por supuesto, dígame.
-
Quiero que le diga a mi esposo, que el hecho de que esté embarazada no
me impide tener relaciones sexuales --
dijo con absoluto desparpajo.
Giulian cerró los ojos y se
preguntó qué mal había hecho para merecer que lo hicieran pasara por esto mientras
que Iván intentaba no reír pero con escasísimo éxito. El Läkare lo miró y
sonrió.
-
No se preocupe señor Cornwall, a muchos futuros padres les ocurre lo
mismo pero su esposa tiene razón, no hay ningún impedimento para que continúen
con su vida de manera normal en todos los aspectos --
finalizó con la mayor delicadeza posible.
Sam sonrió satisfecha, un
muy avergonzado Giulian le dio las gracias al Läkare y tomó el brazo de su
esposa con un intenso deseo de estrangularla. Como en muchas otras ocasiones,
se preguntó cómo demonios podía amar tanto a una criatura tan perversa.
-
Sería conveniente que recordaras que soy tu amigo y puedo aclarar muchas
de tus dudas en algunos aspectos -- le dijo Iván con sonrisa maligna mientras él
lo miraba a su vez con ganas de asesinarlo
Iván estaba perfectamente
consciente de la vergüenza que acababa de pasar Giulian, pero él al igual que
todos, estaba disfrutando de forma perversa todo lo que le estaba sucediendo,
desde los malestares del embarazo hasta las locuras de Samantha y que él era
simplemente incapaz de impedir.
Esa noche la cena estuvo
muy silenciosa. Dan se preguntaba qué
nueva trastada le habría hecho su hija a Giulian, porque mientras ella tenía una
cara de suficiencia, él la tenía de inmensa ira mal disimulada. Y por otro lado
Iván y Elar tenían cara de estar a punto de soltar la carcajada. Dan y Amy se
miraron y decidieron que lo mejor era no hacer preguntas. Sam manifestó su
deseo de irse a acostar, les dio las buenas noches a todos y se fue a su
habitación. Giulian en cambio se fue al estudio y trató de calmarse antes de
subir. Desde que habían salido del hospital estaba tratando de contenerse para
no reclamarle a gritos a Sam por la vergüenza que lo había hecho pasar y ella
lo sabía.
Cuando entró la encontró
aún sentada en la cama, de modo que se fue directo al baño, se desvistió y tomo
una larga ducha, tardó bastante en salir pero cuando lo hizo, ella seguía
sentada en la cama. ¿Estaba buscando deliberadamente una confrontación? Se
preguntó Giulian pero no podía estar más
equivocado.
-
¿Y entonces Cornwall? -- preguntó con inocencia -- ¿Me
abrazarás y me dirás que aún con seis meses de embarazo me encuentras hermosa y
deseable, o me dejarás pensando que ya no me amas?
Sin duda esta niña era
increíblemente tozuda, pensó Giulian mientras caminaba hacia la cama con
intensiones de decirle unas cuantas cosas, pero al ver aquellos ojos que lo
miraban con una intensidad y un deseo que difícilmente podía ignorar, olvido
cualquier cosa que tuviera intensiones de decir y cayó directo en la trampa. La
besó y todo lo que había estado tratando de contener se desbordó. Sus manos
recorrieron su cuerpo hasta llegar al punto exacto donde latía todo el deseo de
ella, sus manos hicieron el trabajo que otra parte de su cuerpo debía estar
haciendo y se sorprendió de lo mucho que estaba disfrutando del placer que le
estaba proporcionando. Pero todo tiene un límite y él llegó muy pronto al suyo
cuando Sam gimió que la hiciera suya. Perdió todo sentido y consideración y la
poseyó hasta quedar agotado en sus brazos.
Mucho tiempo después,
mientras ella dormía plácidamente, el miró su rostro y comprendió que hiciera
lo que hiciera siempre terminaría cediendo ante sus deseos, porque su vida
dependía de la felicidad de aquella mujer a la que amaba con locura.
Llegó julio y una nueva
visita al hospital. A Sam la fastidiaba mucho tener que ir todos los meses pero
tanto el Läkare como Iván habían dicho que debía hacerlo y Giulian bajo ningún
concepto pensaba desobedecerlos. Pero esa visita proporcionó una noticia del
todo inesperada.
-
Señor y señora Cornwall -- dijo el Läkare -- hay algo importante que debo decirles.
Giulian se tensó, le tomó
la mano a su esposa y miró a Iván con consternación al tiempo que él miraba al
Läkare, mientras que Sam estaba muy serena.
-
¿Algo no va bien? -- preguntó Giulian muy preocupado
-
Todo marcha perfectamente, pero deben prepararse porque tendrán gemelos.
Sam sonrió feliz al igual
que Iván pero Giulian tenía el aspecto de haber sido alcanzado por un rayo. No
supo cómo salió de allí ni cómo llegó a casa. En cambio Sam parecía a punto de
explotar de pura felicidad y cuando llegaron a la casa empezó a gritar llamando
a sus padres. Ellos llegaron a la carrera y con cara de susto que luego cambió
a extrañeza, porque mientras su hija e Iván sonreían felices, Giulian estaba
paralizado en medio del salón.
-
No se imaginan la noticia que les tengo
-- dijo la chica muy emocionada
-
Pues…no -- dijo
Dan inseguro aún viendo a Giulian
-
¡Vamos a tener gemelos! -- dijo feliz
Amy gritó alborozada y
entonces Dan comprendió. Abrazó a su hija muy contento y se volvió hacia Giulian.
-
No se preocupen por él aún no
sale del shock -- dijo Iván al ver la mirada de Dan
Pero Dan que a pesar de
todas sus bromas simpatizaba realmente con su amigo por todo lo que le hacía su
hija, avanzó hacia él.
-
¡Ey! -- le dijo sacudiéndole un brazo -- Sé
cómo te sientes créeme, yo pasé por lo mismo pero creo que fuiste muy iluso si
no te lo esperabas, ya que está en la carga genética de ambos.
-
¿Gemelos? ¿Dos? – fue lo que salió de sus labios
-
Pues habitualmente eso es lo que quiere decir gemelos. Dos.
Idénticos. -- dijo Dan conteniendo la risa.
Dan pensó que Samantha había tenido un gesto de piedad hacia su
marido cuando la vio acercarse a él.
-
Giulian mírame -- le dijo y él la
obedeció -- vamos a tener gemelos y los vamos a tener
juntos, así que necesito que reacciones y me digas que estás tan feliz como yo
o me pondré a gritar en este instante.
Extraña manera de animarlo, pensó Dan.
-
Samantha -- le dijo él mirándola -- no
podría ser más feliz mi amor -- y la besó con más entusiasmo del que Dan
estaba dispuesto a soportar.
De modo que dio la espalda
a la pareja y ya se disponía a salir con Amy como lo había hecho Iván, pero la
voz de su hija lo detuvo.
-
¿A dónde vas papá? Vamos a llamar a los chicos, quiero que vengan todos porque
quiero celebrar esto.
Dan volvió sobre sus pasos
y se dispuso a llamar a todos. Finalmente terminaron viniendo no solo los
chicos, sino todos los McKenzie, de modo que cuando estaban cenando, Gail
preguntó qué estaban celebrando.
-
Pues queríamos que estuvieran
todos para anunciar que…tendremos gemelos
-- dijo Sam
Todo fue gritos y
confusión. Danny se había levantado de su asiento y había corrido a abrazar a
su hermana y ahora le daba vueltas en el aire.
-
¡Danny suéltala que puedes
hacerle daño! -- le dijo Giulian
-
Claro que no -- dijo él
-- felicidades Sam, me alegro
mucho. Y felicidades a ti también
-- le dijo a Giulian, golpeándole
el brazo cariñosamente.
Todos felicitaron a la
pareja y luego pudieron continuar con la cena. Giulian miró a Sam y pensó que
su pequeña esposa aunque muchas veces malhumorada y perversa, era la mujer más
maravillosa de la tierra y que él era el hombre más afortunado del mundo al
tenerla.
Dan miró a Giulian y pensó
que nunca se hubiera imaginado que su mejor amigo, su compañero de fechorías en
la escuela, su compañero de juergas interminables, el eterno Casanova,
sería el hombre destinado a hacer feliz
a su hija pero se alegró mucho de que así fuera.
Llegó agosto y Sam ahora se
cansaba con facilidad, ya que llevar dos bebes no era tan fácil. Sin embargo, ella
lo llevaba con mucho entusiasmo y procuraba que Giulian notase lo menos posible
lo cansada que estaba, o de lo contrario tendría que soportar su interminable
perorata de que debía descansar más.
Dan e Iván seguían
trabajando en los pergaminos que aún faltaban por descifrar, pero no se había
vuelto a hablar del asunto.
Sam seguía recibiendo con
frecuencia la visita de los elementales que siempre le transmitían algún
mensaje, pero como siempre le planteaban más interrogantes que respuestas. Sin
embargo, Sealkie había resultado de
mucha ayuda, sobre todo cuando se sentía tan agotada él aparecía y solía
equilibrar su energía. Liminiades se
había convertido en una amiga casi inseparable de la chica, ya que la mayor
parte del tiempo estaba con ella. Los mensajes de Aine generalmente eran muy crípticos, pero ya Sam se había
acostumbrado a ello y ya no se irritaba tanto. Y Waldweibleim, siempre aparecía de forma inesperada sobre todo
cuando Sam paseaba por el jardín.
Giulian había pensado que
al llegar las vacaciones podría respirar tranquilo, porque suponía que ahora
Sam se quedaría en casa y podría descansar pero definitivamente eso era algo
que le estaba negado con aquella revoltosa. Ella igual se levantaba casi todos
los días temprano y siempre tenía o inventaba algo qué hacer. Giulian estaba a
punto de perder la paciencia, porque no hallaba la forma de que se mantuviese
tranquila. Amy por su parte lo cargaba loco diciéndole que debía hacer algo
para mantenerla en casa.
Un día que había sido
particularmente ajetreado, ya que habían ido a la casa de Danny, a la de Gail y
a la de los McKenzie, mientras cenaban Sam anunció sus planes para el día
siguiente.
-
Mamá, mañana quiero que vayamos al Centro Comercial, hay un montón de…
Pero no pudo terminar
porque Giulian perdió la paciencia.
-
Samantha por favor ¿es que no puedes quedarte tranquila en tu casa
aunque sea un maldito día?
Sam lo miró y los ojos se
le llenaron de lágrimas. Giulian sintió un dolor punzante en el pecho al verla
y se maldijo por hacerla llorar. Sam no
volvió a hablar en toda la cena y subió directamente a su habitación. Él estaba
furioso consigo mismo pero cuando entró la encontró en la cama aparentemente
dormida y no quiso molestarla. Esa noche él durmió poco y mal. Aún lo
atormentaba el recuerdo de esos ojos llenos de lágrimas. En la mañana, ella se
levantó un poco más tarde que de costumbre y cuando bajó a desayunar sus
padres, Iván y Elar ya casi habían terminado y Giulian no estaba.
-
Buenos días -- dijo con la voz apagada
-
Buenos días hija -- le dijo su padre
Iván se había levantado, le dio un beso en la frente
y volvió a sentarse. A los pocos minutos entró Giulian.
-
¿Dónde te habías metido? – preguntó Dan
-
Salí a caminar un rato por el jardín
-- contestó --
¿Aún no estás lista princesa? – preguntó
Sam lo miró con extrañeza.
¿Lista? ¿Lista para qué? Se preguntó.
-
No entiendo -- dijo Sam
-
Dijiste que
querías ir al Centro Comercial no sé a qué
-- ella se levantó, corrió hacia
él y se lanzó en sus brazos.
-
Pero tú dijiste…
-
Ya sé lo que dije ¿pero qué
quieres que haga? Me importa más lo que
tú quieras que cualquier otra cosa. Perdóname por haberte hecho llorar
princesa.
-
¡Giulian Cornwall! -- exclamó Amy
-- Decididamente tú no tienes
arreglo. Se suponía que ibas a cuidar que no siguiera corriendo de un lado para
otro.
-
Lo siento Amy pero no puedo, es más fuerte que yo.
-
Ya veo, si Samantha te pidiera el sol, la luna y las estrellas… -- decía
ella con indignación
-
Yo dejaría al mundo a oscuras para traérselo.
Dan y los Natchzhrer sonrieron,
no había caso, él siempre haría lo que ella quisiera porque Giulian Cornwall
había perdido la cabeza por Samantha.
Sin embargo, Sam se
tranquilizó porque su carga se había incrementado considerablemente y todo le
costaba el doble de esfuerzo. Giulian estaba feliz de poder tenerla tranquila
en casa y tanto él como los padres de la chica se desvivían por atenderla. Cosa
que tampoco era que resultara tan sencilla, ya que se antojaba de comer cosas
insólitas y muchas veces a unas horas más insólitas aún. Amy recordaba su propio embarazo, con la
diferencia de que quien se antojaba de cosas extrañas era Dan y no ella. Sin
embargo, tanto ella como Iván se divertían muchísimo recordándoselo a Dan.
Una noche, Sam irrumpió en
la habitación de sus padres llorando y ellos se levantaron muy asustados. Dos
segundos después de la chica, había entrado un Giulian muy disgustado.
-
¿Qué sucede? -- preguntó Dan
-
Papá quiero chocolate con crema batida y Giulian no me deja comerlos --
dijo llorando como si tuviera cuatro años.
Giulian estaba al borde de
la exasperación, eran las tres de la mañana, habían pasado el día arreglando el
cuarto de los niños y no le había dado un minuto de paz en todo el día.
-
Giulian dale lo quiere y vamos a dormir
-- dijo Dan con fastidio
-
¡Dan son las tres de la mañana! Si se come eso a estas horas, lo más
probable es que sufra una indigestión.
-
A mí nunca me dio nada -- dijo él aunque no era totalmente cierto
Sam seguía llorando en la
cama de sus padres y Giulian se dio por vencido, llamó a Crappy y le dijo que
trajera lo que la chica pedía. Giulian se sentó en el piso y Dan en el sillón.
Cuando la Nisser regresó con lo que le habían pedido, Sam sonrió a través de
las lágrimas y comenzó a comer. Pero apenas había comenzado se llevó las manos
a la boca, salió disparada hacia el baño y comenzó a vomitar. Su madre la
atendió, le limpió el rostro y la ayudó a volver a la cama.
-
Quita eso de mi
vista --
le dijo con ira al pobre Giulian, él se llevó las manos a la cabeza y
suspiró con resignación.
-
Bueno, una cosa es segura -- dijo Amy
-- a tus hijos no les gustará nunca el chocolate ni la crema batida -- y
rió divertida.
Sam se quedó dormida en la
cama de sus padres, de modo que decidieron no moverla. Dan se fue al cuarto de Danny, y Giulian
volvió al suyo pensando que su vida se había vuelto una locura.
-
¿Y a esto lo llaman la dulce
espera? -- dijo para sí mismo, antes de
dormirse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario