Cuando Mael y Jonathan
habían regresado, Jonathan lógicamente se fue derecho a ver a sus padres y a
Lizzy. La niña ya tenía año y medio pero a pesar de que llevaba cerca de ocho
meses sin verla, la pequeña corrió a sus brazos.
-
¡Papi!
Jonathan sintió que el
corazón iba a salírsele del pecho al escucharla, cayó de rodillas y la recibió
en sus brazos. Había crecido mucho y estaba hermosa, tenía las mejillas
sonrosadas y unos rizos rubios que le caían en desorden como una cascada dorada
alrededor del rostro. Descubrió también que hablaba mucho y muy de prisa. En
unos minutos había sacado una gran cantidad de juguetes y los había esparcido a
su alrededor.
-
Eto dio paino Giu -- estaba diciendo mientras le mostraba cerca de
una docena de muñecas, pero el pobre chico tenía dificultad para entenderla
-
¿Quién?
-
¡Paíno! -- insistió la niña y la luz se hizo en el
cerebro de Jonathan
-
¡Ah! Te refieres a Giulian
-- ella asintió y Jonathan se
alegró de entender algo, pero eso no le duró mucho
-
Endan mi lo cabello e tia Sam riñó e Eli peleo con el
A pesar de que Jonathan
hacía su mejor esfuerzo, Lizzy aparte de hablar a una velocidad endemoniada,
cambiaba de tema a la misma velocidad. De pronto la niña corrió hacia su cama,
tomó un muñeco de peluche que si la memoria no le fallaba Jonathan creía
recordar había sido el primer regalo que le había dado Mael a la niña.
-
Di hola señor Iwy -- le dijo y aunque Jonathan no sabía si se lo ordenaba
a él o al muñeco, decidió saludar él
-
Hola Iwy
-
Iwy cuida Lizzy dijo Daia -- aquello sí lo entendió sin ninguna dificultad
y le recordó algo de suma importancia
Después de un rato más con
Lizzy, se despidió de la niña prometiéndole volver más tarde y se fue a su
habitación, se bañó, se cambió y salio a toda prisa.
Cuando llegó a Arx se fue
derecho al Hospital pero cuando preguntó por Daira, le dijeron que no estaba.
De modo que se fue a la casa de la Arzhaelí y sin la más mínima delicadeza y
sin anunciarse entró en ella. Sin embargo, Daira tampoco estaba allí. Jonathan
maldijo por lo bajo, pensó un momento y salió hacia la Sede.
-
¡Hombre! -- exclamó Alaric con quien casi chocó cuando
subía las escaleras -- Por fin apareces
-
Ya pensábamos que habías desertado
-- dijo Garlan que venía tras
Alaric
-
Lo que habría sido ganancia
-- escuchó Jonathan una voz que NO quería escuchar a sus espaldas pero
intentó ignorarla
-
¿Dónde está Daira?
-
¡Por todos los Dioses Jonathan McKenzie!
-- exclamó Alaric --
Deja a esa mujer en paz
-
Ni bien terminas de llegar y ya estás buscando fastidiarla --
dijo Garlan
-
¿Dónde está? -- repitió él
-
Suponiendo que quiera verte después de haber desaparecido durante tanto
tiempo, cosa que…
-
¡No estoy hablando contigo, infeliz!
-- dijo girándose hacia Armel
Evidentemente ocho meses no
habían sido suficientes para que Jonathan olvidase que Armel había besado a Daira,
y al arzhaelí esto le quedó muy claro.
-
No está aquí -- se apresuró a decir Alaric --
Está en una misión
A Jonathan le fastidió
mucho enterarse de aquello pero juzgó innecesario preguntar pensando que no se
lo iban a decir, lo cual fue un error, porque si bien era cierto que dada la
usual naturaleza de sus propias
misiones, nunca les eran reveladas a nadie, no sucedía lo mismo en este caso.
Pero sin decir nada más, se dio vuelta y se marchó.
-
Me preguntó a dónde habrá enviado Eowaz al niño malcriado éste para que haya regresado de ese humor --
dijo Garlan
-
Dudo mucho que su humor tenga
que ver con lo que sea que haya estado haciendo
-- dijo Armel y los otros dos lo
miraron con extrañeza -- Son ustedes ciegos selectivos
Pero una vez dicho esto se
marchó él también, dejando a los otros dos mirándose con desconcierto.
Durante las próximas dos
semanas y después de haber hablado con Eowaz, Jonathan se hizo nuevamente cargo
de su grupo y se integró al trabajo que venían realizando los demás arzhaelíes,
y al menos en el caso de Garlan, Alaric y Armel, pudieron notar por qué razón
Eowaz tenía a Jonathan en el mismo concepto que a Giulian y a Dan, ya que se desenvolvía
en el mundo firbolg como si hubiese nacido en él.
Con la llegada de Jonathan
el trabajo se aceleró, porque como les había dicho Eowaz, él había adelantado
mucho en ese terreno y tenía contactos muy útiles, lo que les permitió
desactivar en tiempo record muchos de los subgrupos de aquellos sujetos. El problema ahora era que habían crecido de
una manera demencial y estaban regados por todas partes, de manera que debían
averiguar dónde y cuándo se reunían, y quién los dirigía.
A mediados de marzo, cuando
ya Jonathan tenía casi un mes de haber vuelto, un sábado en la tarde salió con
Mael y los niños. Estaban en la heladería y Jonathan intentaba en vano que
Lizzy se comiera el suyo en lugar de echárselo a Elijah encima y estaba por
alabar la paciencia del niño cuando su expresión mudó de forma drástica.
-
¿Qué? -- preguntó Mael
-
Por favor Mael, hazte cargo de Lizzy
-
Pero…
Sin embargo, él no se
molestó en dar mayores explicaciones sino que se puso de pie y Mael se giró
para ver qué sucedía, porque él no había sentido ningún peligro y naturalmente
no lo había, al menos no para ellos, pero tal vez no podría decirse lo mismo en
relación a otros.
El origen del súbito cambió de humor de Jonathan, acababa de entrar en
compañía de un sujeto que para desgracia del mismo, la traía tomada del brazo y
la miraba con cara de imbécil en
opinión del furioso arzhaelí.
Daira sintió la súbita
corriente de una energía que le era muy familiar, pero antes de que tuviese
tiempo de girarse, lo escuchó.
-
Señorita Clemmens, usted y yo tenemos una conversación pendiente
Daira cerró los ojos un
momento y trató de serenarse, pero ese instante que se tomó resulto en
perjuicio directo para su infeliz acompañante.
-
Oiga amigo, la señorita está acompañada y…
-
¡No estoy hablando contigo!
-- dijo Jonathan en tono
peligroso
Pero evidentemente él
sujeto no pensó que siendo Daira quien era, aquel energúmeno podía ser un arzhaelí
también y de los más peligrosos por cierto, y el hecho de que Jonathan hubiese
dejado su Skik sobre la silla no ayudó al pobre sujeto a pensarlo, porque se
puso imprudentemente de pie e intentó hacer a Jonathan a un lado. Craso error,
porque dos segundos después Jonathan tenía su mano en la garganta del hombre y
lo había inmovilizado contra la silla que no había debido dejar.
-
Si me vuelves a tocar, o te vuelvo a ver cerca de ella, puedes
despedirte de tu miserable vida
Mael que había estado
siguiendo el asunto, en cuanto el sujeto habló se volvió hacia su hijo.
-
Elijah, cuida a Lizzy y no se muevan de aquí ¿de acuerdo?
-
Sí papi
-
¡Blaidd! -- llamó Mael dejando al lobo a cargo y se
dirigió hacia donde estaban lo otros
Daira se había puesto de
pie e intentaba que Jonathan dejara en paz a su acompañante
-
¡McKenzie, suéltalo ahora mismo!
-- pero fue como si le hablase a
la pared
-
¡Vamos hombre, suéltalo ya!
-- dijo Mael apartando a Jonathan
Jonathan miró al hombre con
supremo desprecio y volviéndose aferró a Daira y la sacó de allí.
-
Lo siento amigo -- se estaba disculpando Mael
-
¿Qué le sucede a ese sujeto? ¿Está loco?
-
Algo así -- dijo Mael
-- pero yo en tu lugar, prestaría
atención a lo que dijo
-
Ese loco no tiene ningún derecho a tratarme así ni a prohibirme
nada --
dijo el individuo tercamente
-
Es posible, y no sé quién seas tú pero ese loco es Jonathan
McKenzie ¿te resulta familiar? -- preguntó cuando el hombre abrió los ojos con
desmesura
-
¿El hijo del Presidente del Consejo?
-
Así es, pero más importante que eso, es uno de los arzhaelíes más
letales de la Orden, así que por tu propia salud mantente lejos de él
El hombre miró a Mael y
como éste si cargaba encima su Skik, no le pareció prudente discutir con él y
se marchó. Mael regresó a la mesa y
sonrió al ver que Elijah intentaba limpiarle la cara a Lizzy que tenía helado
hasta en sus dorados cabellos.
-
Bien, creo que tendremos que continuar nosotros solos --
dijo
-
¿Y tío Jonathan? -- preguntó Elijah
-
Está ocupado por el momento
-
¿Lizzy vendrá con nosotros?
-
Por supuesto -- dijo Mael y se volvió hacia la niña -- ¿Me
permite alzarla señorita? -- la niña lo miró y en ese momento pareció
notar algo
-
Ojo como Eli -- le dijo y Mael sonrió
-
Sí, creo que tenemos los ojos parecidos bonita --
Lizzy sonrió y estiró los bracitos, Mael la alzó y se volvió para cargar
también a Elijah pero éste se negó
-
Puedo caminar solo papi
-
De acuerdo caballero, entonces vamos
-- recogió la Skik de Jonathan y
abandonaron el establecimiento.
Desde el momento en el que abandonaron
la heladería, Daira empezó a insultar a Jonathan, pero por supuesto éste la
ignoró olímpicamente y siguió caminando. Una vez que llegaron a la zona desde
la que podían desaparecer, Jonathan la aferró por la cintura y aparecieron en
el departamento de él.
-
¡Has el favor de dejar de gritar y escúchame! --
dijo él, pero Daira a esas alturas ya estaba lo bastante furiosa como
para prestarle alguna atención
-
¡Eres un cretino, desgraciado y no tengo nada que escuchar de ti! ¡No
tenías ningún…!
-
¡Dije que me escucharas y lo harás quieras o no!
Jonathan había tenido
intenciones de aclarar el supuesto mal
entendido de meses atrás, o al menos eso era lo que se había dicho a sí
mismo. Se había pasado los últimos meses pensando en el asunto y había llegado
a la conclusión de que si se había sentido como lo había hecho, era porque
estaba furioso en el momento que sucedió, aunque había ignorado
convenientemente la razón de su furia. Cuando llegó y fue a buscarla, al no
encontrarla decidió que aquello era una señal de que el asunto no era
importante. Sin embargo, no había podido olvidarlo, especialmente porque Lizzy
hablaba a diario de Daia, lo que
aparte de hacerle imposible no pensar en ella, había despertado su curiosidad.
De manera que tan subrepticiamente como le fue posible, intentó averiguar a
través de su madre, por qué razón la niña hablaba tanto de ella. Y de esta
manera se enteró de algo de lo que no tenía idea. Al parecer, desde que Lizzy nació Daira iba
con frecuencia a ver a la niña y desde que él se marchó había estado
visitándola casi a diario. Jonathan pensó que al saber que la niña se había
quedado sin madre, Daira a quién le gustaban mucho los niños, había sentido
pena y por eso la visitaba tan seguido. Lo que se preguntó fue cómo él no lo había
sabido. Así que esta era otra razón por la que quería verla, para agradecerle
la atención, o al menos eso era lo que él se decía para justificar el querer
verla.
No obstante, cuando la vio
entrar del brazo de aquel desdichado, sintió más o menos lo mismo que había
sentido el día que la había visto en brazos de Armel, pero decidió comportarse
un poco más civilizadamente que la vez anterior, pero cuando el imbécil intentó
apartarlo y le puso la mano encima, Jonathan lo vio todo rojo y sin duda había sido una suerte que Mael estuviese allí, o de
lo contrario muy mal habrían podido terminar las cosas. Una vez que la cordura medio se abrió paso, sujetó a Daira y la
sacó de allí con la intención de hablar con ella, pero ella no dejaba de
gritarle y Jonathan se cansó de la interminable lista de insultos, de modo que
se acercó y aferrándola por la cintura, apresó sus labios.
En esta ocasión Jonathan
estaba mucho más calmado que la vez anterior, de modo que difícilmente habría
podido alegar alteración para lo que estaba experimentando y que era
exactamente lo mismo. De nuevo sintió que su corazón estaba a punto de
abandonar su pecho y que la razón comenzaba a huir a toda velocidad, pero antes
de perder por completo el juicio se separó y la miró.
-
¿Ahora vas a escucharme?
-
Eres un…
Pero no se enteró de lo que
era, porque él decidió que no le daba la gana de escucharlo y utilizó el mismo
método para silenciarla, solo que esta vez no pudo controlar a su razón y ésta
lo dejó abandonado a su suerte. En el caso de Daira, no estaban mucho mejor las
cosas, porque si bien ella había aceptado que se había enamorado como una tonta de aquel portento de desvergüenza,
no era menos cierto que estaba furiosa con él y aunque conscientemente quería
arrancarle la cabeza, sus manos se elevaron hasta la mencionada cabeza pero en
lugar de arrancársela se enredaron en su rubia cabellera.
Jonathan McKenzie no era
conocido por su delicadeza precisamente en ningún ámbito de su alocada
existencia y si sus instintos más básicos estaban involucrados, la situación se
volvía con mucha facilidad explosivamente intensa, y sin duda en esta ocasión
esos instintos estaban directamente involucrados. Aunque no fue consciente de
ello, la sangre comenzó a hervir con rapidez en sus venas y se concentró
escandalosamente en un punto específico. Con la misma facilidad con la que
hubiese podido levantar su Gwialen, elevó a Daira y unos segundos después la
dejó sobre la cama. Pero Jonathan cometió el pequeño error de abandonar sus
labios para incorporarse y ella se puso de pie con abismal rapidez.
-
¿Dónde crees que vas? -- preguntó él sujetándola
-
No pienso compartir contigo esa
cama, ni ninguna otra en realidad
-
¿Estás segura? -- preguntó él con sonrisa maligna y volvió
aferrarla por la cintura -- Eso no es lo que dice tu cuerpo señorita
Clemmens -- dijo con desvergüenza mientras besaba su
cuello
Sin embargo, Jonathan no
era estúpido y mientras la besaba, Daira se sintió suspendida en el aire y al
minuto siguiente estaban en su propia habitación, algo que ella no notó hasta
que Jonathan la colocó sobre la cama. Se levantó pero esta vez con mayor
rapidez la apuntó con su Athame y toda su ropa hasta la última prenda
desapareció.
-
Al menos de momento, no podrás ir a ningún lugar -- le dijo con sonrisa malvada mientras se
sacaba las botas
El asunto había tomado a
Daira tan de sorpresa que no tuvo ocasión de sentirse apenada o indignada por
haber sido desnudada de esa forma y sin su consentimiento. Pero aunque hubiese
querido protestar, pareció entrar en estado de trance cuando vio a Jonathan
comenzar a quitarse la camisa con la mayor parsimonia y el asunto no mejoró,
porque mientras se desvestía, recorría el cuerpo de la arzhaelí con una mirada
tan incendiaria que ella sintió como si realmente la estuviese acariciando, su
cuerpo respondió a ese contacto imaginario y Jonathan sonrió de forma que
zigzagueaba entre el deseo y la lascivia, mientras los ojos de Daira seguían
presos en el cuerpo endemoniadamente perfecto de aquel sujeto.
-
Espero que te guste lo que ves señorita Clemmens, ya que tendrás que
acostumbrarte a esa visión
Con la misma desesperante
lentitud que había empleado para desvestirse, se acercó a la cama y Daira
sintió que iba a desmayarse cuando él estiró la mano, la sujetó por el cabello
y descendió sobre sus labios.
A partir de allí, aquello
más que una relación amorosa parecía una batalla
amorosa, ya que ambos eran igualmente explosivos, porque si por las venas de
Jonathan corría la sangre de los primeros Cornwall y que dieron origen al
pueblo Vikingo, por la de Daira corría la de los Douglas que emigraron hacia el continente y dieron
origen al fogoso pueblo Galo, primeros pobladores de Francia. De modo que si
hubiese un medidor de intensidad, habría explotado en aquel momento.
Si Jonathan estaba
saqueando casi con salvajismo el cuerpo de Daira, ella estaba haciendo
aproximadamente lo mismo con el suyo y los surcos que habían quedado marcados
en la espalda del arzhaelí eran fiel prueba de ello. Cuando Jonathan invadió
con decisiva precisión el interior de Daira, ésta ahogó un grito, se aferró más
a él y fueron arrastrados por el ímpetu de la furiosa pasión de ambos hasta que
finalmente el deseo compartido hizo violenta e intensa explosión dejándolos
agotados uno en brazos del otro.
Mucho tiempo después, Daira
abrió los ojos y se encontró con un par de burlones ojos azules que la miraban
con diversión. Tardó un par de segundos en registrar la situación y sus
mejillas se colorearon.
-
Hacen juego con tu cabello
Jonathan dijo eso mientras
acariciaba con un dedo su rostro
haciendo que ella se estremeciera ente el contacto. Daira intentó cubrirse pero
él se lo impidió.
-
¡Eh, eh! -- dijo sujetando su mano --
¿Explícame por qué habría de estar oculta tanta belleza?
-
Entonces estarás de acuerdo en que vaya desnuda por ahí
-
Eso no se va poder, porque resulta que esa belleza es exclusivamente
para mis ojos
-
Eres un… -- pero calló cuando él colocó un dedo sobre sus
labios
-
Sugiero elegir con cuidado los calificativos señorita Clemmens, aunque
sospecho que en realidad disfrutas mi forma de hacerte callar
Daira pensó que
definitivamente aquel sujeto era mucho, de modo que hizo ademán de levantarse
pero tampoco se lo permitió.
-
¿Tienes prisa por ir a algún lugar?
-
No pero…
Ella no sabía en realidad
qué decir y el hecho de que él hubiese decidido comenzar a deslizar un dedo
desde su cuello hacia abajo, no ayudaba mucho.
-
Dije que quería hablar contigo pero si me lo pones difícil, no tengo
inconveniente en que nuestros cuerpos conversen
por nosotros -- le dijo él acercándose peligrosamente
-
¿Qué querías decirme? -- preguntó ella intentando conservar la cordura
-
Primero -- dijo mientras le besaba el cuello -- que
no estoy muy seguro de qué sea esto -- y
mordió con suavidad el lóbulo de su oreja
-- pero no estoy dispuesto a
permitir que nadie más se te acerque mientras lo averiguo y eso puede llevarme
mucho tiempo. Segundo --
siguió mientras sus labios se deslizaban por su barbilla --
quería agradecerte por el cariño que le has dado a mi hija -- y besó la punta de su nariz -- Y
tercero, que no huí como quizá imaginaste
-- agregó mientras besaba la
comisura de sus labios -- pero las razones de mi partida tendrás que
esperar para saberlas, porque hay algo
mucho más urgente que resolver
Para ese momento, ya se
encontraba acomodado sobre su cuerpo y ciertamente Daira no había nada que le
interesase menos que escucharlo hablar. Todo comenzó de vuelta y seguía siendo
explosivamente intenso, excitante y a su modo, hermoso…
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