Muchos años habían pasado
desde que Bastian encargara a Menshikof
el cuidado de su hijo. Este hombre había cumplido el encargo hecho por su señor
con celo. Nunca llegó a sentir verdadero cariño por el niño, pero su vida
dependía de cumplir esa orden.
Aunque Bastian nunca iba a
ver a al niño, él creció sabiendo que los que cuidaban de él no eran sus
parientes, y a pesar de que se preguntó muchas veces por qué lo mantenían
alejado de su familia, nunca le dieron esas respuestas.
A medida que pasaron los
años se fue haciendo evidente que Jared, que era el nombre que le habían
colocado al niño, había heredado la crueldad de su progenitor. Los niños en
general huían de su compañía, y cualquier
animal que se le acercara sufría horrorosas muertes.
Menshikof no se encargaba
en forma personal del cuidado del chico, lo hacía su esposa y ésta no dejaba de
quejarse en el sentido de que Jared mostraba un comportamiento cruel y de la
arrogancia con la que se conducía.
Cuando se acercaba su décimo
cumpleaños Jared fue informado de su verdadero nombre y origen, lo que no causó
mayor sorpresa en él, ya que siempre se había sabido importante, lo que sí hizo
fue aumentar su ya muy crecido ego.
Jared como era lógico,
había sido enviado a Reinheit. Desde su
primer año en el colegio dio muestras de una extraordinaria inteligencia, pero
por recomendación expresa de su padre se hizo notar lo menos posible. Era
encantador con todos, por lo que era apreciado por sus maestros, pero se mantenía
de bajo perfil. Uno que otro profesor llegó a vislumbrar el poder de aquel
apuesto joven, por lo que se hicieron secretas apuestas entre ellos, de que el
muchacho alcanzaría gran relevancia en el mundo Arzhvael.
Jared dedicó gran parte de
sus años en el colegio para investigar acerca de su mundo y del mundo Firbolg,
pero incluyó además en sus investigaciones las diferentes formas de adquirir un poder
superior, algo con lo que estaba de veras obsesionado.
Sus investigaciones lo
llevaron hasta una antiquísima historia acerca del Señor de las Tinieblas. Esta
trataba acerca de una poderosa fuerza que era ostentada por uno de los Señores
de los Elementos que al volverse demasiado ambicioso, había sido desterrado de
los dominios de sus hermanos y posteriormente apresado. La leyenda contaba que
aquel que encontrara la prisión del Señor de las Tinieblas y lograra liberarlo,
se haría acreedor a su gratitud y por tanto le serían otorgados sus poderes.
Jared dedicó incontables
horas, noches y meses a la investigación de esta leyenda. Los profesores al
verlo tan afanado en la biblioteca en lugar de andar haciendo travesuras como
sus compañeros, llegaron a la conclusión de que era un alumno con mucha sed de
conocimientos.
Fueron muchos los días en que se sintió frustrado, se repetía a
sí mismo Estoy cerca, estoy muy cerca,
pero en esa época en realidad no estaba más cerca de hallar la información que
buscaba que de alcanzar la luna con las manos.
No obstante, no se dio por
vencido y ni siquiera en vacaciones cesaba su búsqueda. Gracias a eso, encontró
una vieja librería que pocos Arzhvaels visitaban y en ella vio Jared el primer
fruto de sus esfuerzos. El viejo dependiente le proporcionó información muy
valiosa, que de ser cierta, lo colocaría en el camino correcto hacia su meta.
Lamentablemente para el bibliotecario, se convirtió también en su primera víctima.
Jared consideró imprudente dejarlo con vida y correr el riesgo de que la
valiosa información que le había proporcionado fuese entregada a otros.
Cuando cumplió trece años,
fue el día más feliz de su vida. Su padre le contó muchas cosas y le aseguró
que era el Nemhain más poderoso del mundo y que no tardaría en alzarse con el
poder absoluto, él era el príncipe
heredero y juntos gobernarían el mundo.
Desde que Jared cursaba el cuarto
año en el colegio, había descubierto la enorme atracción que ejercía sobre el
sexo opuesto. Las chicas lo perseguían con insistencia, por lo que en un
momento determinado comenzó a relacionarse en serio con ellas, pero una vez que
las conseguía dejaban de interesarle, si es que puede decirse que alguna le interesara
realmente. Y hay que agregar que eso era extraordinariamente afortunado para
las chicas, ya que en sus relaciones con ellas, demostró su sadismo y el poco
valor que les concedía. Una vez que las poseía quedaban en tan malas
condiciones que no hubiesen considerado volver a acercársele. El misterio del
asunto es que ninguna lo denunció nunca.
Por esa misma época, cometió
su segundo asesinato. Su segunda víctima fue la mujer que hasta esos momentos había sido como su madre.
El siempre supo que aquella despreciable criatura no era su madre y se sentía
realmente enfermo cuando lo llamaba hijo. Una tarde, después de una
desagradable discusión acerca de cierta chica a la que había cometido el error
de llevar a su casa y de la que la mujer había escuchado gritos desesperados,
sintió la ira crecer en su interior. ¿Quién se creía aquella estúpida para
criticarlo o reclamarle nada? Con un odio frío apuntó su Gwialen y le quitó la
vida.
Otra cualidad heredada de su nefasto padre, fue la habilidad para
rodearse de individuos que gracias a su magnetismo, se convertían en sus
satélites dispuestos a ejecutar cualquiera de sus órdenes. No consideraba amigo
a ninguno, los veía como una especie de sirvientes complacientes.
Una mañana Menshikof había
ido por él a la escuela y sin mayores explicaciones se lo había llevado. Aunque
Jared estaba indignado, esto se le pasó muy pronto cuando fue conducido ante su
padre. No había vuelto a verlo desde que cumpliese trece años, de modo que se
emocionó mucho. Sin embargo, por algún motivo Bastian estaba furioso.
-
Hoy aprenderás una importante lección Mikael -- le
dijo mientras caminaban por los pasillos de una antigua construcción
Salieron a un patio
exterior donde estaban alineados varios hombres y mujeres, y por sus
expresiones, el chico supo que estaban muy asustados. Luego se enteró que
habían fallado en una importante misión relativa a sus sobrinos, los gemelos
Douglas y a los que había aprendido a odiar por encargo. Pero para lo que
definitivamente no estaba preparado, era para la masacre que tuvo lugar ante
sus ojos. A pesar de que aquel chico había demostrado ser muy cruel, lo que vio
hacer a su padre lo superó. Lo que luego comprobaría que había sido un gran error,
porque demostrar aquella debilidad ante Bastian, le había acarreado el ser
encerrado en un calabozo durante varios meses, luego de lo cual había sido
enviado nuevamente al colegio sin siquiera una palabra por parte de su padre. Aquello convenció a Mikael de que no podía
volver a demostrar debilidad, temor o piedad hacia nadie.
Su tercer asesinato fue
cometido más por accidente que por verdadera intención de matar y se trató de una mujer firbolg. Por lo
general las firbolgs eran mucho más fáciles de seducir pero aquella tonta mujer
seguía sin prestarle atención, porque supuestamente estaba muy enamorada de su
novio. En realidad no era ni tan bonita ni tan seductora como para tomarse la
molestia, pero lo enfurecía y no podía aceptar de buen grado el ser rechazado,
esa palabra no figuraba en su diccionario particular, de modo que solo le quedó
el camino de someterla por la fuerza. Pero que en aquella ocasión su sadismo
llegó a límites que difícilmente habrían podido ser resistidos por nadie y la
chica murió. De esta absurda manera cometió su tercer asesinato y solo tenía
quince años. Pero lo más escalofriante fue que descubrió que lo había
disfrutado mucho, lo que hizo que se sintiese absurdamente feliz al pensar que
esto lo acercaba más a su progenitor.
Cerca de su decimosexto
cumpleaños recibió la más trágica de las noticias. Su padre había muerto. Y no
era que solo había muerto, sino que había sido asesinado por sus despreciables
sobrinos, pero nada de eso habría tenido mayor importancia, porque no había
tenido oportunidad de desarrollar una verdadera relación afectiva con su padre,
lo que realmente lo golpeó fue el saber que Bastian lo había desheredado.
Requirió de un gran esfuerzo de voluntad terminar el colegio pero ahora se
encontraba mejor preparado para comenzar las dos cosas que ocupaban su mente, hacerse
con el poder del Señor de la
Tinieblas y su venganza en contra de los gemelos Douglas, a
quienes hacía responsables de su desgracia.
Al salir de la escuela se
fue a Inglaterra, el idioma no sería un
problema porque aunque había crecido en Rusia, tanto la asquerosa mujer que lo
había criado como el marido de ésta hablaban inglés, de modo que era su segunda
lengua.
Un día paseando en el St.
James Park, se acercó a una chica francamente hermosa, ya la había visto el día
anterior pero ese día decidió hablarle. Era evidente que aquella niña tenía un
enorme problema, la tristeza de sus ojos no podía mentir. Viéndola más de cerca
confirmó su impresión de que era extraordinariamente atractiva, tenía un sedoso
cabello de un negro salvaje y unos ojos que parecían amatistas que brillaran
bajo una intensa luz, un cuerpo perfecto y como pudo comprobar después, una voz
musicalmente seductora. Pero no estaba lista, llevaría tiempo seducirla porque
estaba sepultada por la tristeza, además que le tomó un par de segundos
enterarse de que no era una firbolg sino una arzhvael. Rió para sus adentros,
porque hacerle daño a ese cuerpo níveo, iba a ser extremadamente placentero.
Pero su suerte mejoró
considerablemente cuando se presentaron y se enteró de que aquella adorable
criatura era nada más y nada menos que Samantha Douglas, la odiada asesina de
su padre y culpable de todos sus males, por lo que se sintió regocijado. Su
venganza estaba a punto de comenzar.
Estefanía Lery era una
mujer orgullosa, provenía de una de las familias que más se vanagloriaba de la
pureza de su sangre pero a pesar de ello, había tenido que tragarse su orgullo
para ir a hablar con el Presidente del Consejo, Peter McKenzie, ante quien no gozaba
del favor que en otro tiempo les fuera brindado por anteriores Presidentes. Aún
así, acudió a verlo pero fue tiempo perdido, porque aunque rogó, suplicó,
intentó sobornar y en suma, llegó más
allá de lo que su mencionado orgullo le habría permitido en condiciones
normales, no consiguió nada.
Su esposo, Kristoff Lery,
cumplía una condena de diez años en Fangelsi, que no había sido más larga
porque no había podido demostrarse una participación más activa en los planes
de Nurión. Sin embargo, por culpa de los odiosos y odiados gemelos Douglas, su
hijo Frieg había sido encerrado por cinco años en el mismo lugar.
Era por todos conocida la
historia de la relación de su familia con Bastian O’Neill. Por tanto, desde su
caída y desde que todos descubrieran que él y Nurión eran la misma persona, y
el posterior encarcelamiento de su esposo, la sociedad en general le había dado
la espalda. Lo único que le quedaba era su hijo y ahora también lo había
perdido.
Después de todos estos
fatídicos sucesos, se fue a su casa de campo, lejos de todo y de todos. Un día
un Nisser entró apresuradamente a la estancia.
-
Ama -- dijo el sirviente --
tiene una visita.
-
¿Una visita? -- era algo realmente extraño, nadie la visitaba
hacía mucho tiempo -- ¿De quién se trata?
-
Del joven amigo del amo Frieg
-- contestó -- El
señor Konstantin.
Estefanía sintió que la ira
crecía en su interior. Ese mal nacido había sido quien empujara a su hijo a
cometer aquella locura.
-
Dile que no es
bienvenido en esta casa -- le dijo al
Nisser, pero ya el joven estaba ahí.
-
Me resisto a creer que una dama tan hermosa tenga tan malos modales en
cuanto a hospitalidad -- dijo el chico
Estefanía miró al Nisser y
le hizo una seña para que se retirara. Ella sería una mujer hermosa de no ser
por esa expresión de desprecio hacia todo y hacia todos. Sin embargo, ésta
había sido sustituida por una de odio feroz. Aún así, a la persona a quien
estaba dirigido ese odio no parecía preocuparle, más bien tenía una expresión
de curiosa admiración. Esto, naturalmente sorprendió a la mujer pero no la hizo
callar.
-
¿Qué haces en mi casa? Como ya
escuchaste no eres bienvenido.
-
¿Y puedo preguntar la razón?
Estefanía no podía creer
que hubiese alguien tan desvergonzado.
-
¿Crees que no sé que por tu culpa mi hijo está donde está? --
preguntó indignada
-
Lo siento, pero me parece que está viendo las cosas de forma equivocada.
-
¿Equivocada? -- tenía deseos de golpearlo --
Fuiste tú quien convenció a mi hijo para hacer lo que hizo.
-
Como dije, está equivocada. Frieg tomó su decisión solo. No voy a negar
que teníamos ciertos planes pero las cosas no salieron como esperaba.
No podía creer lo que
estaba oyendo, ni la tranquilidad con la que hablaba. El muchacho se había ido
acercando, ya estaba al alcance de su mano y fue precisamente eso lo que
levantó pero no pudo cumplir su cometido, porque el chico le aferró con fuerza
la muñeca.
-
Eso sería una tontería, señora Lery
-- dijo -- podría olvidar que soy un caballero.
-
Solo eres un niño estúpido y cobarde que abandonó a mi hijo después de
haberlo arrastrado a…
Pero calló súbitamente, el
rostro del muchacho estaba muy cerca del suyo, su expresión había cambiado y un
brillo asesino apareció en sus ojos.
Ciertamente Mikael estaba
muy cerca, la ira de la mujer lo divertía, pero cuando lo llamó cobarde un odio
frío lo invadió.
-
Cuidado Estefanía -- dijo arrastrando las palabras --
podrías arrepentirte de lo que estás diciendo.
-
¿Te atreves a amenazarme? -- escupió la mujer que se había recuperado de
la impresión
De pronto Mikael la empujó
contra la pared y tomando su rostro por el mentón, lo apretó con rudeza.
-
Ya me cansé de este jueguito, ahora vas a escucharme. Si tu hijo está en
la cárcel es por imbécil, por no haberse podido resistir a los encantos de una
mujer. En este momento podríamos estar
haciendo cosas mucho más importantes pero no, él decidió revolcarse con la niña
malcriada. Si no hubiera estado
perdiendo el tiempo, habría podido escapar como lo hice yo. Así que no me digas
que yo tengo la culpa de la estupidez de tú hijo.
Estefanía estaba
sorprendida y aterrorizada a partes iguales. Nunca nadie le había hablado de
ese modo ni la había tratado con tanta violencia. Pero fue recuperando su
compostura y su altivez.
-
Suéltame -- le dijo
-- no tienes ningún derecho a
venir a MI casa, a hablar mal de mi hijo, y mucho menos a gritarme, ni a…
Una sonrisa maligna se
había ido dibujando en el rostro del muchacho.
-
Por si no lo has notado -- dijo como si hablara del tiempo -- no
estás en posición de portarte con tanta arrogancia. Estás sola, eres mujer ¿qué
me impide hacer lo que me plazca? Todavía eres hermosa Estefanía, y bien podría
disfrutar mucho de tu compañía.
Y diciendo esto, había
colocado la mano libre en la cintura de
la aterrorizada mujer. En ese momento Estefanía tuvo la certeza de que aquel
individuo era positivamente peligroso y aun no sabía la peor parte.
Mikael por su parte,
pensaba que aquella mujer podía servirle de diversión, pero en este momento no
podía distraerse. De modo que la soltó.
-
Ahora siéntate y escucha -- le dijo
-- Necesito tu casa.
-
Mi casa casi fue destruida la noche que…
-
Tu “otra” casa.
-
Te refieres a… ¿esta casa? ¿Te has vuelto loco? ¿Qué te hace… --
pero el resto de la frase murió en sus labios al ver los ojos de él
-
Veo que comenzamos a entendernos
-- dijo --
Como ya te dije, necesito la casa. Me quedaré aquí un tiempo --
continuo mirándola con sorna
-- necesito reunirme con varias
personas en un lugar discreto y apartado como éste. Y como veo que lo único
bueno que hizo tu hijo, fue mantener en secreto mi identidad, en tu beneficio
voy a revelártela. Mi verdadero nombre es Mikael O’Neill.
Estefanía abrió mucho los
ojos y se llevó la mano al pecho.
-
Ya veo que te resulta familiar
-- continuó --
mejor, así no tendré que hacer tediosos recuentos. Y mientras hagas lo
que yo te diga, no tienes nada que temer --
agregó, pero la expresión de su rostro desmentía sus palabras -- Ya
sé que eres una traidora, fuiste a arrastrarte a los pies de Peter McKenzie
pero estoy dispuesto a olvidar esa pequeña falta de tu parte si tu
comportamiento me resulta útil y… satisfactorio
-- concluyó mirándola de arriba
abajo.
Estefanía perdió el poco
valor que le quedaba, si él era quien decía ser, y le quedaban pocas dudas de
que así fuera, estaba perdida, no podía hacer nada.
-
Ahora con tu permiso -- dijo – voy a prepararme para recibir a unas
personas
Se quedó sentada allí
pensando que su vida no podía ser peor. Primero Kristoff preso, después Frieg y
su obsesión por esa niña estúpida que lo llevó a donde había acabado, y ahora
esto. Pero no tenía idea de que lo peor ni siquiera había comenzado.
Mientras tanto en el salón.
-
No estoy seguro de que esto sea muy inteligente --
decía uno de los asistentes a la reunión.
-
Supongo que no estarás cuestionando mis órdenes --
dijo Mikael
-
¿Para qué necesitamos a esos?
-
Mi padre lo único que me dejó fue la enseñanza de no cometer sus mismos
errores. Primero no voy a irrumpir en el mundo Arzhvael sin tener las armas
apropiadas para hacerme con el poder en forma definitiva. Segundo, me aseguraré
de que mis enemigos estén bien muertos, y tercero si quiero someter a los firbolgs,
tengo que atacarlos desde dentro, si hago que se destruyan entre ellos mismos,
la mitad del trabajo estará hecho.
Nadie dijo más nada, de
modo que pensando que había dejado bien establecido su punto, pasó a otro
asunto.
-
Ahora pasemos a lo que les encargué. ¿Cómo va la investigación?
-
La lista es sorprendentemente corta
-- dijo un hombre con voz de rana -- para ser quienes son, me habría imaginado
que sería más difícil.
-
Explícate y se preciso, no me
gustan los adornos -- dijo Mikael con fastidio
-
No tienen más familia que ellos mismos. Es decir, los padres, los hijos,
sus parejas y los críos. Sus únicos amigos son los McKenzie, y uno que otro
miembro de la estúpida Orden. Y bueno, no sé si sirva de algo pero el chico
está relacionado con unos firbolgs que al parecer son como una especie de
familia, porque vivió con ellos hasta los siete años. No hay nada más.
-
Firbolgs --dijo pensativo -- ¿Y
qué sabemos de ellos?
-
Una pareja, tres hijos y viven en algún lugar de Dublín.
-
¿En algún lugar? -- la pregunta
sonaba a amenaza en vez de pregunta
-
Bueno… -- dijo el hombre vacilante -- puedo
conseguir la información exacta pero no pensé que eso te interesaría.
-
Pues hazme y hazte un favor
-- dijo con voz venenosa -- ¡No
pienses! Aquí el único que piensa soy
yo. Y eso va con todos.
-
Mikael -- dijo otro hombre más
joven --
¿por qué complicarse tanto la vida? Secuestremos a la chica primero, es
la más joven y ha de ser la más débil, y luego nos encargamos de los padres,
así solo quedaría el muchacho.
-
Cuando dije que no pensaran, lo hice por una razón – siseo furioso --
Ustedes no entienden, en primer lugar lo del secuestro ya se probó y no
sirve, ellos tienen un sistema para comunicarse que yo desconozco pero que es
efectivo y les permite localizarse. Segundo, los hijos ya tienen hijos a su
vez, nadie puede quedar vivo. Por último, primero quiero verlos sufrir y la mejor manera es atacando los que más
quieren. Adam -- se volvió hacia el hombre que le había dado
la información -- quiero la localización exacta de los firbolgs
lo antes posible. Y esta vez no quiero errores como lo de los McKenzie
¿entendido?
-
Mikael -- dijo otro de los que
habían permanecido en silencio -- Aquí
están los mapas que me pediste -- y le entregó unos pergaminos muy viejos -- es
todo lo que se conserva de esa zona.
-
Bien Webber, apenas termine con esto partimos. Espero que tengamos más suerte esta vez. ¿Cuándo tenemos la luna
en cuarto creciente?
-
En dos semanas.
Mikael sonrió e igual que
su padre, este gesto en vez de hacerlo más atractivo hacía que sus facciones se
vieran más duras y crueles.
Las cosas no habían salido
como las había planeado, a la fecha no había podido tomar venganza y sus
enemigos parecían crecer, porque la hija
de su hermano estaba viva, es decir la madre de los gemelos y eso desde luego no
podía ser, aparte de ello, los mocosos parecían multiplicarse. Haber estado tan
cerca de acabar con Samantha y que todo se hubiese ido al demonio por la
estupidez de Frieg, lo enfermaba, pero
decidió olvidarse de los Douglas por el momento y concentrarse en el otro
asunto.
Después de varias horas,
Mikael iba maldiciendo su suerte. No podía creer que le estuviera tomando tanto
tiempo algo que suponía debía ser si no sencillo, por lo menos no tan
complicado. Al mismo tiempo una duda taladraba su cerebro ¿Lo habrían engañado?
¿Habría tomado por cierto un cuento para niños? Pero por otro lado se negaba a
creer aquello. De pronto se detuvo con los ojos muy abiertos. Había visto
claramente un destello a pocos metros de donde se encontraba. Se acercó sin
despegar los ojos del lugar y lo volvió a ver. Caminó más deprisa, casi
corriendo hasta llegar al sitio pero no había nada más que un gran árbol allí.
Lo rodeó, el diámetro del tronco era bastante grande, buscando el origen de la
luz pero no encontró nada y se sintió frustrado. Colocó ambas manos en el
tronco del árbol y apoyó la frente en él. Entonces lo sintió.
La tierra comenzó a vibrar
con violencia y una luz muy brillante lo rodeaba. Cayó al piso y en ese momento
cesó el temblor. La luz había desaparecido. Su mente rápida analizó la situación
y llegó a una igualmente rápida conclusión. Volvió a colocar las manos en el tronco
del árbol pero está vez se afirmó bien para no volver a caer. Apenas sus manos
tocaron el tronco, la tierra comenzó a vibrar nuevamente pero ya estaba preparado.
La luz apareció de nuevo brillando con intensidad. Sintió que aquel enorme árbol
estaba a punto de partirse pero no lo soltó. A continuación una puerta de oro
sólido se materializó donde tenía las manos pero no tenía ninguna cerradura
visible.
-
¿Cómo la abro? -- se preguntó
Y apenas las palabras
terminaron de salir de su boca, la
respuesta apareció escrita sobre la puerta. Sonrió y pensó que era una suerte
que sus estudios de Ocultismo le hubiesen proporcionado el conocimiento en
idiomas antiguos también. Pronunció la palabra y la puerta se abrió. Se sintió
exultante, lo había conseguido.
Entró a un enorme salón,
unos grandes pilares sostenían un techo abovedado y para su sorpresa, a través
de este seguía viendo el cielo nocturno con la luna en cuarto creciente. Por
precaución sacó su Gwialen y avanzó pero apenas había dado unos pasos se
detuvo. Una figura muy peculiar apareció ante sus ojos. Su cuerpo era el de
un toro y unas alas le salían por los
costados, pero lo realmente impresionante era que su cabeza, era la de un
hombre. La criatura se desplazaba de un lado a otro, no parecía tener
intenciones de atacarlo pero aún así no se sentía muy seguro de avanzar. Sin
embargo, ya había llegado hasta allí, de modo que dio otro paso. Cuando había
avanzado media docena de pasos, se detuvo bruscamente. Aquella cosa se había
puesto en posición de saltar.
-
No puedes estar aquí
Supuso que las palabras
habían salido del hombre-animal, pero no lo vio mover los labios. Tenía un
problema ¿Cómo se deshacía de aquello? Levantó su varita y lo atacó, lo cual
fue un error, ya que el conjuro rebotó y se regresó hacia él que
afortunadamente convocó un escudo a tiempo. Pero su situación empeoraba, porque
desde arriba sintió un chillido. Se echó apresuradamente hacia atrás y fue sensato,
porque la nueva criatura evidentemente iba a atacarlo, pero remontó el vuelo
cuando él retrocedió. Dedujo que si traspasaba cierto límite sería atacado por
aquella cosa. Se dedicó a pensar un momento, miró a su alrededor y se dijo que
tenía que haber otro camino.
-
No -- dijo una voz a sus
espaldas -- no lo hay
Sorprendido alzó su Gwialen
y se volvió. Una mujer de extraordinaria belleza se acercaba. Su cuerpo estaba
cubierto por una tela muy fina que dejaba ver las sinuosas curvas del mismo.
-
Baja eso, no puedes hacerme
daño --
le dijo
-
¿Quién eres? -- preguntó desconcertado
-
¿Eso importa? ¿Qué haces aquí?
Algo había en los ojos de
aquella mujer que lo obligaba a decir la verdad.
-
Quiero liberar a AKHASHA
La mujer lo miró un largo
momento y luego habló de nuevo.
-
Para eso necesitarías el Corazón de Diamante y no puedes llegar hasta
él.
-
¿Por qué? -- preguntó con
enfado -- Cuando consiga vencer a esas criaturas lo
lograré -- agregó con su habitual arrogancia
-
No, no lo harás -- dijo la mujer
con tranquilidad -- Nadie puede. Solo una persona puede atravesar
ese salón sin ser agredida.
-
¿Quién?
-
No puedo decírtelo.
Pensó por un momento. Las
cosas se estaban complicando mucho. En todo lo que leyó y lo que logró
averiguar, nada decía que debía ser alguien específico quien pudiera lograr lo
que él quería. Se le ocurrió una idea y aunque le parecía absurda, decidió
ponerla en práctica.
-
¿Puedes ayudarme? -- le preguntó a la mujer
-
Puedo -- contestó
-
¿Lo harías?
-
Con una condición.
-
¿Cuál?
-
Debes liberarme.
-
¿Liberarte? ¿Estás aquí contra tu voluntad? --
preguntó extrañado
-
Así es. Fui encerrada aquí como castigo.
Mikael pensó con rapidez.
Había creído que aquella hermosa criatura era una guardiana, pero si no era así
y estaba allí presa eso era ventajoso para él, ya que había dicho que estaba
dispuesta a ayudarlo a cambio de su libertad. Tomó su decisión.
-
Muy bien, lo haré. ¿Cómo te llamas?
-
Es algo que debes pensar bien
-- dijo -- Para
liberarme debes unirte a mí y a partir de ese momento, no podrás amar a ninguna
mujer. Perderás la capacidad de amar a nadie más.
El sonrió. Aquello mejoraba
enormemente su situación. Teniendo en cuenta que nunca había amado a nadie ni
tenía planes de hacerlo, se hacía muy fácil cumplir con la condición.
-
Estoy dispuesto a hacerlo -- le dijo
-
Muy bien -- dijo la mujer sonriendo -- Mi nombre es Alseides.
-
De acuerdo, ahora dime cómo puedo pasar.
-
Tú no puedes pasar.
Se enfureció. ¿Acaso
aquella mujer se estaba burlando de él? Pero ella continuo hablando.
-
Ya te dije que solo una persona puede hacerlo. Sin embargo, hay otra
forma.
-
¿Y es…?
-
Una criatura de corazón puro, que no haya sido contaminada con los
vicios del mundo, cuyo corazón aún conserve la inocencia. Por sus venas debe
correr sangre arzhvael legada por muchas generaciones. Debe ser mujer y no
tener más de cinco años en la medida de tu dimensión. Solo una criatura así
podrá pasar y no ser atacada. Y solo para ella será visible el Corazón de
Diamante.
Su mente corría a toda
velocidad, se le presentaba un serio problema con eso, pero ya lo resolvería.
-
¿Pero, a una niña pequeña cómo se le dan instrucciones acerca de cómo
llegar hasta el Corazón de Diamante?
-
Eso no debe preocuparte, su instinto natural y su espíritu no
contaminado la guiarán y regresará a ti con la piedra.
Bien, pensó él. Solo tenía
que conseguir a la niña y luego se desharía de ella de forma rápida.
-
No -- dijo la mujer
-- no debes hacerle ningún daño.
Al momento en que lo hagas, la piedra desaparecerá.
Bueno, esto complicaba un
poco las cosas pero ya lo resolvería también. Pensó que debía tener cuidado con
lo que pensaba, porque evidentemente ella podía penetrar en sus pensamientos.
-
Así es -- dijo
-- puedo ver lo que estás
pensando, así que nunca intentes engañarme, si lo haces sufrirás terribles
consecuencias.
-
Siendo así -- dijo
-- sabes para qué quiero liberar
a AKHASHA
-
Lo sé. Los conflictos entre ustedes no me interesan. Lo que hagas con
los poderes que te serán otorgados, es asunto tuyo. Mientras cumplas con tu
compromiso conmigo, todo lo demás no me incumbe.
-
Volveré
-
Lo sé. Te estaré esperando.
Se encaminó hacia la salida
saboreando de antemano su triunfo. Estaba a punto de conseguir lo que le hacía
falta para alzarse con un poder más allá del que cualquiera hubiese soñado.
Después de eso, el mundo temblaría ante el nombre de Mikael O’Neill.
Tiembla Mikael Tiembla!
ResponderEliminarIgual o peor q Bastian el hijito eh!
Nos leemos en el siguiente :)
Hoola Keila...
EliminarPues sí, toda una "joya" el muchachito :-/...
gracias Keila... nos leemos en el sig... kisses...