LMA 3

LMA 3
La vida que habían vivido hasta ahora había sido peligrosa pero nunca se sentaron a ver lo que sucedía, sino que participaron activamente en todo ello. Ahora tenían que reconstruir sobre las cenizas de la tristeza y de la pérdida, y para poder seguir tenían que comenzar todo de nuevo. Nunca nada sucede como suponíamos o como teníamos previsto pero siempre el universo nos brinda una nueva oportunidad. La vida les había dado mil razones para llorar pero ahora se disponían a encontrar otras mil para reír, debían dejar descansar a los que se habían ido pero siempre tendrían un lugar en el recuerdo y en el corazón de todos, y disponerse a comenzar… Una nueva vida

sábado, 9 de agosto de 2014

Cap. 62 Problemas en el paraíso…


El tiempo parecía haberse echado a correr, ya estaban a finales de octubre y todo parecía marchar de maravilla. Anastasia había dado a luz a otra niña y la habían llamado Eurielle Natasha.

Las clases este semestre  habían cambiado un poco. Ya no veían algunas asignaturas que habían sido sustituidas por otras, en este semestre estaban viendo por ejemplo Historia y Orígenes de los Arzhvaels y Ciencias de la Salud. Cuando les anunciaron las nuevas materias que verían, los chicos no se sintieron muy contentos con la primera, porque pensaron que sería terriblemente aburrido, pero no estaba resultando tan malo como habían pensado.

-         Los orígenes de los Arzhvaels  --  les había dicho el profesor en la primera clase  --  se remontan a muchísimos siglos atrás. En un principio, Arzhvaels y Firbolgs vivían en armonía. Era comúnmente aceptada la existencia de una fuerza superior a la que ellos manejaban. Los elementales de la naturaleza, se mostraban de forma más confiada a los humanos y prestaban sus servicios a los Arzhvaels e incluso a los magos. Pero cuando la humanidad comenzó a volverse ambiciosa, egoísta y peligrosa, incluso para sí misma, los primeros en alejarse fueron los elementales. Posteriormente los Arzhvaels nos vimos obligados a apartarnos del mundo, y finalmente los magos que convivieron por un período mayor entre los Firbolgs, también  se vieron obligados a ocultar su existencia, especialmente cuando comenzaron a ser víctimas de persecuciones y crueles matanzas. Pero entre Arzhvaels y magos, también hubo cambios importantes, muchos se volvieron ambiciosos y se creyeron superiores por el poder con  el que habían sido dotados, causando graves perjuicios a sus iguales y a los Firbolgs. De ese comportamiento deshonroso,  es que nace la maldición de Myrddhin.

Los Douglas y sus amigos se miraron y prestaron mayor atención a las palabras del profesor.

-         Myrddhin, nuestro Gran Druida y uno de los Arzhvael más poderosos que ha dado nuestra raza, maldijo a sus congéneres, argumentando que se habían vuelto arrogantes y vanidosos y que el poder que les había sido conferido, lo estaban malgastando en beneficio personal y en perjuicio de la humanidad. Por tanto, a partir de ese momento de la historia, ningún otro Arzhvael ostentaría tanto poder como para someter a los pueblos a sus caprichos. De ahí también nace una antigua profecía, donde se señala que de la línea de sangre de Myrddhin, nacería una mujer a quien le serían transferidos esos poderes, pero como no hay constancia ni evidencia física de esto, no es algo que se pueda asegurar. Muchos han cuestionado la veracidad de las palabras de Myrddhin, en cuanto a que no habría ningún otro Arzhvael con suficiente poder para someter a los pueblos, sobre todo en la época de Nurión, pero las protestas fueron acalladas al comprobarse que hubo quienes pudieron vencerlos.

En este punto miró significativamente a Danny y a Sam. Al final de la clase, les  dejó un trabajo acerca de personajes famosos de su raza, y las razones por las cuales habían alcanzado notoriedad.

En las clases de Ciencias de la Salud, les dijeron que debían tener un conocimiento básico en curar heridas, debido a que la profesión que habían escogido se prestaba a tener accidentes, algo que ya ellos habían tenido oportunidad de comprobar de manera personal, y no siempre tendrían posibilidades de acceder de forma inmediata a atención especializada.  A Sam no le gustaban mucho esas clases, tenía problemas para recordar los conjuros para curar  heridas, o los ingredientes necesarios para preparar brebajes  medicinales, y como ella solía curar las heridas utilizando su energía, le fastidiaba enormemente tener que memorizar todo aquello.

-         No sé Aderyn,  no lo recuerdo  --  estaba diciendo en su primera clase

-         Vamos Sam,   la  hemos utilizado muchas veces cuando Danny y Gail se han caído de sus Glides  --  decía Aderyn

Al ver que no había forma de que Sam recordase el nombre de lo que estaban utilizando, puso cara de resignación.

-         Es Aliaria Sam

-         ¿Puedo ayudarlas?  --  escucharon una voz a sus espaldas, y al volverse vieron a Paul Aldridge

-         Hola Paul  --  saludó Sam

-         Si tienen problemas solo díganmelo

-         ¡Oh bueno, gracias!  --  dijo Aderyn  --  Pero estamos bien.

-         Habla por ti  --  dijo Sam que aún estaba irritada por no poder recordar  --  esta clase es un asco  --  el chico rió y la miró con curiosidad  --  ¿Qué?  --  preguntó Sam

-         Nada, solo que sé que eres una excelente alumna y me extraña oírte decir eso,  además lamento que consideres esta clase un asco, ya que es mi especialidad.

Sam enrojeció intensamente y recordó algo tarde el reconocimiento que había recibido Paul por su destreza en el manejo de la energía curativa. Pero como no encontró nada  que decir que fuese suficientemente apropiado, lo miró y le sonrió.

-         Lo  siento Paul  --  dijo sin dejar de sonreír  --  pero no se me da muy bien esto.

Aderyn que observaba como siempre con sus atentos ojos, pensó que por la forma en que la estaba mirando Paul desde que Sam desplegó su sonrisa, se metería en muchos problemas.

-         Te ofrezco mi ayuda si la necesitas  --  dijo sin dejar de mirar a Sam  --  solo tienes que solicitarla.

-         Gracias, eres muy amable  --  le dijo Sam

Aderyn decidió romper el hechizo y llevarse a su amiga de allí.

-         ¡Aderyn!  --  se quejó la chica cuando se habían alejado un poco  --  Me estás haciendo daño, suéltame ¿temes perderme?

-         No, temo que otro pueda perderse  -- dijo mirando significativamente a Paul 

Sam entendió a qué se refería su amiga.

-         Sam, te aconsejo que no despliegues tus encantos de esa forma.

-         Aderyn yo no…

-         No quiero decir que lo hagas a propósito, pero debes controlarlo.

-         ¿Ah sí?  -- ya Sam comenzaba a enfadarse  --  ¿y cómo se supone que haga eso?

-         Solo no te pongas encantadora con ellos  --  dijo Aderyn  y la dejó allí.

Pero eso resultaba más fácil decirlo que hacerlo, porque o se volvía directamente desagradable con la gente, o no sabía cómo resolverlo. Cada vez que tenían aquella clase, el chico hacía indecibles esfuerzos por llamar su atención, pero Sam atendiendo a lo dicho por Aderyn, trataba de mantener la distancia.

Cuando comenzaron con el Club de Duelo, Sam gimió internamente al ver que Paul se había integrado ese semestre en el Club. Esto podía ponerse difícil, como se lo hizo notar Aderyn.

-         Sam, si no lo haces por ti, hazlo al menos por la integridad física de Paul  --  le dijo

-         Pues la única forma que veo de resolverlo, es comenzar a lanzarle maldiciones.

El chico se acercaba apresuradamente a saludarla.

-         Buenos días chicas  --  dijo alegremente  --  espero que no me hagan papilla.

-         Buenos días Paul  --  dijo Aderyn  --  ¿Puedo ser curiosa y preguntar qué te hizo matricularte este semestre en el Club?

-         Pues, creí que sería divertido y como tengo más tiempo libre ahora decidí participar  --  le contestó, pero sin dejar de mirar a Sam.

-         Pues será mejor que te prepares, no es muy probable que salgas muy bien parado  --  le advirtió Aderyn

Sam miró a su amiga con extrañeza, normalmente Aderyn no se comportaba de aquella forma, pero luego recordó cómo la afectaban los embarazos, y entendió.

-         Estás muy silenciosa esta mañana Samantha, espero que no te sientas mal  --  le dijo Paul ignorando a la rubia 

-         No, estoy muy bien gracias  --  dijo la chica sonriendo de forma automática 

-         Vaya, ahora sí que salió el sol  -- dijo el chico sonriente

Aderyn puso los ojos en blanco pero muy a tiempo se fijó que Giulian estaba mirando en esa dirección.

-         Debemos irnos Sam,  nos vemos luego Paul  --  dijo tomándola del brazo 

Se ubicaron cerca de Dan y Amy, y le susurró como una gansa enfadada.

-         ¿Qué crees que haría Giulian si se diera cuenta?

-         Aderyn por favor…

-         Sí, tienes razón. Esto es asunto tuyo, no tengo por qué estar cuidándote.

Sam suspiró con resignación y pensó en Gail y en cómo la estaría pasando con este nuevo embarazo. Ese día Giulian comenzó repasando las técnicas que se utilizaban en un duelo con desapariciones. Dan que era el que más experiencia tenía en esta clase de enfrentamientos, se ofreció voluntario para comenzar. Poco a poco, todos los alumnos comenzaron a pasar por el entarimado. A la mayoría les faltaba velocidad, los conjuros de ataque y defensa les salían bien, pero perdían tiempo en la desaparición en sí, razón por la cual, finalmente eran invariablemente derrotados. Cuando le tocó a Sam, no pudo derrotar a su padre, pero tampoco él logró alcanzarla con ningún conjuro. Por lo tanto se declaró empate.


Darien y Derian crecían velozmente y había quedado demostrado que nunca podrían hablar en voz baja, ya que a sus casi tres meses era imposible ignorarlos y si lloraban, generalmente los escuchaban desde cualquier lugar de la casa.  

Las cosas en casa se habían pacificado mucho después del nacimiento de los gemelos, los chicos consumían tanto tiempo y energía que no les quedaba tiempo para pelearse entre ellos.

El único problema que necesitaba urgente solución era Paul Aldridge. Sam había intentado por todos los medios alejarlo, pero el chico era el más insistente de todos. Dan veía con cierta preocupación que aunque la mayoría de los muchachos del Instituto, estaban perfectamente enterados de que su hija estaba casada, seguían persiguiéndola. Cada vez que Sam entraba al comedor, enseguida comenzaban a revolotear a su alrededor. De modo que habían adoptado la costumbre  de procurar no dejarla sola, y de esa manera mantenerlos a raya. Agradecía internamente que Giulian no fuera un profesor de tiempo completo en el Instituto.

Por supuesto, ya todos habían notado la especial insistencia de Aldridge, y cada vez que lo veían acercarse, buscaban la manera de llevarse a Sam a otro lado.

Ese día, estaban todos terminando de comer cuando lo vieron acercarse. Danny y Gail se miraron y resoplaron con fastidio.

-         Ya me estoy cansando de hacer de guarda espaldas  --  dijo Danny

-         Yo pensé que cuando se casara dejarían de fastidiar  --  agregó Gail

-         Pues nadie les pide que hagan nada  --  protestó Sam

Se levantó sintiéndose muy indignada con sus hermanos, pero al dar la vuelta, chocó directamente con el responsable de la discusión, murmuró una apresurada disculpa y siguió. Todos estaban tan sorprendidos por la súbita partida, que nadie reaccionó cuando Paul la siguió. Al momento en que Dan se percató de la situación, se levantó para seguir a su hija.

-         Déjala Dan, ella tiene razón, no tienen que vigilarla de esa forma, deben dejarla respirar  --  dijo Amy

-         Amy tú no entiendes,  no quiero que mi mejor amigo se convierta en un asesino  --  explicó él con paciencia

-         Por favor Dan  --  dijo su esposa

-         Yo estoy de acuerdo con papá,  donde Giulian se entere, no va a quedar nada del pobre individuo.

-         Eso es ridículo, no puede andar golpeando a todo el que se le ocurra mirarla  --  le dijo su madre

-         Me gustaría estar de acuerdo contigo pero…  --  y dejó la frase inconclusa dándolo por sobrentendido

-         Y sobre todo, intenta decírselo a él  --  agregó Gail

Mientras tanto, Sam se había ido a los jardines pensando que toda esta situación era absurda. No era una niña pequeña para que la estuvieran vigilando todo el tiempo.

-         Samantha  --  oyó que gritaban su nombre y se volvió

Ya era suficiente, pensó. Era hora de arreglar al menos esto de una buena vez. De modo que esperó que el chico la alcanzara.

-         ¿Estás bien?  --  preguntó Paul

-         ¿Por qué siempre piensas que me sucede algo?  --  preguntó aún molesta

-         Lo siento…es que…cuando tú…bueno cuando…cuando te veo…no se me ocurre mucho que decir  --  dijo el muchacho apenado.

Ella lo miró y se compadeció de él, después de todo no tenía la culpa de su mal humor pero debía resolver este asunto.

-         Paul, hay algo que quiero preguntarte. ¿Tú estás consciente que yo estoy casada?  --  y el chico enrojeció hasta la raíz del cabello.

-         Sí, lo sé, todo el mundo sabe que eres la esposa de Giulian Cornwall  --  dijo apenado

-         ¿Entonces podrías dejar de comportarte como un colegial enamorado?

-         El problema es que tal vez no soy un colegial pero…sí estoy enamorado.

Y sin darle tiempo a decir nada más, le dio la espalda y prácticamente corrió hacia el edificio. Sam se quedó allí de pie y con los ojos muy abiertos. Genial pensó, y yo que pensaba arreglarlo. Regresó cabizbaja cuando escuchó la campana que anunciaba las clases de la tarde.

Paul no volvió a acercársele en toda la semana, de modo que Sam concluyó que después de todo, la breve conversación que sostuvo con él había servido para algo. Pero no estaba muy acertada, ya que el chico escogió el peor día para volver a hablarle, el sábado en el Club de Duelo.

Acababa de darle un beso a su esposo y estaba a mitad de camino hacia las gradas donde estaban todos, cuando él la detuvo sujetándola por un brazo.

-         Samantha, el otro día me porté como un idiota, no voy a retirar lo que dije porque eso equivaldría a mentir, solo quiero agregar que si alguna vez consideras… dejarlo, yo estaré aquí.

-         Pero… ¿qué dices?  --  dijo asombrada  --  Yo amo a mi marido.

-         Quizá lo amas ahora, pero todos sabemos cómo es él y tal vez con el tiempo…

-         ¡NO!  ¡Eso no va a pasar!  --  exclamó ella muy disgustada

-         En cualquier caso solo quería que lo supieras, y si alguna vez lo consideras recuerda que yo te amo.

Nadie podía haberse imaginado una situación peor. Cuando Paul había tomado el brazo de ella para detenerla, Giulian había dejado lo que estaba haciendo y empezó a dar grandes zancadas en su dirección. Dan, Danny y Gail que lo habían visto, saltaron de las gradas y comenzaron a correr hacia ellos. Sam no se había dado cuenta de nada y para empeorar las cosas, Paul aún le sujetaba el brazo y Giulian los alcanzó justo en el desafortunado momento en que Paul terminaba su frase.

-         Si aprecias en algo tu vida, te aconsejo que le quites las manos de encima a mi mujer  --  dijo una voz venenosa al lado de Paul

Sam volvió la cabeza tan violentamente que se hizo daño en el cuello. Paul miró al hombre y soltó a Sam, y con más valentía de la hubiera sido prudente, se dirigió a él.

-         Espero que sepas lo afortunado que eres  --  dijo con simplicidad

-         Me alegra que apruebes mi gusto en mujeres --  dijo con una voz en la que no había ningún rastro de la mencionada alegría y en cambio estaba cargada de odio  --  Puedo compartir mis conocimientos en esta clase pero mi esposa es algo que no estoy dispuesto a compartir.

-         ¡GIULIAN!  --  exclamó Sam estupefacta por la velada insinuación de sus palabras  

-         Dirige tus atenciones a otro lugar si no quieres ser víctima de una muerte muy dolorosa  --  siguió Giulian ignorando a su mujer

Sam miró a Giulian y los ojos se le llenaron de lágrimas. Se dio la vuelta y echó a correr hacia las gradas. Paul le dio la espalda y también se marchó. Dan y los chicos miraban a Giulian con desaprobación.

-         ¿Qué?  --  preguntó él

-         ¿No crees que te sobre pasaste?  --  preguntó a su vez Dan

-         No  --  y dándoles la espalda se fue a su sitio

Cuando llegaron a las gradas, Sam lloraba en el hombro de su madre y una muy enfadada Aderyn le decía:

-         Te lo dije

-         Déjala Aderyn,  Giulian se acaba de portar como un patán.

Ese día le fue muy mal a Sam, logró deshacerse de sus contrincantes pero tanto su padre como su hermano lograron ponerla fuera de combate e incluso uno de los conjuros la golpeó tan fuerte que se lastimó seriamente una mano, por lo que Giulian tuvo deseos de descuartizar a su amigo.

Esa noche al igual que todos los sábados, se encontraban cenando con todos los chicos, pero Sam se había excusado diciendo que no se sentía bien. Giulian tenía cara de pocos amigos y todos estaban visiblemente incómodos  hasta que Amy no aguantó más.

-         Giulian...  --  pero el no la dejó continuar

-         ¿Qué pretendían que hiciera? ¿Qué me quedara tan tranquilo mientras ese imbécil le declaraba su amor a MI ESPOSA?  --  dijo fuera de sí

-         Te agradecería que no le gritaras a la mía  --  advirtió Dan en tono helado

-         Lo siento  --  dijo calmándose un poco  --  pero es que todos ustedes parecen dispuestos a crucificarme por defender lo que me pertenece.

Todos los presentes se preguntaban si en realidad él no se daba cuenta del tamaño del error que había cometido.

-         En primer lugar no te pertenece idiota, es tu esposa no un jarrón, y en segundo, nada te da derecho a tratarla como lo hiciste  --  dijo una enfurecida Aderyn para sorpresa de todos, ya que era la que normalmente defendía a Giulian

-         Giulian,  nadie te critica el derecho a defender a tu esposa en el caso de que necesitase ser defendida, y estoy seguro que no era así porque Sam es perfectamente capaz de defenderse  --  estaba diciendo Iván

-         Tú no estabas allí  -- dijo Giulian con rebeldía

-         Él no pero yo sí  --  dijo Dan  --  y en primer lugar, no era necesario y en segundo lugar, lo hiciste de la peor manera posible. ¿No te das cuenta de que con lo que  dijiste insinuabas veladamente que ella podría estar dispuesta a aceptar las atenciones de ese hombre?

Giulian se sintió por primera vez desde que todo este lío había comenzado, terriblemente culpable. Recordó los ojos de Sam anegados de lágrimas y se hundió en la desesperación ¿Qué demonios había hecho?

-         Yo no quise…

-         Pero lo hiciste  --  lo interrumpió Dan  -- ella te ama Giulian, y no tenías derecho a insultarla así.

Giulian se levantó de su silla y salió del comedor. No podía soportar las miradas acusadoras de todos y en realidad no se soportaba a sí mismo. Ahora entendía la magnitud de su error y buscaba desesperadamente cómo repararlo. Cuando entró a su habitación, encontró a Sam sentada en el sillón y con una serie de objetos orbitando alrededor de su cuerpo. Esto no pintaba bien, porque cuando las cosas empezaban a volar a su alrededor, significaba que estaba furiosa.

-         ¿Sam?

Ella se levantó y lo miró con un brillo asesino en los ojos.

-         Tú patán ordinario  ¡Aléjate de mí!  --  exclamó con ira

Y con un pequeño movimiento de su  mano, todo lo que orbitaba a su alrededor salió disparado con violencia hacia él. Lo que le dio tiempo de correr fuera y escaleras abajo. Todos oyeron el portazo, se asomaron solo para ver a Giulian correr hacia el exterior.

Cuando Sam había llegado esa tarde, fue a ver a los gemelos y después de pasar un rato con ellos, se encerró en su habitación y mando a Crappy con el mensaje de que no cenaría. Lloró amargas lágrimas de dolor, al recordar lo que Giulian se había atrevido a insinuar. Pasó del dolor a la frustración y de la frustración a la rabia. No entendía cómo era posible que él pensara semejante barbaridad. ¿Es que acaso dudaba de su amor? Se había pasado todas esas horas cambiando de estado de ánimo, considerando cualquier cantidad de cursos de acción, sin haber llegado a ninguna conclusión. En el momento en el que él entró, estaba furiosa y reaccionó en consecuencia. Al demonio con él, que pensara lo quisiera. Ahora estaba corriendo por el jardín, porque no quería verlo, no quería hablarle, no quería ni que se le acercara, pero no tenía dónde esconderse y eventualmente la encontraría, pero salir de la propiedad no era una buena idea. Entonces recordó. Tienes que desear ser vista. Debía funcionar al revés. De modo que se detuvo y concentró todas sus fuerzas en “no” ser vista.

-         ¡SAM!  --  gritaba Giulian al mismo tiempo que recorría el jardín.

Una serie de aterradoras imágenes pasaron velozmente por su mente. ¿Y si había decidido abandonar la propiedad? Caminó en dirección a las verjas de entrada, pero no había rastro de Sam. Recordó las palabras de Diandra de hacía meses atrás, si ella no quiere ser encontrada, no podremos hacerlo.

-         Sam por favor regresa  --  dijo inconscientemente a la noche  --  solo quiero pedirte perdón.

Lo que él no sabía, era que ella lo estaba escuchando y de pronto se materializó frente a sus ojos. Lo hizo tan súbitamente que él casi choca con ella.

-         Sam  --  dijo aliviado y la abrazó

Se separó un poco y la miró extrañado de que no lo atacara.

-         ¿No había algo que querías decirme?   --  le preguntó ella

-         Bueno…la verdad es que…un momento, ¿cómo lo sabes?

Ella lo miró y elevó una ceja interrogativamente.

-         ¿Eso importa?

-         Princesa, yo nunca quise sugerir que tú y ese idiota…  – se detuvo, la miró y continuo  -- tuvieran algún tipo de relación.

-         Pero eso fue lo que hiciste  --  le dijo

-         Debes entenderme princesa. Verlo allí declarándote su amor fue superior a mis fuerzas, mucho me contuve para no partirle la cara ahí mismo  --  pero al ver que ella no decía nada se alarmó  --Mi vida, ya sé que he sido el mayor de los imbéciles pero…

Ella puso un dedo en su boca para silenciarlo.

-         Dime una cosa Giulian ¿Por qué te resulta tan difícil de entender que yo te amo y que no podría mirar a otro hombre teniéndote a ti?


Giulian sintió que el cielo le abría sus puertas. La atrajo hacia su pecho y apresó sus labios en los suyos. Al menos en esta ocasión habían podido resolver el asunto sin tanto problema, lástima que Giulian fuese lento para aprender.

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